Como
en toda guerra desde que en 1936, en pleno desarrollo de la Guerra
Civil Española, se acuñase este término para referirse a un sector de la
población que mantiene ciertas lealtades hacia el bando enemigo, la
Revolución Bolivariana siempre ha tenido una quinta columna, que se ha
mostrado más o menos activa en atención al grado de conflictividad
social imperante.
Muy largo sería el espacio necesario para demostrar como esa quinta columna enquistada en los altos, medios y bajos niveles de la administración pública, con su desleal accionar a lo largo de estos dieciocho años de revolución, ha hecho fracasar iniciativas y medidas gubernamentales que habiéndose mostrado plenamente exitosas al momento de ser implantadas, fueron neutralizadas por la contrarrevolución y hasta terminaron por constituirse en facilitadoras de los males que pretendían combatir.
El recrudecimiento de la guerra económica en los últimos cuatro años ha sido un catalizador importante para el desarrollo de esta quinta columna que confío en que tenga aún una muy incipiente organicidad por razones muy parecidas a aquellas que impiden una unidad real y efectiva de las fuerzas de la contrarrevolución.
Tengo la impresión de que el ataque cibernético perpetrado sobre la plataforma tecnológica del Consorcio Credicard, a consecuencia del cual resultaron fallidas una inmensa mayoría de las transacciones comerciales a ser realizadas desde los puntos de venta conectados a ella a nivel nacional, desde finales de la mañana del pasado viernes 02 de diciembre, ha puesto en evidencia que la contrarrevolución y su aliada quinta columna han decidido pisar a fondo el acelerador de la desestabilización sin ninguna cortapisa, ya que el objetivo buscado no podría ser otro que el de generar un cruento estallido social a nivel nacional.
Considero que se trató de un alevoso auto ataque por el hecho de que de forma contraria a las prácticas de norma, no se intentó activar oportunamente el protocolo de levantamiento de la plataforma, que establece un plazo de una hora para hacerlo, cuando se trata de averías que comprometan a más de 200 clientes, ni tampoco se intentó activar oportunamente ninguno de los por lo menos tres centros alternos de operación; ahora bien, como quiera que el servicio no comenzó a ser restituido progresivamente sino hasta bien entrada la noche, se me hace desde todo punto de vista evidente que tal auto ataque hubo de ser promovido o al menos tolerado por la más alta gerencia del consorcio.
La consideración de que el nacionalizado Banco de Venezuela sea el accionista mayoritario del consorcio Credicard, junto a los bancos BOD y Del Caribe, y de que sería completamente iluso pensar que una operación de tal envergadura pudiese hacerse a espaldas de los presidentes de dichas entidades bancarias, da pie para pensar que se ha tratado de una operación concertada entre la alta dirigencia de la contrarrevolución, cuya participación aparece señalada por las investigaciones preliminares y esa quinta columna de la que hemos estado hablando.
En todo caso, no sería ésta la primera vez que el funcionario a quien me estoy refiriendo se presta para llevar agua al molino de la contrarrevolución.
Conocida por muchos es la forma displicente como ha manejado el tema de las cuentas corrientes en divisas en el Banco de Venezuela, que fue un instrumento ideado para incentivar la repatriación de divisas a cambio de poder obtener algunos beneficios legales a través de CENCOEX, así como la forma altamente discrecional, para decir lo mínimo, como se han manejado bajo su gestión las escasas divisas disponibles en el mayor de los bancos del estado.
Conocida y padecida por todos está la medida tomada por el mismo en su condición de Ministro de Alimentación, de importar alimentos de Brasil y Colombia, a precios internacionales y permitir su comercialización a precios de usura, con el supuesto propósito de combatir el bachaqueo. Es indudable que Lorenzo Mendoza de Polar, Rafael Alfonzo de Alfonzo Rivas y Cia., y demás empresarios privados del sector alimentos le estarán eternamente agradecidos por haberles permitido justificar el alza desmedida de los precios de los productos que comercializan, a partir de los funestos resultados de dicha medida.
