CAROLA CHÁVEZ.
Imaginen que alguien agarra a un personaje de una comiquita japonesa, lo envuelve en una bandera venezolana junto a una paloma de la paz en pleno vuelo y le diga que ese muñequito es un iluminado de los ángeles y que tiene el don de ver el futuro. Imagínese que dicho personaje, entre todos los nombres posibles, escoge llamarse Misterpopó Celestial. Imagínese ahora, seriamente, acudir a los medios, digitales o no, que publican las visiones de semejante comiquita para leer con devoción sus predicciones y luego regarlas por las redes con un “¡decretado, en nombre de Dios!”.
Pues, esas cosas pasan. Ya es bastante que existan videntes y que haya gente que crea en ellos. La cosa es que hasta la llegada de Misterpopó Celestial, los “videntes” se preocupaban por disfrazarse de ídem. Para empezar, un nombre bien esotérico, mitológico, misterioso. Luego una capa, collares, amuletos, guilindajos, oro, plumas, brillo… o, al contrario, la sobriedad del negro cerrado envuelto en brumas. Y para finalizar un escenario: incienso, copas, rosas, campanitas, campanotas, cruces, perrunas deidades egipcias, cristales de cuarzo, arcángeles… Un poquito de trabajo, aunque fuera solo al principio, para crear un personaje creíble que atrape crédulos deseosos de creer.
Politizado como está el país, los videntes tomaron bandos y casi todos se fueron -¡Gracias al cielo que los ilumina!- al lado decente y pensante de este país. Así, el antichavismo cuenta, fascinado, con estos elegidos del Señor que mantienen viva la esperanza de “un mejor país” con alegres predicciones catastróficas: sangre, fuego, epidemias, cataclismos, castigos divinos todos para purificar al “nuestra amada Venezuela” de la plaga chavista que la carcome. ¡Aleluya!
Videntes convertidos, no solo en líderes espirituales, sino en líderes políticos. Profetas fallidos que se desgastan en la desilusión y son reemplazados por nuevos videntes que se desgastan tan rápido que ya no da tiempo de crear nada mejor que un muñequito de Dragon Ball con bandera y paloma que se llame Misterpopó Celestial. ¿Qué importa el mensajero si el rating está en las predicciones? Dale, pues: sangre, fuego, epidemias, cataclismos, castigos divinos que anuncian a cientos de miles de popó-creyentes decentes y pensantes, un feliz y venturoso 2016. Amén.
Carola Chávez
@Tongorocho
Pues, esas cosas pasan. Ya es bastante que existan videntes y que haya gente que crea en ellos. La cosa es que hasta la llegada de Misterpopó Celestial, los “videntes” se preocupaban por disfrazarse de ídem. Para empezar, un nombre bien esotérico, mitológico, misterioso. Luego una capa, collares, amuletos, guilindajos, oro, plumas, brillo… o, al contrario, la sobriedad del negro cerrado envuelto en brumas. Y para finalizar un escenario: incienso, copas, rosas, campanitas, campanotas, cruces, perrunas deidades egipcias, cristales de cuarzo, arcángeles… Un poquito de trabajo, aunque fuera solo al principio, para crear un personaje creíble que atrape crédulos deseosos de creer.
Politizado como está el país, los videntes tomaron bandos y casi todos se fueron -¡Gracias al cielo que los ilumina!- al lado decente y pensante de este país. Así, el antichavismo cuenta, fascinado, con estos elegidos del Señor que mantienen viva la esperanza de “un mejor país” con alegres predicciones catastróficas: sangre, fuego, epidemias, cataclismos, castigos divinos todos para purificar al “nuestra amada Venezuela” de la plaga chavista que la carcome. ¡Aleluya!
Videntes convertidos, no solo en líderes espirituales, sino en líderes políticos. Profetas fallidos que se desgastan en la desilusión y son reemplazados por nuevos videntes que se desgastan tan rápido que ya no da tiempo de crear nada mejor que un muñequito de Dragon Ball con bandera y paloma que se llame Misterpopó Celestial. ¿Qué importa el mensajero si el rating está en las predicciones? Dale, pues: sangre, fuego, epidemias, cataclismos, castigos divinos que anuncian a cientos de miles de popó-creyentes decentes y pensantes, un feliz y venturoso 2016. Amén.
Carola Chávez
@Tongorocho
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