martes, 9 de junio de 2015

“Sembrar” acetaminofén: ¿Pueden unirse ciencia y saber popular contra la guerra económica?


Catorce millones de medicamentos vencidos y acaparados fueron hallados por el Sundde el pasado 13 de mayo en Maracaibo. Miles de medicamentos acaparados fueron incinerados por Pfizer días atrás innecesariamente en Carabobo, según denunciaron sus trabajadores el pasado 5 de junio. Pero en las redes sociales, estos casos indignantes prácticamente no han trascendido. No así las críticas a una joven precandidata del Psuv que, en un evento el pasado sábado, sugirió sembrar “plantas de acetaminofén” como forma de atacar la guerra económica. ¿Qué hay detrás de todo esto, además del desprecio típico de un sector de la oposición al pueblo venezolano? ¿Podemos confiar nuestra salud a las transnacionales farmacéuticas? ¿Son las plantas de la familia Plectranthus un sustituto milagroso al fármaco contra el dolor de cabeza? ¿La academia y la ciencia pueden unirse con los saberes populares para buscar soluciones a la dependencia científica y tecnológica?
En estos momentos, es muy difícil encontrar en Venezuela presentaciones del medicamento genérico acetaminofén, usado típicamente contra el dolor de cabeza. Tampoco se consiguen sus presentaciones comerciales, como Atamel y Parsel. Diferentes usuarios en la red social Twitter denuncian que, cuando por fin lo consiguen, éstos tienen una fecha de vencimiento apenas de dos meses en el futuro, pero fueron elaborados hace dos años. Lo que da a entender que algunos laboratorios los están acaparando intencionalmente.
Y las sospechas se confirman: El pasado 13 de mayo, la superintendencia de Precios Justos (Sundde) anunciaba haber hallado un lote de 14 millones de medicamentos vencidos en un galpón de la droguería SM Pharma, en Maracaibo, estado Zulia. El pasado 5 de junio, trabajadores de la planta Pfizer en Valencia denunciaban la incineración de medicamentos que en su mayoría no estaban en su fecha de vencimiento, muchos de ellos de gran demanda. “Podría estar ligado a la guerra económica desatada por la ultraderecha en contra del pueblo venezolano”, denunció Alí Mora, Secretario General del Sindicato de Trabajadores de la Pfizer.
Curiosamente, estos hechos irregulares que atentan contra la salud de las y los venezolanos no han tenido tanta trascendencia en las redes sociales como las palabras de Rona Gómez, precandidata a diputada del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) para el circuito 3 del Distrito Capital, quien, en un programa especial conducido en vivo por Mario Silva el pasado sábado, señaló que había que sembrar maticas de acetaminofén como respuesta a la guerra económica. O, al menos, así lo quieren banalizar algunas personas que han mantenido la palabra “acetaminofen” como tendencia (tema de mucha discusión) por dos días seguidos en la red social Twitter.
Pero Rona Gómez en realidad no fue tan simple en su comentario, que fue mochado y descontextualizado antes de ser colocado en redes sociales por opositores (pueden verlo completo aquí, adelantando el video a 1:22:30).
En primer lugar, Gómez resaltó la necesidad de que el pueblo venezolano se volviera capaz de producir bienes y servicios “a través de tecnologías propias”, como respuesta a la guerra económica que se vive en este momento. “Si no tenemos café, ¿qué hacemos? Vamonos adonde mis abuelas y hacemos un guarapito”, dijo Gómez ese día. “Hagamos una agüita de miel porque tenemos el papelón, y lo hacemos nosotros mismos los venezolanos. ¡Volvamos a nuestras raíces!”
Gómez destacó que el fármaco acetaminofén es usado en esta especie de chantaje que el empresariado ejecuta contra el pueblo venezolano, “gracias al acaparamiento de las transnacionales que nos están volviendo dependientes de la importación. Entonces, ¿qué es lo que tenemos que hacer los venezolanos? Sembramos nuestra matica de acetaminofén y le hacemos nuestro guarapito a nuestros muchachos. ¡Este es el venezolano con guáramo!”
