jueves, 9 de julio de 2015

Arcoíris

GABRIELA DEL MAR RAMÍREZ 

Es sorprendente la cantidad de juicios que deambulan en nuestra mente. Si somos maternales, seguramente acusaremos a algunas mujeres de ser descuidadas con sus niños y si somos liberales, desdeñaremos a las que se consagran íntegramente a su prole
Es sorprendente la cantidad de juicios que deambulan en nuestra mente. Si somos maternales, seguramente acusaremos a algunas mujeres de ser descuidadas con sus niños y si somos liberales, desdeñaremos a las que se consagran íntegramente a su prole. Siempre pensamos que los lentes con los que percibimos la realidad son los correctos. No obstante, el juicio que se hace con más rigor, es aquel que recae sobre uno mismo. Lo he visto en personas que empiezan a experimentar durante su adolescencia una inclinación afectiva por otra de su mismo sexo. O aquellas personas que luchan al no sentirse identificadas con el género asignado a su sexo biológico. Ellos y ellas se convierten en sus peores jueces e intentan “normalizarse” a través de relaciones indeseadas. Otros son más duros y se condenan a toda una vida fabricada para agradar a su entorno. Sorprendentemente, sumado a sus propias dudas, se cierne sobre ellos el estigma social del no reconocimiento. La dignidad de las personas es un pilar fundamental para cimentar una sociedad incluyente y esa es la razón por la cual está presente en nuestra Constitución como un valor. El papa Francisco lo expresa con su habitual cardinalidad al aseverar: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad ¿quién soy yo para juzgarlo?”.
No creo que el Papa haya pensado en cambiar la doctrina de la Iglesia. Pienso, más bien, que él estaba hablando de derechos humanos y se refería al sufrimiento que padecen las personas que son discriminadas por una condición que surge durante la formación de su personalidad. Afortunadamente, en estos tiempos, he visto organizarse a cientos de ellos y ellas para mostrar que además de luchar por sus propios derechos, apuestan al modelo bolivariano. Las banderas multicolores que identifican la causa ondean en la mayoría de las movilizaciones convocadas para defender a la revolución. Estoy segura que su participación y su compromiso; expresados en historias de vidas que trabajan, crean, edifican y defienden ideales legítimos, contribuirán a fortalecer su integración política, social y jurídica en nuestra sociedad. 

@gabrieladelmarp

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