Leandro Albani
Irán-EEUU:
un acuerdo histórico para reordenar Medio OrienteIrán-EEUU: un acuerdo
histórico para reordenar Medio OrienteIrán-EEUU: un acuerdo histórico
para reordenar Medio Oriente Luego de dos años de discusiones y
enfrentamientos, Teherán y las potencias occidentales pactaron sobre el
programa nuclear iraní. ¿Quiénes son los ganadores y perdedores? Las
consecuencias del acuerdo para Medio Oriente.
El acuerdo alcanzado esta semana por Irán
y el Grupo 5 + 1 (Gran Bretaña, China, Francia, Rusia, Estados Unidos y
Alemania) sin dudas traerá consecuencias y reordenamientos en Medio
Oriente. El pacto referente al programa nuclear iraní con fines
pacíficos, que llevó 22 meses de duras y tensas conversaciones, no sólo
se observa como un triunfo de la diplomacia de Teherán, sino también
como un afianzamiento de otros grandes poderes en el mundo, como son
Rusia y China. Aunque se intente mostrar el acuerdo solamente en el
plano de la energía nuclear, los resultados comenzarán a verse con el
correr del tiempo, sobre todo en cómo Teherán y Washington se posicionen
de ahora en más sobre una región azotada por la inestabilidad, en la
cual el Estado Islámico (EI) marca alianzas a favor y en contra, y con
una puja hegemónica entre Irán y Arabia Saudita e Israel que se extiende
por la zona, como son los casos de Siria y Yemen, países que son
blancos de guerras de agresión por parte de la Casa de Saud y Tel Aviv.
Lo firmado
A grandes rasgos, el acuerdo reconoce el
derecho de Irán a un programa nuclear con fines pacíficos, con lo cual
Teherán ahora tiene la posibilidad de ingresar al mercado mundial en
materia de energía atómica. Además, se levantan las sanciones y
restricciones contra la República Islámica en los sectores bancario, de
industria de hidrocarburos, comercial, entre otros. A su vez, las
restricciones para la compra de armas por parte de Irán serán parciales
durante cinco años y anuladas posteriormente.
El levantamiento de sanciones sin dudas
impactará en la economía de Irán y de la región. La República Islámica,
una potencia en desarrollo permanente con una fuerte industria nacional,
mantiene una gran capacidad de relacionarse con otras naciones, sumado a
una política pragmática en lo comercial y de respaldo a los países que
hoy sufren la injerencia extranjera. Otro punto de suma importancia es
que con la caída de las restricciones, Irán podrá posicionarse como
potencia petrolera. En la actualidad, la nación persa tiene la cuarta
mayor reserva de crudo del mundo (150.000 millones de barriles), y es la
segunda mayor reserva de gas natural del planeta.
El pacto también contempla que la
Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) pueda acceder a las
instalaciones nucleares iraníes, incluso a algunos centros militares.
En estos últimos años, el organismo que depende de Naciones Unidas
realizó cientos de inspecciones en las centrales nucleares iraníes sin
encontrar rastros concretos de que Teherán tiene capacidad para
desarrollar armas de destrucción masiva.
Gente que no
Como era de esperar, las principales
críticas al acuerdo llegaron desde Israel. El primer ministro Benjamín
Netanyahu fue la punta de lanza contra el pacto, al que calificó como
“error de proporciones históricas”. El premier y representante de la
ultraderecha israelí volvió a la carga y acusó a Irán de tener “el
camino libre para desarrollar armas nucleares”. Con el mismo énfasis que
Netanyahu, diferentes dirigentes israelíes también se manifestaron en
contra del acuerdo, como el ex canciller Avigdor Lieberman, y el
ministro de Ciencia y Tecnología, Dani Danón.
La negativa de Israel antes la
posibilidad de que Teherán se desarrolle como potencia regional es
conocida. Además, el pacto alcanzado refuerza la posición de Irán en
Medio Oriente, por lo cual Tel Aviv ve con profunda preocupación que la
nación islámica, que mantiene su defensa de la causa palestina y es
contraria a la política guerrerista israelí.
Desde Arabia Saudita también se
comenzaron a escuchar posturas críticas al acuerdo. La agencia de
noticias saudita SPA citó a funcionarios de la monarquía que dieron un
tibio apoyo al pacto, pero dejaron en claro que si Teherán provoca
“inestabilidad en la región” habrá una “reacción firme” de la Casa de
Saud. De esta manera, la monarquía saudita dejó en claro que su lucha
contra Irán, que tiene a Yemen como principal escenario, continuará por
largo tiempo.
Sin dudar un instante, a las pocas horas
de firmarse el acuerdo, Obama se comunicó telefónicamente con Netanyahu y
con el rey sudita Salman bin Abdulaziz Al Saud, y les prometió realizar
todos los esfuerzos para promover las potencialidades y capacidades de
sus aliados en la región, demostrando nuevamente que la Casa Blanca,
pese a discursos distendidos y de cooperación, siempre inclina su
balanza hacia sus socios históricos en el plano militar, económico y de
expansión hegemónica.
Rechazo interno
La negativa al acuerdo entre Irán y el
Grupo 5 + 1 también se escuchó desde los círculos de poder
estadounidenses. Una de las principales declaraciones que transparentan
la posición de Estados Unidos llegó por parte de Ashton Carter,
secretario de Defensa, quien expresó que el acuerdo es “completo y
verificable” porque impide a Teherán dotarse de armas nuclearon. Seguido
a esto, Carter no dudó que afirmar en que “seguimos preparados y
dispuestos para reforzar la seguridad de nuestros amigos y aliados en la
región, incluido Israel, para defenderse de la agresión, garantizar la
libertad de navegación en el Golfo, y comprobar si hay alguna maligna
influencia iraní”. Carter aseveró que “vamos a utilizar una opción
militar si es necesario”. Las palabras del jefe del Pentágono se
conocieron apenas un día después de firmado el pacto y demuestran que al
interior de la Casa Blanca las fricciones y desavenencias siguen
latentes.
Desde el partido Republicano las voces se
levantaron al unísono para rechazar el acuerdo. El titular de la Cámara
de Representantes, el republicano John Boehner, apuntó el pacto como
“inaceptable” y afirmó que desde su partido “haremos todo para
detenerlo”.
Ante esta situación, Obama declaró que vetará cualquier resolución del Parlamento que obstaculice el acuerdo con Irán.
Desde el sector demócrata, el senador
Chuck Schumer llamó a efectuar un examen minucioso del acuerdo, mientras
que el legislador Robert Menéndez indicó que la flexibilización de la
venta de armas a Teherán es una “línea roja” que no se puede cruzar.
La discusión del pacto por parte de los
congresistas comenzará este mes. El Parlamento, con mayoría republicana,
tiene 60 días para votar y hasta 82 días en caso de veto. En ese
período de tiempo los republicanos intentarán sumar votos de los
demócratas para anular el levantamiento de sanciones contra Irán.
Mientras tanto, en Medio Oriente las
semanas por transcurrir revelarán el verdadero alcance del histórico
acuerdo entre Irán y Estados Unidos./enviado por Leandro Albani
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