De recién emigrada en mi primer trabajo
como niñera conocí al primer cubano ingrato, fue en la puerta de la
escuela donde estudiaban los niños que yo cuidaba, en un suburbio de
millonarios al norte de la ciudad. Él llevaba a sus hijos también,
recuerdo que lo saludó una maestra en español y él contestó avergonzado,
(la mayoría de latinos cuando aprenden a hablar en inglés se
avergüenzan de hablar español y no se lo enseñan a sus hijos nacidos
aquí) yo estaba a la par y no supe distinguir el acento, le pregunté y
me dijo que era cubano.
Qué felicidad sentí con lo mucho que amo
Cuba, pero enseguida comenzó a despotricar contra Fidel, eran bocanadas y
no paraba era como si le hubieran dado cuerda, y habló maravillas del
capitalismo y de Estados Unidos, por supuesto con una esposa gringa
millonaria que lo tenía durmiendo en sábanas de seda y conduciendo un
auto deportivo de último modelo. Era un cubano que imitaba a los gringos
hasta en la forma de vestir.
La vez pasada fui a caminar a la orilla
del lago Michigan, me topé con un heladero que llevaba su carreta
enganchada a una bicicleta, lo detuve y le compré un helado, resultó ser
cubano, nos pasamos una hora conversando a la sombra de un árbol, me
contó que lo trajeron de niño sus papás y desde entonces ha trabajado en
los mil oficios, de Cuba sabe poco, que Fidel (Castro, me dijo) es un
desgraciado que tiene empobrecida la isla, así le han contado sus papás y
los cubanos que conoce. El muchacho no tenía raíz alguna, lo pobre de
su conversación política estaba basado en el odio hacia Cuba que le
inculcaron sus papás. No me sorprendió.
Sucede algo particular con los cubanos,
que Estados Unidos les da documentos una vez toquen tierra gringa, pero
los sigue tratando como traidores, sabe que son traidores, sabe que esos
cubanos que lanzan pestes contra Cuba serían capaces de todo, que son
conspiradores y los utiliza. Sabe que esos cubanos no vienen en
migración forzada, como sucede con los migrantes específicamente de
México y Centroamérica. Esos cubanos que migran así, son incapaces de
percibir lo grande de su país, la inmensidad de un ser como Fidel que ha
resistido con dignidad el embargo impuesto por este país.
Que Cuba en educación, cultura, medio
ambiente, deportes y política es el estandarte de Latinoamérica y que es
ejemplar a nivel mundial. Que Cuba es superior a Estados Unidos aunque
este país se sienta una potencia mundial y haga alarde de ser el más
rico del mundo. Con una pequeña evaluación en Derechos Humanos…
Esos cubanos que son como esos
latinoamericanos clase media, burgueses camisas blancas que llegan a
este país con la única finalidad de casarse con gringos para tener hijos
ojos verdes y rubios, con nacionalidad estadounidense y que no hablen
español, pero sí francés, alemán e italiano. Que se sientan europeos
pero jamás latinoamericanos.
Esos cubanos al llegar a Estados Unidos
se dan en la nariz porque se dan cuenta que son tratados como escorias,
porque eso son. Porque una cosa es migrar, de lo cual todos tenemos el
derecho y otra muy distinta es ser desleal a un proceso revolucionario
que ha dignificado a todo un continente y que ha sabido resistir los
embates de la política externa de este país genocida. Quien esté contra
Fidel está contra Cuba, contra Latinoamérica, contra los pueblos en
desarrollo, contra la dignidad y la honra del ser humano.
Aunque se vistan como gringos, aunque se
pongan de alfombras, aunque chupen pitos, aunque se dejen dar por el
candelero los estadounidenses nunca los tomarán como parte de su
sociedad, ni a sus hijos porque un hijo nacido de padre o madre
latinoamericana siempre será ante Estados Unidos un latinoamericano y no
un estadounidense aunque nazca en esta tierra. Siempre será tratado con
discriminación así tenga todos los títulos de la universidad más
prestigiosa del país. Pero ahí está que los cubanos emigrados con todo y
papeles no pasan de pintar paredes, de componer tuberías, de trabajar
en construcción, de reparar calefacciones averiadas.
Y esos que cuando llegan al país en obras
de teatro, en equipos deportivos y deciden desertar, que sepan que lo
aprendido lo traen de Cuba, del socialismo, de ese país que a pesar del
bloqueo le apuesta a la educación y a la cultura, que el talento lo
desarrollaron en Cuba gracias a que la revolución que le apostó a lo
humano y no al consumismo. Que aquí aunque con ese talento desarrollado
terminaren como el resto de cubanos y latinos con papeles, limpiando
paredes de hospital y aulas de escuela se debe solo a que el sistema los
trata como tal. Aquí no viven mejor, eso es falso y quien lo niegue no
tiene sangre en la venas.
Esos cubanos vende patrias están regados
por todo Estados Unidos pero tienen su nido en Miami, desde donde lanzan
los ataques mediáticos y envían el apoyo económico (que les da el
gobierno de Estados Unidos con esa exclusiva finalidad) para
desestabilizar a Cuba que es un mito desde hace décadas. Tienen
representantes en el Congreso de Estados Unidos. Esos legisladores que
firmaron a favor de la continuidad del bloqueo y en contra de las
relaciones diplomáticas entre ambas naciones. Esos cubanos no aman Cuba,
no aman la entraña que los parió, la leche materna, el suelo propio.
Esos cubanos ingratos, lo único que quieren es ver la isla convertida en
harapos, como hoy mismo está Centroamérica, México, El Caribe, Perú,
Paraguay y Puerto Rico.
Esos cubanos deberían renunciar a la
ciudadanía cubana porque no merecen una patria tan digna, a un compañero
como Fidel. A un pueblo tan fiel como el que ha resistido todo este
tiempo.
En un país tan ingrato como Estados
Unidos, proliferan los latinoamericanos traidores y los cubanos
idólatras de un sistema que consume, despedaza y desaparece toda honra
de pueblo milenario que defiende con su vida su libertad. Allá tenían
campos, aquí viven en cuchitriles llenos de chinches y bajo el asedio de
la policía gringa. Así es el norte, también para los cubanos ingratos.
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com
Octubre 24 de 2015.Estados Unidos.
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