Ya se convierte en una tradición pasar por la esquina Las Gradillas en el centro de Caracas y encontrarse las lecturas colectivas organizadas por la editorial El perro y la rana en las afueras de la Librería del Sur. Diferentes autores venezolanos y latinoamericanos protagonizan estas jornadas públicas en las que transeúntes anónimos rompen su rutina para unirse a la gran fiesta de la lectura que gracias a las políticas culturales del Gobierno Bolivariano parece interminable. Y eso hay que celebrarlo.
Esta semana el turno fue de El chino Valera Mora. Para recordar su natalicio, fue leído por propios y extraños. Sus versos se adueñaron de las aceras apresuradas e irrumpió en las apretadas agendas de quienes viven en las grandes ciudades.
En nuestra memoria colectiva laten sus palabras, en mi caso particular, su gran poema Oficio puro:
Cómo camina una mujer que recién ha hecho el amor
En qué piensa una mujer que recién ha hecho el amor
Cómo ve el rostro de los demás y los demás cómo ven el
[rostro de ella
De qué color es la piel de una mujer que recién ha hecho
[el amor
De qué modo se sienta una mujer que recién ha hecho
[el amor
Saludará a sus amistades
Pensará que en otros países está nevando
Encenderá y consumirá un cigarrillo
Desnuda en el baño dará vuelta
a la llave del agua fría o del agua caliente
Dará vuelta a las dos a la vez
Cómo se arrodilla una mujer que recién ha hecho el amor
Soñará que la felicidad es un viaje por barco
Regresará a la niñez o más allá de la niñez
Cruzará ríos montañas llanuras noches domésticas
Dormirá con el sol sobre los ojos
Amanecerá triste alegre vertiginosa
Bello cuerpo de mujer
que no fue dócil ni amable ni sabio
Dice José Pérez en su necesario texto analítico Del cuerpo insomne en la poesía de Víctor Valera Mora:
Desde una primera cercanía a su corpus temático, se percibe en su poética la identidad idiomática, la contemporaneidad existencial, la prevalencia del yo individual como sujeto demandante del ser social, el reclamo a la justicia colectiva, los derechos de los desposeídos, la desacralización de ciertas “verdades”, el humor cáustico, la irreverencia, la increpación a la realidad histórico-política de la Venezuela del setenta y del mundo; su objetivísima visión de la injusticia.
Más allá de El Chino, de los autores que sean, El perro y la rana se ha dedicado con mucho afán a la promoción de la lectura. Más allá de la publicación de libros maravillosos, esa editorial está conformada por ciudadanos de a pie que se meten en los barrios, en las plazas de todo el país, en cualquiera de nuestros paisajes, para replicar las lecturas colectivas. Amas de casa, niños y niñas, trabajadores, estudiantes. Todos se van sumando.
Leer, leer y más leer. El lema de esta editorial es “Pueblo que lee no come cuento”, y más cierto no puede ser. Que esta gran fiesta de la lectura no se detenga jamás. Que en nuestros hogares vuelvan a leer a El Chino y tantos gigantes más de la palabra escrita. Y que cada día se multipliquen los visitantes a la biblioteca digital de El perro y la rana, donde pueden descargar sus libros de forma gratuita y donde van disponiendo semana a semana publicaciones especiales para que la celebración siga y siga y siga, entre lecturas placenteras.
Gipsy Gastello
@GipsyGastello
ggastello@gmail.com
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