miércoles, 13 de enero de 2016

El combate del 2016


Foto: Archivo
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Por Eduardo Piñate R.
I.- El 2015 fue un año difícil, complejo y exigente. Fue un año muy duro para el pueblo venezolano y las fuerzas revolucionarias. El imperialismo lanzó todas sus fuerzas en una guerra total contra la revolución, que tuvo como forma de lucha principal la guerra económica, acompañada de la guerra psicológica y mediática y las acciones de sabotaje y  terroristas ejecutadas por grupos paramilitares al servicio de la ultraderecha y el imperialismo.
Tal política, con la conveniente invisibilización de su programa entreguista y neoliberal y de sus candidatos, permitió que la contrarrevolución imperialista obtuviera una importante victoria que no debemos subestimar y mucho menos desestimar. La victoria de la contrarrevolución es contundente, les permite tener tres quintas partes (3/5) de la Asamblea Nacional y están tratando de alcanzar los dos tercios (2/3), de allí el desacato a la medida cautelar dictada por el TSJ contra la proclamación de los diputados del estado Amazonas.
Es, como lo ha dicho el presidente Nicolás Maduro, una situación muy peligrosa que puede desembocar en una crisis contrarrevolucionaria de carácter fascista.
II.- En la madrugada del 7 de diciembre, apenas segundos después que la presidenta del CNE anunciara al país los resultados electorales, el Presidente Obrero Nicolás Maduro reconoció los resultados (contrastando con la actitud de la derecha que no ha reconocido las 18 victorias electorales de la revolución y por el contrario, casi siempre desató la violencia con saldo de muertos, heridos y pérdidas materiales) y caracterizó a los que habían ganado (no una oposición, sino la contrarrevolución), señaló el peligro que se cernía con esa victoria reaccionaria sobre el pueblo venezolano, tal como lo señalamos en el párrafo anterior y llamó a lanzar una contraofensiva revolucionaria que nos permita retomar la iniciativa política, pasar a la ofensiva y abrir un nuevo período revolucionario.
Tal contraofensiva implica tomar una serie de iniciativas en los órdenes económico, político y de masas, que conduzcan a la profundización y radicalización de nuestro proceso de transición socialista, apoyados en la gran fortaleza institucional que tenemos y la fuerza de masas que sigue acompañando a la revolución, expresada en esos más de 5 millones de venezolanos que el 6 de diciembre votaron por las candidaturas del PSUV y el GPP.
III.- El plan contrarrevolucionario, dirigido por las élites imperialistas está develado. Todos estos años lo hemos dicho y los eventos –declaraciones de dirigentes y acciones- posteriores al 6 de diciembre del año pasado, pero sobre todo a partir del 5 de enero de este año, confirman que su objetivo es destruir la Revolución Bolivariana, derrocar al gobierno del presidente Nicolás Maduro y triturar la dignidad del pueblo venezolano, además de darle un golpe mortal a los procesos de independencia que se verifican hoy en nuestro continente, los cuales se abrieron a partir de la obra tesonera y consecuentemente antiimperialista del Comandante Supremo Hugo Chávez, y tienen a la vanguardia al pueblo venezolano y la Revolución Bolivariana.
Particularmente “frondosos” en sus declaraciones han sido Chuo Torrealba, Julio Borges y otros dirigentes de la MUD, hasta llegar al inefable presidente de la actual Asamblea Nacional, acompañados de voceros imperiales como el general John Kelly, Jefe del Comando Sur de los EEUU, el propio Barack Hussein Obama y algunos serviles y genuflexos encabezados por Felipe González, Andrés Pastrana y otros. Todos los que hemos nombrado y otros más, coinciden en que tienen que salir del gobierno del presidente Maduro en el corto plazo, según sus declaraciones, en los próximos seis meses.
