Esto quiere ser un recordatorio, a manera de aporte a quienes
andan preguntándose cosas como "¿por qué el pueblo nos dio la espalda?",
"¿perderemos lo logrado en 17 años de revolución?", o la peor de todas:
"¿se acabó la revolución?"
Diciembre 7 de 2015, 5:22 pm
Va primero el lugar común, la frase hecha o idea ya manida:
hermano, la historia no es una línea recta, derechita y ascendente que
nos llevará a la victoria para siempre, sino un sendero lleno de
accidentes, frenazos, retrocesos, saltos insólitos adelante (como este
de 17 años que todavía no termina) y otros hacia abismos lamentables. Se
gana, se pierde, se avanza, se repliega nuestro ejército. ¿Por qué será
tan difícil hacer entender esta lógica tan simple del transcurrir de
los pueblos, si eso es exactamente lo que pasa con la vida de los
individuos humanos?
***
Los chavistas, probablemente por lentitud, hemos sido
incapaces de demoler las instituciones del Estado burgués (tarea crucial
si queremos crear otras). Lo que ocurrió ayer fue un acto de
reconquista de uno de los espacios (poderes, los llaman) de ese Estado
por parte de sus creadores. El parlamento venezolano no cambió de
estructura ni de espíritu cuando con sólo cambiarle el nombre de
Congreso a Asamblea Nacional y con sólo meter unos chavistas a legislar y
a cachetear proyanquis.
Así que no nos han arrebatado nada; ellos han regresado
(decíamos que no volverían y volvieron) a una institución que es suya.
Nosotros la dominamos por un rato, la revolvimos y utilizamos para
servirle al pueblo; ahora volverá a estar al servicio de los empresarios
y potencias hegemónicas. Estructuralmente la dejamos intacta. Siempre
fue de ellos aquello que no logramos, supimos o alcanzamos a destruir; a
sus manos ha regresado.
***
¿Por qué el pueblo votó por su enemigo histórico, por los
factores que lo vejaron y seguirán vejando? Es un tema aparte que
deberá ser desarrollado y discutido cuando pase el ratón amargo. Muchos
han querido hacerlo desde ahora y el resultado ha sido un desahogo
grosero, un insultar al pueblo por no haberse dejado seducir por
nosotros, los responsables de seducirlo. Hemos visto desatarse al
clásico intelectual engreído que cree que si el pueblo no lo acompañó es
por ignorancia, por no haber leído o simular haber leído sus mismos
libros y manuales. Allá ellos en su microscópica soledad y en su
miserable insignificancia.
El acto de hacer política es un acto de seducción. Si
algo debemos admitir nosotros, comunicadores al servicio de la
Revolución, es que hemos sido malísimos echando los perros del
convencimiento, el patriotismo y el amor a las causas universales.
Comunicadores eficaces los del enemigo, que puso a nuestra gente pobre a
hablar como empresarios o a favor de los empresarios. Cuando un taxista
o un perrocalientero viene a decirte que la escasez se debe a que el
Gobierno estranguló a los empresarios y por lo tanto al aparato
productivo, estamos en presencia de un cataclismo, una señal de que
fracasamos al explicar de qué se trata todo este proyecto.
Los comunicadores revolucionarios fallamos al no explicar bien de qué se trata el proyecto
Cuando te das cuenta de que el buhonero Pedrito Guzmán
habla como María Corina Machado no significa que ese pobre hombre es un
pedazo de güevón ignorante, comemierda y jalabolas de los ricos: quiere
decir que tú fracasaste en tu tarea de explicarle a ese hombre que si
los empresarios están bien el pueblo pobre estará mal. Que su rol en eso
que llaman "el cambio" consistirá otra vez en ser sirviente o esclavo
del empresario. Y que cuando ese esclavo ayude a llenar los bolsillos
del empresario entonces aparecerán 75 marcas de papel toalé en los
anaqueles, pero que el esclavo sólo podrá comprar la que le rompe el
culo.
Fracasamos nosotros, los propagandistas, no la gente a quien nuestro discurso le pareció inservible por complicado.
