Gian Carlo Di Martino
Colombia es un vulgar satélite de los EEUU, sus gobernantes nunca han
tenido ni un ápice de pudor con respecto a ellos, se les arrastran
públicamente de manera vergonzosa, indignante; el caso de los paracos
Álvaro Uribe Vélez, Juan Manuel Santos y ahora Iván Duque en la
presidencia neogranadina, da nauseas, pero ¡cuidado!, porque estos
narcoparamilitares con esa cara de muchachitos risueños bien
administrada en el Palacio de Nariño, siempre se han vengado del imperio
norteamericano. Y los resultados de esa venganza les explota en la cara
desde hace tiempo a los gringos.
No es casual que le mantengan al pueblo inundado de droga. Según un
balance aportado a la prensa por la Oficina de Política Nacional para el
Control de Drogas de Estados Unidos (Ondcp, por sus siglas inglés),
Colombia cultivó 209 mil hectáreas de coca y produjo la cifra record de
921 toneladas métricas de cocaína en 2017.
Mientras que, en otra nota publicada por el diario el Tiempo de Bogotá,
Leah Bloomenstein, especialista de la DEA, deja constancia que, durante
ese mismo año, la coca colombiana siguió dominando el mercado de EE. UU.
"94 por ciento de todas las muestras de droga decomisada tenían como
origen Colombia", precisó.
Ahora, si con estos números en la mano revisamos los estudios
científicos según la cual el consumo de droga tiene relación directa con
la violencia, más el hambre insaciable de dólares de los colombianos y
la constante humillación de los gringos a los neogranadinos, no es
descabellado pensar que hay un plan preconcebido, bien diseñado, llevado
a cabo con premeditación y alevosía por parte de la oligarquía
santandereana como buena rastrera, canalla, despreciable, para llenarse
de dinero y a la vez vengarse destruyendo con psicotrópicos y
estupefacientes la comunidad estadounidense, muy penosamente en
complicidad con los organismos de seguridad y altos funcionarios del
mismo imperio norteamericano.
En mi caso particular no tengo ninguna duda al respecto, además, este
planteamiento no es nada nuevo, ya ha sido analizado, incluso, por
sociólogos, gente estudiosa en la materia, lo que ocurre es que no
trasciende como uno pudiera imaginar, porque sencillamente involucra a
dos gobiernos forajidos conformados por mafiosos, con fuertes intereses
en el crimen organizado y, con su poder reducen todo esa información a
simples apreciaciones sin importancia, pero esto que expreso está
perfectamente demostrado.
Otro aspecto clave -y quizás el principal- es que Colombia no hace nada
para frenar su gigantesca empresa de distribución de droga. Y viviendo
de este oscuro negocio, nunca intentará erradicar el narcotráfico. Más
bien asume casi con orgullo ser el primer productor de cocaína en el
mundo.
Solo que esos oligarcas expertos en el doble rasero, lo simulan muy
bien, esconden en una fachada de personalidad honesta y afable, su gran
condición de arrastrados, miserable, traidores, desleales y vengativos;
los que han asumido el Gobierno los últimos años, son conocidos hampones
de la peor calaña.
De acuerdo con una página de internet que recoge frases atribuidas al
poderoso narcotraficante ya fallecido, Pablo Escobar Gaviria, dice "con
los políticos que tenemos en Colombia, ser bandido es un honor. Y si
vemos delincuentes del calibre de Álvaro Uribe Vélez, Juan Manuel Santos
e Iván Duque, da dolor decirlo, pero obviamente el jefe del cartel de
Medellín tenía mucha razón.
Los oligarcas neogranadinos poseen igualmente una habilidad natural
impresionante para mentir, por ejemplo, el narcoparaco presidente de
Colombia, Iván Duque, en una entrevista a la agencia de noticias AFP en
su reciente visita a Francia, casi culpó a los otros países del mundo
por la descarada elaboración de cocaína en su territorio: "Tenemos que
romper la cadena logística para la producción de cocaína (…) poder
reducir el flujo de precursores químicos hacia el país (…) que son
utilizados en la producción de alcaloides, y en particular la cocaína".