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Uno de los innumerables memes que se emitieron desde las redes sociales en el caso de la “matica de acetaminofén”
¿Matica de acetaminofén? De inmediato, muchos simpatizantes de la oposición asumieron que era un ejercicio de la “brutalidad” que tanto señalan a los partidarios de la revolución bolivariana.La red social Twitter se llenó de insultos y memes, no sólo contra la joven chavista, sino contra todos los simpatizantes del proceso revolucionario.
Pero pronto muchas personas buscaron en Google y descubrieron que medios de comunicación para nada afines al chavismo, como el diario El Tiempo de Puerto La Cruz, o el diario El Propio, propiedad de Miguel Enrique Otero, hacían referencia desde el año pasado a la compra y consumo de hojas de una planta que la gente llama “acetaminofén”, y que, según otras fuentes, corresponde al falso boldo o boldo paraguayo, como forma de combatir las fiebres, dolores de cabezas y otras afecciones.
En otras palabras, la joven Rona Gómez no estaba equivocada.  Ella destacó que nació en un pueblito llamado Correr Viejo, tan pequeñito que ni siquiera el sabelotodo Google lo tiene en su gigantesca base de datos. Un pueblito donde seguramente viven muchas personas llenas de saber ancestral. Pero la prepotencia de quienes vivimos en las ciudades nos hace ignorar, desdeñar y hasta convertir en un chalequeo nacional lo que podría ser un regionalismo ampliamente extendido.
“La planta llega y se ven­de rapidito. Es muy buena, porque funciona igual, como si la persona se estuviera to­mando el medicamento, que está desaparecido de todas las farmacias”, aseguró María Velásquez “La catira”, vendedora del  mercado municipal de Puerto La Cruz, relatando su experiencia con la planta acetaminofén. Velásquez explicó al diario El Tiempo, en artículo publicado en septiembre de 2014, que las propieda­des curativas de la “planta acetaminofén” son las mismas del desapareci­do fármaco, y recomendó a las personas lavar bien un aproxi­mado de siete hojas y hervirlas durante 15 minutos. “Se deja enfriar y toma cada vez que aparezca la fiebre”, dice el artículo. “Dependiendo del gusto, puede mezclarse con jugo de naranja u otra fruta, para hacer más agradable su consumo”.
Es necesario recalcar que esta planta no produce el fármaco acetaminofén, ni ninguno de sus componentes. Simplemente hay personas dentro de nuestra población que le han colocado ese sobrenombre, como forma de resaltar las propiedades curativas que dicha planta aparentemente posee.
Desprecio al chavismo
Pues sí: la plantica llamada acetaminofén sí existe. El periodista José Roberto Duque, bajo su apodo Matías Jáuregui, explica en su artículo “Colonizados desde el lenguaje” en Misión Verdad: “Quien proviene del campo, vive en el campo, tiene familiares en el campo o se ha tomado la molestia de escuchar con atención a la gente campesina, sabe que muchas plantas tienen nombres distintos según la región, según sus propiedades y según se propaguen algunas marcas comerciales que se ponen de moda. Así, una planta que tiene propiedades antipiréticas es conocida en algunos lugares de Venezuela como atamel, en otras se le llama ibuprofeno y en otras más acetaminofén e incluso Bayer: es el pueblo apropiándose de los nombres comerciales de la industria, que por cierto se apropió antes de esas plantas para empaquetarlas en forma de pastillas, jarabes y menjurjes y vendernos lo que es originalmente gratis porque está en la naturaleza”.
Sin embargo, así como la oposición cae en despreciar lo popular, en decirle a sus niños “no te ensucies, que pareces un campesino” (convirtiendo en un peyorativo a un digno oficio gracias al cual todos los seres humanos nos alimentamos y vivimos) o en despreciar los conocimientos ancestrales provenientes de los pueblos originarios, también el chavismo a veces puede caer en el extremo opuesto: en despreciar a los científicos, médicos, farmaceutas, técnicos y profesionales ―en particular a los que están bien claros políticamente― quienes también tienen conocimientos importantísimos para echar pa’lante la revolución bolivariana.
