jueves, 15 de noviembre de 2018

Desmontando las mentiras sobre el tema de la migración venezolana (I).

*JUAN MARTORANO.
Inicio estas líneas con las que culmine el artículo que antecede a este, agradeciendo al Ministro del Poder Popular para la Cultura, Ernesto Villegas Polljak, al Ministro del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza, al Vieministro de Identidad y Diversidad Cultural, Oscar Sotillo, a la Licenciada Janette Rodríguez Herrera, y Abigaíl Gutiérrez, Directora General de Identidad y Patrimonio, y Directora General de Interculturalidad, ambas dependencias adscritas al Viceministerio antes señalado, y a todos aquellos y a todas aquellas que asistieron el martes 13 de noviembre en el marco del foro “la presencia cultural de las comunidades migrantes en Venezuela” al conversatorio: “Derechos Humanos y Migración. Argumentos Legitimadores de injerencia e intervención de los pueblos”. El cual me correspondió dirigir. Esperando haber podido estar a la altura de las expectativas creadas y que el objetivo de mi intervención ante el escenario y por el tema haya sido verdaderamente “provocadora” y despierte el interés de investigación sobre un tema interesante, y sobre todo con una importancia geopolítica en estos momentos.
Asimismo, debo agradecer a la camarada Nereida Martínez, por las atenciones y haber sido la responsable de haberme contactado, esperando nuevas oportunidades para seguir desarrollando este y otros temas en diferentes foros donde a bien tengan tomarnos en cuenta.
Y habiendo señalado en el artículo anterior el compromiso de contribuir al desmontaje de la matriz de “crisis migratoria” que actores políticos nacionales en coordinación con conglomerados comunicacionales a nivel internacional quieren hacer ver ante la opinión pública, a fin de legitimar una intervención de tipo “humanitaria” en Venezuela, incluso con la divulgación de algunas cifras, pues este es el inicio de una serie de dossiers que apuntan al desarrollo de lo expresado por mí en la exposición realizada en Cancillería en el marco de la FILVEN 2018, con el fin de desmontar la campaña mediática que desde el exterior se cierne sobre el país. Como en su momento nos lo dijo Chávez, entendiendo que la batalla es simbólica y mediática, pues acá vamos a librar el combate de las ideas.
Resulta bien curioso que existiendo criterios y definiciones a nivel internacional sobre lo que es un migrante y lo que es un refugiado, ambos términos se usen de manera irresponsable, y manipulada, de acuerdo a los intereses de ciertos actores nacionales e internacionales. Es importante manejar conceptos, ya que las implicaciones a nivel internacional de lo que es un migrante y de lo que es un refugiado no son las mismas.
El migrante, o el fenómeno de la migración, hay que entenderlo como aquel movimiento de población basado en la dejación del lugar de residencia, a fin de establecerse en otro país o región (puesto que puede existir migración interna, cuando se da dentro del mismo país, o migración externa, cuando se decide ir a otro país), y cuyas causas son fundamentalmente de orden económico y social.
De acuerdo al Informe Especial “Tendencias Migratorias en Venezuela: Una aproximación desde los Derechos Humanos” de agosto de 2018, y cuya responsable fue Andrea Elisa González, se destaca un elemento muy importante:
Es importante destacar que no todos los movimientos poblacionales que cruzan fronteras internacionales pueden ser definidos como migración, ya que cuando las personas no pretenden establecer residencia permanente en otro país no pueden ser categorizadas en sentido estricto como migrantes”.  (Resaltado y subrayado del articulista).
Como la misma SURES nos indica, no existe una definición universalmente acordada de lo que es migrante, pero a los fines estadísticos, nos señala que el migrante internacional es toda persona que cambia de país de residencia habitual. Asimismo, nos indica que el migrante por largo plazo es toda aquella persona que se traslada a un país distinto de aquel en el que tiene su residencia habitual por un período de por lo menos un año; mientras que un migrante por breve plazo es toda persona que se traslada a un país distinto de aquel en el que tiene su residencia habitual por un período de por lo menos tres meses, pero inferior a un año. En los casos en que el traslado a ese país se haga con fines de ocio, vacaciones, visitas a parientes y amigos, negocios, tratamientos médicos o peregrinación religiosa, no pueden considerarse que esas personas sean migrantes.
Esto debe ser así, porque con el tema de la migración venezolana, se está aplicando la misma operación psicológica con respecto a la manipulación de las cifras de criminalidad en el país, donde los periódicos colocaban grandes titulares resaltando de manera tendenciosa las cifras de muertes ocurridas durante los fines de semana, más no discriminaban las causas por las cuales ocurrían y ocurren esos decesos. Esto fue en varias oportunidades denunciado por el propio Comandante Hugo Chávez.
Asimismo, no se hace diferenciación, a la hora de hablar de la situación de migración venezolana, de lo que es la emigración (los ciudadanos venezolanos o ciudadanas venezolanas que deciden abandonar el país), que la inmigración (ciudadanos extranjeros de diferentes nacionalidades que deciden ingresar al país, de acuerdo a las definiciones señaladas en los párrafos precedentes), esto a fines de evitar sesgos y manipulaciones en cuanto a este tema, el cual abordaremos con cifras en las próximas entregas.
Lo cierto del caso es que, estas serían, de acuerdo a estas definiciones que tanto SURES como este servidor nos hemos permitido esbozar, de aquellas personas que deben ser consideradas migrantes, evidentemente con las implicaciones que esto tendría dentro de lo que es el Derecho Internacional:
a)       Los migrantes entran y salen de su país de manera voluntaria.
b)      Los motivos de su traslado pueden ser económicos, familiares, entre otros.