"Me parece muy importante que (…) los países que son productores de
precursores químicos puedan transparentemente mostrar al mundo a dónde
están vendiendo". "La lucha contra la droga (…) debe ser una lucha
compartida". "Todos los países del mundo debemos fortalecer nuestras
prácticas y nuestras políticas para prevenir el consumo, evitar que el
consumo crezca".
Si interpretamos las declaraciones del paramilitar y narcotraficante
mandatario, ellos no son los responsables de esa poderosa narco
industria en su país que aúpa la oligarquía que él representa, la culpa
la tienen las naciones que producen solventes y que ellos compran para
procesar la cocaína.
Provoca agarrarlo por los cacheticos (tuqui, tuqui, tuqui) y
batuquearlo, como dijo el presidente de la paz, Nicolás Mauro Moros,
hablando de la cara de "niño bueno" que muestra ese mafioso, para
esconder su vileza y ruindad al frente del Gobierno neogranadino.
El asesino imperio gringo será muy poderoso, pero en el fondo ha pagado
caro tratar a la hamponil oligarquía colombiana como perrita faldera,
como una cosa insignificante, más que como patio trasero, como la
letrina de ese patio trasero.
El narcoterrorista Pablo Escobar Gaviria, gran aliado de esa oligarquía,
sobre todo del paramilitar Álvaro Uribe Vélez, dice en la misma página
de internet que acabo de citar: "los americanos pueden hacer los muros
que quieran, pero allá les llegará la cocaína".
Y una nutrida investigación publicada por The New York Times recogida en
el ciberespacio, se develó que la cifra oficial de muertes causadas en
2016 por sobredosis en EEUU, se situó entre 59.000 y 65.000 personas.
Aunque no todos estos decesos se pueden atribuir al consumo de cocaína,
sabemos que pudo influir en buena medida a juzgar por las toneladas que
consumen, y que están confirmadas por los mimos organismos antidrogas
estadounidenses.
Ahora, asociando el alto consumo de cocaína en los EEUU con la comisión
de crímenes, basado en los estudios médicos científicos existentes, es
de entender inmediatamente como de repente cualquier gringo se mete en
una escuela, protagoniza un tiroteo y asesina a un grupo de muchachos.
O cualquiera de los escolares saca un arma y arremete en contra de sus
compañeros de estudio. Situaciones como esas se pueden ver en una
discoteca igual que en una iglesia o un centro comercial, gente
desquiciada matando inocentes sin motivos aparentes. No sé si en los
EEUU es posible que transcurra un mes sin que se produzca algún crimen o
un hecho insólito, increíble, de esos que verdaderamente sacuden al
mundo.
Lamentablemente los gobernantes de EEUU en vez de ocuparse de tan
delicada situación, sabiendo que la cocaína es una droga peligrosa que
compromete la salud individual y social de las personas, y evidentemente
incide en el constante derramamiento de sangre en ese país, siguen
fomentando la guerra agravando más bien el problema.
Continúan sirviendo de marco de referencia, para que su gente se hunda
cada vez más en la violencia. Y eso se torna peor con un presidente como
Donald Trump, que piensa más en bombardeos e invasiones que en el
bienestar y la salud física y mental de su pueblo.
El imperio gringo ha pagado bien caro hacer sus necesidades fisiológicas
sobre la oligarquía santandereana, que de frente se le arrastra igual
que una serpiente, pero a lo que le da la espalda le entierra el puñal
hasta el cabo, como única traidora en su particular estilo reptil y
servil.
PD. Pido excusas a mis respetados y respetadas lectores y lectoras, por
citar al narcoterrorista Pablo Escobar Gaviria como fuente válida en
este escrito, pero es de observar que mi artículo se trata del submundo y
la perversa relación narcotraficante que existe entre del criminal
imperio gringo y la mafiosa oligarquía santandereana, que compartieron y
comparten abiertamente esa madriguera del delito, la perdición y la
violencia que transitó el jefe del cartel de Medellín. Muchos saludos y
mi agradecimiento de corazón a todos y a todas por leerme y ser tan
consecuente con este humilde servidor.
Politólogo, profesor, abogado. Ex-Alcalde de Maracaibo. Cónsul de Venezuela en Milán - Italia.
giancarlodimartino2017@gmail.com
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