Dicen que llegó el momento de derrocar al Presidente Nicolás Maduro y destruir la Revolución Bolivariana, y se plantean hacerlo por la vía de la violencia; lo que dijo el presidente de la Asamblea Nacional de que van a salir del gobierno en seis meses por una vía pacífica, constitucional y electoral, es demagogia para engañar incautos. Sus acciones en la semana que pasó los delatan:
Desacataron la medida cautelar de la Sala Electoral del TSJ que suspendió la proclamación de tres diputados de la MUD en Amazonas, ante las graves evidencias de compra de votos y fraude en ese estado. No obstante, ellos juramentaron los tres diputados, con lo cual no sólo violaron la CRBV y las leyes del país, sino que todas las decisiones que tome la Asamblea Nacional en lo adelante serán ilegales. Pero no les importa, las órdenes de Washington son desafiar al Estado revolucionario y al pueblo. Insultaron y provocaron a todo el pueblo venezolano al destruir y desalojar de las instalaciones de la Asamblea Nacional las imágenes de Bolívar y Chávez, además de sustituir el escudo oficial de la República Bolivariana de Venezuela y eliminar una estrella de la bandera nacional del hemiciclo de sesiones, evidencia de que creen que pueden convertir los espacios del parlamento en otro país, el de la oligarquía y el imperialismo.
Incrementan la guerra económica, psicológica, mediática y las acciones terroristas desarrolladas por grupos paramilitares y hamponiles a su servicio. Es decir, tienen una conducta sediciosa, subversiva, su plan es de confrontación violenta y golpe de Estado.
Están agudizando las contradicciones para conducirnos al escenario de la violencia, del combate armado para derrocar al gobierno y destruir la revolución.
IV.- El camarada Presidente Obrero Nicolás Maduro nos convocó a desarrollar la contraofensiva revolucionaria para detener la posibilidad de que la contrarrevolución obtenga el poder político e instaure un gobierno y un Estado fascista y al mismo tiempo, abrir un nuevo período revolucionario o una nueva fase de la Revolución Bolivariana.
Tal renacimiento –esa fue la categoría usada por el camarada presidente- que obviamente compartimos y estamos alistados para impulsar, implica varias cuestiones desde el punto de vista político y el desarrollo de políticas y tareas concretas.
En primer lugar, entender que el imperialismo nos está haciendo una guerra total, dentro y fuera del país. Esa guerra ya la hemos caracterizado en este y otros artículos y no vamos a repetir, pero queremos significar que no es política lo que hacen, en el sentido democrático de la política, sino una guerra destinada a destruir nuestro proyecto de construir el socialismo bolivariano y chavista, basado en la democracia protagónica y participativa, para restaurar el modelo capitalista y neoliberal con un Estado autoritario, dictatorial de carácter fascista.
Ello nos obliga a encarar la presente coyuntura de exacerbación de la lucha de clases como una batalla político-militar. Así debemos concebirla. Significa la aplicación consecuente de la nueva Doctrina Militar Bolivariana que nos legó el Comandante Supremo Hugo Chávez, profundizando y elevando la calidad de la unión cívico-militar y la participación corresponsable de todo el pueblo en las tareas de defensa de la Patria. No se trata de darle un fusil a todo el mundo –esa es la banalización y tergiversación que siempre aplica la derecha- se trata de que la Defensa Integral de la Nación es económica, política, social, cultural, ideológica y también militar. Cada venezolano y cada venezolana consciente y patriota le aportan a las tareas de defensa de la Patria en cualquiera de estas dimensiones de la vida de la sociedad.
En este momento, en el que las fuerzas imperialistas y oligárquicas apuestan a una salida extraconstitucional para implantar un régimen proimperialista de carácter fascista, tiene más vigencia que nunca la Doctrina Militar Bolivariana, de Defensa Integral de la Nación, elaborada por el Comandante Chávez. Se trata de hacer política revolucionaria de verdad.