Si no neutralizamos ya a esta quinta columna, seremos irremisiblemente derrotados en la guerra económica que estamos librando y estaríamos en riesgo inminente de perder esta revolución, así que ¡manos a la obra ya, que pa´ luego será tarde!
Diciembre 05 de 2016
Muy largo sería el espacio necesario para demostrar como esa quinta columna enquistada en los altos, medios y bajos niveles de la administración pública, con su desleal accionar a lo largo de estos dieciocho años de revolución, ha hecho fracasar iniciativas y medidas gubernamentales que habiéndose mostrado plenamente exitosas al momento de ser implantadas, fueron neutralizadas por la contrarrevolución y hasta terminaron por constituirse en facilitadoras de los males que pretendían combatir.
El recrudecimiento de la guerra económica en los últimos cuatro años ha sido un catalizador importante para el desarrollo de esta quinta columna que confío en que tenga aún una muy incipiente organicidad por razones muy parecidas a aquellas que impiden una unidad real y efectiva de las fuerzas de la contrarrevolución.
Tengo la impresión de que el ataque cibernético perpetrado sobre la plataforma tecnológica del Consorcio Credicard, a consecuencia del cual resultaron fallidas una inmensa mayoría de las transacciones comerciales a ser realizadas desde los puntos de venta conectados a ella a nivel nacional, desde finales de la mañana del pasado viernes 02 de diciembre, ha puesto en evidencia que la contrarrevolución y su aliada quinta columna han decidido pisar a fondo el acelerador de la desestabilización sin ninguna cortapisa, ya que el objetivo buscado no podría ser otro que el de generar un cruento estallido social a nivel nacional.
Considero que se trató de un alevoso auto ataque por el hecho de que de forma contraria a las prácticas de norma, no se intentó activar oportunamente el protocolo de levantamiento de la plataforma, que establece un plazo de una hora para hacerlo, cuando se trata de averías que comprometan a más de 200 clientes, ni tampoco se intentó activar oportunamente ninguno de los por lo menos tres centros alternos de operación; ahora bien, como quiera que el servicio no comenzó a ser restituido progresivamente sino hasta bien entrada la noche, se me hace desde todo punto de vista evidente que tal auto ataque hubo de ser promovido o al menos tolerado por la más alta gerencia del consorcio.
La consideración de que el nacionalizado Banco de Venezuela sea el accionista mayoritario del consorcio Credicard, junto a los bancos BOD y Del Caribe, y de que sería completamente iluso pensar que una operación de tal envergadura pudiese hacerse a espaldas de los presidentes de dichas entidades bancarias, da pie para pensar que se ha tratado de una operación concertada entre la alta dirigencia de la contrarrevolución, cuya participación aparece señalada por las investigaciones preliminares y esa quinta columna de la que hemos estado hablando.
En todo caso, no sería ésta la primera vez que el funcionario a quien me estoy refiriendo se presta para llevar agua al molino de la contrarrevolución.
Conocida por muchos es la forma displicente como ha manejado el tema de las cuentas corrientes en divisas en el Banco de Venezuela, que fue un instrumento ideado para incentivar la repatriación de divisas a cambio de poder obtener algunos beneficios legales a través de CENCOEX, así como la forma altamente discrecional, para decir lo mínimo, como se han manejado bajo su gestión las escasas divisas disponibles en el mayor de los bancos del estado.
Conocida y padecida por todos está la medida tomada por el mismo en su condición de Ministro de Alimentación, de importar alimentos de Brasil y Colombia, a precios internacionales y permitir su comercialización a precios de usura, con el supuesto propósito de combatir el bachaqueo. Es indudable que Lorenzo Mendoza de Polar, Rafael Alfonzo de Alfonzo Rivas y Cia., y demás empresarios privados del sector alimentos le estarán eternamente agradecidos por haberles permitido justificar el alza desmedida de los precios de los productos que comercializan, a partir de los funestos resultados de dicha medida.
Si no neutralizamos ya a esta quinta columna, seremos irremisiblemente derrotados en la guerra económica que estamos librando y estaríamos en riesgo inminente de perder esta revolución, así que ¡manos a la obra ya, que pa´ luego será tarde!
Diciembre 05 de 2016
Enrique Rodríguez Bello
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