c)       No requieren protección especial de parte de instancias internacionales.
d)      Tienen que cumplir con la normativa migratoria del país receptor (es decir, contar con pasaporte y visa para ingresar a un país del que no es nacional).
Ya esto nos da una primera aproximación del porque ciertos actores políticos no usan mucho este término, porque para los fines que persiguen, este no les sirve de mucho.
Ahora, veamos lo que ocurre en el caso de la definición refugiado.
De acuerdo al artículo 1A de la Convención del 28 de julio de 1951, relativa al estatuto de refugiados de las Naciones Unidas, estas serían las personas que se encuentran fuera del país de donde son originarias, o en donde residirían habitualmente, debido a un temor fundamentado de persecución por razones de índole racial, religiosa, nacionalidad, pertenencia a un grupo social o por opiniones políticas, y que no puede o no quiere reclamar la protección de su país para poder volver.
En el marco de esta definición, es que a nivel del Derecho Internacional han surgido figuras como el asilo político, la no extradición de nacionales de un país hacia otros, entre otras figuras, debido a que el refugiado si tiene connotaciones en el Derecho Internacional, debido a situaciones evidentes de crisis que requerirían del auxilio y atención de la comunidad internacional.
Siendo así, tenemos las características de los refugiados serían las siguientes:
a)       Migran forzosamente.
b)      Huyen debido a la persecución y falta de protección del país de origen o de residencia habitual.
c)       El país de acogida no puede devolverlos al país de origen.
d)      Se aplican excepciones a la normativa migratoria: Esto es que los refugiados y refugiadas no pueden ser sancionados o sancionadas por ingreso irregular en el país de acogida. Y esto por las características precedentes ya señaladas.
Una simple lectura de estas aseveraciones, y teniendo claras las definiciones de una y otra cosa, se desmonta en una primera instancia el relato de supuesta crisis migratoria en Venezuela bajo la utilización de refugio que otorga el Derecho Internacional.
Esto es así, debido a que Venezuela ha sido un país de enormes flujos migratorios, pero con saldo migratorio positivo que negativo, es decir, son más los ciudadanos y ciudadanas extranjeros y extranjeras que deciden acoger nuestro país y su territorio como su hogar, que los venezolanos y venezolanas que deciden emigrar (Esto será demostrado incluso con cifras de entes pertenecientes al sistema de Naciones Unidas). Estos últimos lo hacen de manera voluntaria (en nuestro país no hay persecución por razones étnicas, religiosas, de nacionalidad, pertenencia a un grupo social ni mucho menos por razones políticas), lo hacen con su dinero, la cual en la mayoría de los casos es una cantidad ahorrada y que es de cierta consideración, y con un nivel técnico y profesional importante, el cual es aprovechado indudablemente por los países receptores de esa migración.
Pero tal y como lo señala SURES, si queremos estudiar el fenómeno de la migración desde una perspectiva teórica, fundamentado en el hecho económico, tendríamos que hacerlo desde el lente de la teoría neoclásica del equilibrio económico general, la cual sostiene que las diferencias salariales entre dos puntos del espacio producen una transferencia de fuerza de trabajo hasta “lograr un equilibrio salarial”. Desde este enfoque, cuando la mano de obra es abundante (oferta), disminuye el precio del trabajo (salario), mientras que cuando se presenta un déficit de mano de obra los salarios aumentan. Esta relación puede agudizarse en función de los costos de producción de la fuerza de trabajo, de los trabajadores y trabajadoras con altos niveles de formación y especialización, los cuales pueden resultar más escasos y presentar una demanda diferencial en diferentes países según los costos y oportunidades de formación.
Para entender esto en términos coloquiales, los países vecinos de Venezuela están obteniendo una mano de obra altamente calificada, de la mejor del mundo, pero bastante barata. Es decir, muchos de nuestros profesionales y técnicos van a otros países a ser explotados por las grandes transnacionales.
Esto, debido a como lo señaló Beltran Haddad en su artículo dominical publicado en el diario Ultimas Noticias del domingo 11 de noviembre de 2018, titulado: “Migraciones y el caso Venezuela” (el cual recomiendo su lectura , publicación en portales y viralización en redes sociales digitales), donde este articulista señala que el reciente fenómeno de la emigración de venezolanas y venezolanos hacia el exterior se debe a la conglobación en la caída de los precios del petróleo y su impacto en una economía rentista como la nuestra, la alteración de nuestra cultura consumista, el brutal bombardeo mediático político que instiga a la emigración de nuestros mejores hombres y de nuestras mejores mujeres (fundamentalmente jóvenes, profesionales y técnicos necesarios para impulsar el desarrollo de nuestro país como se ha señalado), como parte de operaciones psicológicas que buscan establecer un cuadro perceptivo de país arruinado (que no es tal), además de la debilidad de sectores en su identidad con la Patria o distante de ella para afrontar una crisis económica más o menos prolongada.
 Ya por esta primera entrega, desde el punto de vista cualitativo y argumental se desmonta la narrativa de crisis migratoria. Pendiente de las otras, porque además de los argumentos, incluiremos datos estadísticos y cuantitativos.
¡Bolívar y Chávez viven! ¡Y sus luchas y la Patria que nos legaron siguen!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
*Abogado y Analista Político, defensor de Derechos Humanos. Miembro de la Red Nacional de Tuiter@s Socialistas (RENTSOC). www.juanmartorano.blogspot.comwww.juanmartorano.wordpress.com . @juanmartorano. Facebook: Juan Martorano Castillo, IG: @juanmartorano. jmartoranooster@gmail.comj_martorano@hotmail.com y juan_martoranocastillo@yahoo.com.ar  

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