En segundo lugar, hay un conjunto de tareas que tenemos planteadas en este momento para recuperar la iniciativa política y pasar a la ofensiva, como nos lo plantea nuestro líder, el Presidente Obrero Nicolás Maduro en el llamado a desarrollar una contundente contraofensiva revolucionaria. En mi opinión se trata de cuatro tareas centrales, cuyas consecuencias estratégicas se verán en el mediano y largo plazo, pero deben comenzar a impactar positivamente a nuestra población en el corto –cortísimo, diría yo- plazo. Ellas son:
1.- Avanzar en la construcción del modelo económico productivo socialista. Esta es la tarea central, fundamental, como correctamente ha insistido el camarada presidente Nicolás Maduro. Las medidas económicas anunciadas el pasado 30 de diciembre y la renovación importante que hizo de su gabinete ejecutivo –particularmente del Gabinete Económico- el presidente de la República y el decreto de emergencia económica firmado por el presidente, apuntan en esa dirección. En un artículo anterior publicado en esta misma página, afirmé:
En lo económico hay que atacar en un doble sentido, por una parte, tomar medidas que vayan concretando avances en la edificación del modelo productivo socialista, cuyos resultados se verán en el mediano y largo plazo, pero en el corto plazo hay que tomar severas medidas concretas, visibles y palpables contra la especulación, el acaparamiento y el bachaqueo de los productos de primera necesidad…” (Eduardo Piñate R. “2015, Un Año Duro”. 27 de diciembre de 2015). Son estas las expresiones más irritantes de la guerra económica contra nuestro pueblo y contra ellas hay que tomar medidas categóricas, determinantes, basados en la fuerza de las leyes y del Estado para derrotarlas en plazo muy corto y cambiar la percepción que condujo a sectores del pueblo que antes nos apoyaron a abstenerse de votar o votar por la derecha el 6 de diciembre. Esto es fundamental para reconstruir la nueva mayoría revolucionaria a la que nos convocó el Presidente Obrero. En esta tarea nos jugamos la independencia, la soberanía y la libertad de la Patria.
2.- Asociada a las tareas para construir la economía productiva socialista, que es la tarea estratégica central y derrotar las expresiones más irritantes de la guerra económica en el corto plazo, hay que seguir avanzando en la edificación de la nueva institucionalidad revolucionaria, con los consejos comunales y las comunas como instancias de ejercicio directo del Poder del pueblo. Urge revisar allí y dotarlos de una nueva calidad basada en su participación en la producción de bienes y servicios, es decir su aporte a la producción nacional, por una parte, y el ejercicio pleno de la democracia protagónica en su seno, para ir creando la nueva conciencia, la nueva cultura política de la participación y el protagonismo del pueblo, superadora de la democracia burguesa representativa.
3.- En el plano político –ya lo hemos dicho- tenemos que asumir la defensa de la revolución y su profundización priorizando la participación popular en todas las áreas o dimensiones (económica, política, social, cultural, ideológica y militar) que abarca la defensa integral de la nación, en el entendido que estamos enfrentando la agresión imperialista en todos esos órdenes. Para las organizaciones partidistas y sociales que estamos comprometidos con la Revolución Socialista, Bolivariana y Chavista, principalmente para el PSUV, está planteado en ese marco una presencia permanente en las comunidades, liceos y universidades, fábricas y demás centros de trabajo, acompañando al pueblo desde su propia cotidianidad, construyendo juntos y juntas los proyectos que den respuestas a las necesidades e intereses de nuestro pueblo, dentro de la línea que nos trazó el Comandante Chávez de construir el socialismo en lo concreto.
4.- Obviamente, el pueblo en la calle, movilizado, es la condición indispensable para cumplir las tres tareas anteriores, en función de derrotar la contrarrevolución que hoy esta embriagada y envalentonada porque creen que ya llegó su hora y construir el camino de nuestra transición socialista. De modo que la cuarta tarea no es otra que profundizar la movilización del pueblo en todos los espacios, no sólo en las grandes plazas, avenidas y escenarios, sino en el barrio, en la fábrica, en el liceo, la universidad, la cuadra o la vereda.
Creo que estas son algunas de las tareas que tenemos que acometer para que la batalla de este año 2016 tenga como resultado la victoria contundente e inapelable de las fuerzas populares, las fuerzas de la independencia y la soberanía, las fuerzas de la democracia popular y revolucionaria, las fuerzas Bolivarianas, Socialistas y Chavistas.

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