***
Mientras tanto, hay que acostumbrarse a la idea de que
eso es lo que hay, y en esas aguas hay que navegar. Y miren la calidad
de esas turbulentas aguas: el antichavismo se ha alzado con el control
de una instancia donde se deciden legalmente cuestiones del
funcionamiento del país, y detrás de él hay un tolete de pueblo que le
otorgó legitimidad.
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Así como hay momentos para reinventar y resignificar, hay
también otros para volver y reafirmarse sobre las ideas y palabras
echadas al viento de la historia, esa trituradora de sueños y teorías.
Estas líneas quieren ser un ejercicio de cuentos y recuentos dichos y
defendidos varias veces en los últimos años.
Cierto que no somos los mismos de hace 15 o tan siquiera 8
años, y por lo tanto muchas de las palabras y acciones de entonces
hayamos tenido que revisarlas o desecharlas. Pero hay unas líneas
maestras con las que uno debe armarse antes o en el momento de lanzarse a
la molienda. Eso que llaman principios o convicciones rectoras: esa
suerte de "manual de uso" del discurso, de la política y de la vida, que
es preciso tener presente para no terminar ricardosancheando,
ismaelgarciando o williamojedeando de aquí para allá y viceversa,
dependiendo de si la historia nos favorece o patea.
Las revoluciones son esencialmente ilegales
Usted puede declararse pragmático en el tono que quiera,
pero si no tiene un ancla que lo afirme en el sustrato sólido del amor a
su pueblo y el de los adentros (el amor y el respeto a sí mismo)
terminará adeco, militante de Bandera Roja o discurseador de Marea
Socialista.
***
El chavismo perdió el control de la Asamblea Nacional y
eventualmente perderá también el control de otros poderes (el judicial,
el electoral, el moral, etc). Conserva el Poder Ejecutivo y buena parte
de otro poder que casi ni se menciona, tal vez porque no es una
formalidad ni un ente legal: tenemos el Poder Comunal. A quien quiera
sopesar escenarios emocionantes vaya sacando esta cuenta: como la máxima
expresión de la Democracia Participativa y Protagónica es la Asamblea
General de Ciudadanas y Ciudadanos, vaya calculando qué puede ocurrir si
miles de Asambleas deciden seguir un rumbo distinto al que promueva o
apruebe la Asamblea Nacional.
¿Consejos comunales y comunas que decidan no reconocer a
los poderes del Estado? ¿Y cómo se sostendrán? ¿En qué estadio de su
proceso de autogestión se encuentran las comunas en las que vivimos?
¿Cuántos y quiénes estaremos dispuestos a declararnos en rebeldía contra
las instituciones? ¿Por qué rayos tenemos que disolver o suspender la
construcción de la sociedad comunal, si para eso no necesitamos permiso
de diputados ni de empresarios?
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Las revoluciones son actos esencialmente ilegales, pues
van contra lo establecido o permanecen al margen de lo establecido. La
Revolución ha sido a lo largo de la historia una conducta, una posición y
un ejercicio vital por el cual a sus ejecutores los persiguen,
excluyen, discriminan, torturan, encarcelan, allanan, asesinan y luego
terminan de despedazar en los libros de historia burguesa. Acá se ha
intentado voltear esa situación (y bien bueno que al menos una vez en la
vida perseguimos y pateamos a los criminales millonarios) pero sin
explicarles a los jóvenes qué cosa es la que estamos haciendo. En
consecuencia, ahora tenemos una legión de muchachos que creen que la
revolución consiste en tener un cargo, un sueldo, un uniforme, unos
cestatíquets y unos beneficios burocráticos.
El desaprendizaje y reaprendizaje consistirá entonces en
habituarnos a hacer la Revolución como antes y como en todas partes:
bajo asecho, persecución, amenaza y agresión del Estado, sus aliados
empresariales y sus instrumentos de represión (policías y ejércitos).
Eso nos tocará algún día.
Cuando ese día llegue, entonces sabremos quién se decía
revolucionario para defender un puesto y quién llevaba ese ardor en la
conciencia y en las venas. Habrá llegado el momento de conquistar
espacios, no con los votos de nadie sino con el amor de los que,
finalmente, logremos convencer de que otro mundo es posible.
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