Científicos, aportando
Funcionarios del gobierno bolivariano están claros en la necesidad de que los científicos también den su aporte en el marco de esta guerra económica que estamos viviendo.  “A veces asumimos de una vez ―y esto es un terrible error―que los científicos son ‘escuálidos’, como dicen algunos popularmente. ¡Eso es mentira! ¡Es terriblemente falso!”, acotó el ministro del poder popular para la Cultura, Reinaldo Iturriza, en una entrevista sobre la decisión de invitar a científicos al recientemente celebrado Congreso Internacional “Inventar la Democracia del Siglo XXI”.
Indicó: “En todos los campos de trabajo y de la vida en sociedad en Venezuela hay gente con mucho talento, que es verdad, muchas veces se mantiene al margen de la política porque a veces de verdad no provoca. A veces la política revolucionaria se parece mucho a la vieja. Pero a nosotros nos corresponde involucrar a estos compañeros y compañeras, a los que nunca hemos llamado. ¿Dime tú si los científicos vinculados al tema de la biotecnología no tiene nada que decir sobre la Ley de Semillas? ¿O un científico vinculado al área farmacológica no tiene nada que decir sobre cómo nos aplican la guerra con las medicinas?”, señaló.
Y no es de extrañar que haya científicos capaces opinando sobre el tema del acetaminofén, aunque a veces sus aportes quedan en un segundo plano, ocultos detrás del debate que, por un lado, se parte en expresiones peyorativas y de desprecio al chavismo, pero del otro se bate en una incondicional defensa al consumo de una planta que, hasta hace poco, era desconocida para buena parte de la población.
¿Qué es el acetaminofen?
“El acetaminofén (o paracetamol) es producido exclusivamente por síntesis química y comenzó a venderse con el nombre comercial de Tylenol en 1955″, explica Felix Moronta, biólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela, en el artículo “Sembrar acetaminofén” escrito este lunes como aporte a toda la controversia por las maticas. “Su dosis terapéutica es bastante segura, su precio es bajo y la disponibilidad es amplia, haciendo de él el medicamento más consumido del mundo para tratar dolores y resfriados comunes”.
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Estructura química del acetaminofén o paracetamol
Lo interesante de su artículo, es que él explica que las plantas de la familia Plectranthus, que incluyen a la que en Venezuela llamamos “acetaminofén” están siendo ampliamente estudiada en la actualidad, pues puede contener compuestos medicinales muy importantes. “La búsqueda de publicaciones científicas con la palabra ‘Plectranthus’ arroja 141 resultados, de los cuales 138 (el 90 %) han sido publicados en los últimos 15 años. Es más, desde el 2010 hasta el día en que escribo estas líneas, más de la mitad del histórico de trabajos han sido publicados (en solo 5 años). Ello demuestra un interés vertiginoso en investigar sus propiedades medicinales”.
“Se ha reportado que ciertos extractos de estas plantas podrían tener propiedades antibacteriales, antimaláricas, antileishmania o antiesquistosoma, y también antioxidantes, antiinflamatorias, anticonvulsivas, o incluso efectos positivos sobre la diabetes o la hipercolesterolemia”. En su artículo, Moronta resalta que algunas de las investigaciones sobre la planta Plectranthus indican que hay capacidades analgésicas en algunos extractos de esta planta. Sin embargo, lejos de recomendar que tomemos sus infusiones, Moronta advierte que el ingerir plantas sin saber lo que se hace, pudiera tener consecuencias fatales, dijo recordando el caso de dos bebés de cortísima edad que pudieron haber muerto en Lara por una mala aplicación de ciertos guarapos.
Moronta es biólogo pero no botánico, así que refiere con humildad a una especialista: su profesora de Biología Vegetal, Giovannina Orsini, bióloga y botánica de la UCV quien trabaja en el primer herbario etnobotánico del país, ubicado en la Facultad de Farmacia de la UCV. Y ella también escribió este lunes un artículo: “El sonado caso del acetaminofén – El deber llama”, en el que explica todos los pasos que deben realizar los profesionales de la botánica para identificar correctamente una planta, diferenciarla de plantas muy similares y determinar sus componentes tóxicos.
