domingo, 27 de diciembre de 2015

Diario de una argentina cambiante

Carola Chávez.


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10 de diciembre: Hoy estuve en la Plaza de Mayo. La experiencia fue tan emocionante que me dejó una felicidad que nunca se me va a pasar. La gente era distinta: muchas personas bellas, jóvenes, señoras distinguidas, todos con olor a perfume… No había negrada salvo la que aprovechaba el calor para cobrar 30 pesos la gaseosa chica o las banderas a 150. ¡De ninguna manera eran mayoría! Apretada, como cuando uno va en el subte, pude ir avanzando desde la calle San Martín por el lado izquierdo de la plaza. Hacía un calor infernal. No había más que banderas argentinas y algunas amarillas y tanta gente feliz. No me empujaron como empujarían los K en sus marchas, ni tropecé ni una sola vez, eso es cambio. Me saludaron y hablaron sonrientes personas que no conozco. Nadie nombraba a Cristina, como si no hubiese existido, salvo cuando Macri salió al balcón y todos cantamos: “¡Y ya lo ve, y ya lo ve, para Cristina que lo mira por TV!” Y tres veces le pedimos el baile. ¡Qué emoción!
12 de diciembre: Hoy en el supermercado había caras largas de K perdedores. Los precios se han ajustado y estos vagos temen no poder comer. ¡Pues que salgan a trabajar! El bife subió, sí, así que el asado del domingo les va a costar lo suyo. Justicia, porque aquí la gente no tiene papilas educadas para degustar lo bueno, aquí no se puede permitir que la gente coma cosas por comer. A mi también me costará más, pero no me importa, sé que lo bueno cuesta y por eso es que es bueno. Además, como dice Luis Etchevehere, el presidente de la Sociedad Rural: no es que la carne esté subiendo de precio sino que antes estaba muy barata. Una señora me buscó conversación y enseguida supe lo que era: una K cualquiera. Se quejaba de la suba de precios, hablaba de los derechos suprimidos que vendrían, deliraba, la loca, recordando el corralito. Yo la puse en su sitio: “A mi no me importa que me quiten derechos, que me suban el bife mientras no tenga que soportar a la Yegua en la Casa Rosada“.
13 de diciembre: Suben la harina, el pan y las galletitas… Mejor, así será más fácil conservar mi figura.
14 de diciembre: No más cadenas presidenciales. Ahora podré ver la novela sin interrupciones desagradables. Tenemos nuevos ministros, según leo en El Clarín. Gente capacitada, gente distinguida, gente de empresas para poner a funcionar este país. Se respira el progreso que viene con el cambio. No más populismo, no más Evita vigilándonos en desde la 9 de Julio. No más subsidios para vagos.
15 de diciembre: Dicen que en enero eliminarán los subsidios a la luz, agua, gas y transporte, y se dispararán las tarifas. Eso debe ser parte de la campaña de miedo K, que no terminan de entender que ya perdieron, que ya no existen, que están fuera. El cambio llegó para quedarse y yo para celebrarlo me voy a comprar un celular nuevo…
16 de diciembre: Confirma El Clarín el aumento en las tarifas de los servicios, pero entiendo que no podemos poner toda la carga en los hombros de los que siempre aportan: los ganaderos que no ha podido exportar sus cortes de primera, perdiendo millones por culpa de los caprichos de la yegua caprichosa; los pobres sojeros que han padecido las horrendas retenciones… los que más trabajan, los que más producen los que construyen este país… Hay que meterles el hombro.
17 de diciembre: Amanecieron los rumores K el el aire, la campaña de miedo no cesa. Ahora hablan de una devaluación que justo hace un mes, Macri nos juró que no haría. Los mantirosos K quieren resquebrajar la confianza que pusimos en Mauricio, a quien tuteo porque lo siento cercano, casi como parte de mi familia.
18 de diciembre: Devaluaron la moneda, dicen que por el bien de los argentinos. Hoy fui por el celular cuya compra había postergado y descubro que ahora el teléfono que quería cuesta el doble de lo que costaba ayer y, peor, y hoy mi sueldo vale la mitad. Lo bueno es que ya no hay cepo. Ahora cualquiera podrá comprar hasta dos millones de dólares cada mes. Que sirva esto de inspiración para trabajar más, para poder ser ricos un día y tener nuestros propios 2 millones de dólares que comprar.
19 de diciembre: Recorte de personal en la empresa. Salimos 500 trabajadores y yo que, por trabajar en el área de gerencia, jamás me consideré trabajadora. Trabajadores eran los negros, los de las manos sucias, los de los bajos sueldos… ¡Yo fui a la universidad, yo no soy trabajadora! Igual me cesaron, igual que a la negrada… Una empresa que sentimos nuestra, donde nos dijeron que éramos como una gran familia, a cuyos dueños invisibles fueron ejemplo e inspiración. Ellos, que hoy nos mandan a despedir porque “para salir adelante, hay que hacer sacrificios”… Pero esto no se puede quedar así, mañana mismo me voy a ministerio del trabajo donde acaban de nombrar como ministro a un alto directivo de la misma empresa que me acaba de despedir. ¡Noooo!
20 de diciembre: Por lo menos me queda el consuelo de que Juliana Awada, la Primera Dama, es joven, bella y elegante… Si de algo sirve ese consuelo… Y tan lindo y oloroso que fue todo, hace tan solo diez días, en la Plaza…

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