GABRIELA DEL MAR RAMÍREZ
Es sorprendente la cantidad de juicios que deambulan en nuestra mente. Si somos maternales, seguramente acusaremos a algunas mujeres de ser descuidadas con sus niños y si somos liberales, desdeñaremos a las que se consagran íntegramente a su prole
Es sorprendente la cantidad de juicios que deambulan en nuestra mente. Si somos maternales, seguramente acusaremos a algunas mujeres de ser descuidadas con sus niños y si somos liberales, desdeñaremos a las que se consagran íntegramente a su prole
Es sorprendente la cantidad de juicios que deambulan en nuestra mente.
Si somos maternales, seguramente acusaremos a algunas mujeres de ser
descuidadas con sus niños y si somos liberales, desdeñaremos a las que
se consagran íntegramente a su prole. Siempre pensamos que los lentes
con los que percibimos la realidad son los correctos. No obstante, el
juicio que se hace con más rigor, es aquel que recae sobre uno mismo.
Lo he visto en personas que empiezan a experimentar durante su
adolescencia una inclinación afectiva por otra de su mismo sexo. O
aquellas personas que luchan al no sentirse identificadas con el género
asignado a su sexo biológico. Ellos y ellas se convierten en sus peores
jueces e intentan “normalizarse” a través de relaciones indeseadas.
Otros son más duros y se condenan a toda una vida fabricada para agradar
a su entorno. Sorprendentemente, sumado a sus propias dudas, se cierne
sobre ellos el estigma social del no reconocimiento. La dignidad de
las personas es un pilar fundamental para cimentar una sociedad
incluyente y esa es la razón por la cual está presente en nuestra
Constitución como un valor. El papa Francisco lo expresa con su
habitual cardinalidad al aseverar: “Si una persona es gay y busca al
Señor y tiene buena voluntad ¿quién soy yo para juzgarlo?”.
No creo que el Papa haya pensado en cambiar la doctrina de la Iglesia. Pienso, más bien, que él estaba hablando de derechos humanos y se refería al sufrimiento que padecen las personas que son discriminadas por una condición que surge durante la formación de su personalidad. Afortunadamente, en estos tiempos, he visto organizarse a cientos de ellos y ellas para mostrar que además de luchar por sus propios derechos, apuestan al modelo bolivariano. Las banderas multicolores que identifican la causa ondean en la mayoría de las movilizaciones convocadas para defender a la revolución. Estoy segura que su participación y su compromiso; expresados en historias de vidas que trabajan, crean, edifican y defienden ideales legítimos, contribuirán a fortalecer su integración política, social y jurídica en nuestra sociedad.
@gabrieladelmarp
No creo que el Papa haya pensado en cambiar la doctrina de la Iglesia. Pienso, más bien, que él estaba hablando de derechos humanos y se refería al sufrimiento que padecen las personas que son discriminadas por una condición que surge durante la formación de su personalidad. Afortunadamente, en estos tiempos, he visto organizarse a cientos de ellos y ellas para mostrar que además de luchar por sus propios derechos, apuestan al modelo bolivariano. Las banderas multicolores que identifican la causa ondean en la mayoría de las movilizaciones convocadas para defender a la revolución. Estoy segura que su participación y su compromiso; expresados en historias de vidas que trabajan, crean, edifican y defienden ideales legítimos, contribuirán a fortalecer su integración política, social y jurídica en nuestra sociedad.
@gabrieladelmarp
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