Plectranthus neochilus (Lamiaceae), Foto: Alexis Bermúdez
Plectranthus neochilus (Lamiaceae), Foto: Alexis Bermúdez
Sobre esta planta, que muchos llaman “acetaminofén”, la profesora Orsini advierte:  “Al recibir las primeras muestras de la planta viva determiné que se trataba de Plectranthus neochilus (hermana del ‘orégano orejón’, Plectranthus amboinicus), miembro de la familia Lamiaceae al igual que la menta, la albahaca, el romero y otras especies de interés culinario y medicinal. En la Facultad de Farmacia de la UCV, y según estoy leyendo ahora en la Universidad Centro-occidental Lisandro Alvarado, se están haciendo los estudios pertinentes para certificar la validez y seguridad del uso de esta planta. Mientras no se tengan claros resultados, es irresponsable recomendar ciegamente su uso”.
Y es que Orsini no está en contra del uso de los saberes ancestrales, pero lanza una advertencia: “no hay duda de que una planta funcione para un efecto, el problema está en la correcta identificación de la planta y la correcta dosificación: ‘tres hojitas’ de una planta que crece al sol pueden equivaler a sólo una de las que crecen en sombra; ‘un puño’ de un abuelo puede ser el doble del de una tía”.
Añade: “¡Las plantas se parecen! Normalmente los yerbateros venden un manojo seco y arrugado imposible de comparar con una planta creciendo en un jardín, por lo cual hay que confiar ciegamente en lo que te venden. Mi recomendación: así como evalúan la credibilidad de un vendedor de Amazon o de MercadoLibre, deberían evaluar la de los vendedores de hierbas de los mercados”.
Advierte Orsini que “cada persona tiene sensibilidad diferente a los compuestos químicos. Las plantas tienen compuestos químicos. ¡Muchos! A un niño menor de dos años no se le puede dar ni miel porque no la digiere. No tienen el sistema inmunológico lo suficientemente desarrollado para enfrentar todo lo que puede contener una planta. El riesgo es similar en personas adultas. Algunas personas son alérgicas a la penicilina y otros medicamentos sintéticos, así, de la misma manera se puede ser más o menos sensible a una planta o a otra. Todo en exceso hace daño”.
Tal vez esa sea la razón por la que el biólogo Felix Moronta aconseja promover la investigación científica de los efectos de esas plantas, crear una industria farmacéutica nacional para la síntesis química del acetaminofén y, por supuesto, educar a la población para que sigan al pie de la letra las recomendaciones de sus médicos.
Y nosotros añadiríamos: estas investigaciones que se están haciendo sobre la planta “acetaminofén”, para aislar sus compuestos y determinar sus propiedades curativas, no pueden dejarse en las manos de aquellas transnacionales que, en estos momentos momentos, están acaparando el fármaco acetaminofén. Son las mismas empresas que, si llegaran a descubrir las propiedades curativas de las plantas de la familia Plectranthus,  utilizarán las leyes de propiedad industrial, las patentes y otros recursos legales para privatizar el conocimiento detrás de esta planta (impidiendo que una empresa estatal o un pequeño emprendedor fabrique también este medicamento), y nos venderán los fármacos basados en ella a precios abusivos. O nos quitarán el acceso a ellos cuando quieran doblegar a los pueblos por razones políticas o económicas, como ocurre en estos momentos.
Conocimientos científicos y ancestrales juntos
Una sociedad socialista, en la que el conocimiento emitido desde las universidades y centros de investigación pueda coexistir junto a los saberes ancestrales de nuestros pueblos, sin duda que sería un gran avance rumbo a nuestra independencia y soberanía tecnológicas. Donde el conocimiento no se privatice, sino que su acceso sea libre para todas y todos.
Ojalá podamos ver a técnicos, científicos y farmaceutas, de los millones que se están formando en estos momentos en nuestras universidades públicas, elaborando el fármaco acetaminofén a partir de compuestos químicos y, en la habitación de al lado, a yerbateros y shamanes elaborando infusiones medicinales usando plantas medicinales claramente identificadas.
Pero trabajando juntos, y no compitiendo entre sí, ni mucho menos despreciándose.
 
 
Estrecho colaborador y antiguo miembro del equipo editor de Aporrea. Bracci es un celoso defensor del Software Libre y de la libertad de expresión.
 lbracci@gmail.com      @lubrio 
 
 
 

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