Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
El
gobierno, sordo en su soberbia, no pudo establecer territorios de
discusión, de la dura, de la que busca el criterio, la verdad. Optó por
el camino fácil, cómodo construyó una torre de cristal, hizo de sus
deseos y de las voces aduladoras su propia realidad. Hoy el gobierno
vive en un espejismo y el país se retuerce en su existencia real.
El
país anda mal, muy mal, esto no lo duda nadie; los más moderados lo
dicen con elegancia, otros gritan, pero nadie lo duda. Los que antes
atacaban a la crítica que intentaba evitar el descalabro, los que
acusaban de salto de talanquera a la menor alerta, los que veían un
agente enemigo en cada crítica hoy callan asustados, o reconocen la
tragedia que no supieron advertir para su corrección.
No
es necesario enumerar lo que marcha mal, todos lo vivimos. La situación
es grave y el gobierno actúa en su burbuja, viviendo en otro país,
esquizofrénico, se mueve triste en un monólogo de teatro que nadie ve,
que nadie acredita. Viviendo el día a día, regodeándose con sus 3
millones, atacando a los “bachaqueros” que antes eran pueblo alzado y
ahora son "agentes enemigos", vive de espaldas a la realidad. Acusa a la
exxon de querer tomar el país, y simultáneamente le abre las puertas
del petróleo aquí a los socios de la exxon. No entiende que las
transnacionales son un tejido, que no hay compañía aislada, que todos
son defensoras del capitalismo.
La
esquizofrenia llega a todos los rincones, movimientos que antes
llenaban el Poliedro de juventud, que antes podían influir en la
política nacional, ahora se reúnen en una carpa sin entender que ese no
era su papel histórico. Hacen bloques, queso, cuando la historia los
llamaba a hacer Patria, liberar a la humanidad, construir el Socialismo,
no jugar.
Y aquí nos encontramos con la primera medida: hay que criticarse,
que cada uno, que cada Frente, que el gobierno, haga su balance.
¿Cumplió su papel?, ¿para esto los dejó Chávez?, ¿por qué el país está
como está?, ¿qué ha fallado, en que hemos fallado? Luego, esa crítica
debe ir a la práctica, tomar medidas, identificar al capitalismo como el
enemigo, al sistema, no a unos cuantos pendejos agrupados en
fedecámaras. Critíquense ahora, para que mañana no lo tengan que hacer
cuando todo esté consumado, para que no lloren lo que no supieron
defender.
Segunda medida, declare al gobierno en emergencia,
declare a la nación en emergencia, diga que la baja de los precios del
petróleo es un inmenso golpe, que ahora debemos ir a un periodo especial
soportado por los más conscientes. Convoque a la vanguardia de la
sociedad, deje atrás el clientelismo, la lucha por los curules, la
mentalidad electoral, a la socialdemocracia que tanto daño ha hecho.
Convoque un Estado Mayor Ideológico de la Revolución,
con los que están de acuerdo en todo, pero también y principalmente con
los que disienten, óiganse las críticas. Estúdiese dónde se erró el
camino, dónde falló la teoría. Diseñen una nueva estrategia, renueve
los equipos de dirección.
Convóquese,
entre otros, a Giordani, a Luis Britto, a los hermanos Lazo, a Vladimir
Acosta, a Vanessa Davies, a Julio Escalona, a José Vicente Rangel, a
Maryclén Stelling, al General en Jefe Jacinto Pérez Arcay, a Javier
Biardeau, a Atilio Borón, a Cristina González, a Néstor Kohan, a Roberto
López Sánchez, a Manuel Cabieses, a Rubén Zardoya…
Estas
medidas preliminares deben ser el inicio de un gran Golpe de Timón, de
una gran rectificación que emocione, que devuelva la esperanza al mundo
real, no al que habita en la torre de cristal. Háganle
caso a José Vicente cuando les dice, valiente, que se abran al país,
les está diciendo que tomen el pulso a la situación, que se bajen de la
torre de cristal, que agarren el toro por los cuernos, que se enfrenten a
la realidad real.
Aún
hay tiempo para rectificar, pero se necesita el alto coraje de los
grandes, los que son capaces de reconocer errores, de criticarse, como
aquel que reconoció que "por ahora" no habían alcanzado los objetivos
propuestos. Son tiempos de medir la grandeza de los dirigentes.
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