Los venezolanos aplaudimos la inauguración de la fiesta de las letras en un significativo municipio de Aragua y en la capital de Guárico como un acto de amor y justicia a los procesos creativos de notables intelectuales y artistas opacados por pensadores y virtuosos de las principales capitales del país.
En consecuencia, reconocer la importancia histórica, cultural e intelectual de La Victoria y Calabozo, enaltece y reivindica la memoria sociohistórica a favor del aún espinoso problema de la nacionalidad.
Justamente, tal como lo expuso Rodolfo Quintero, venezolanizar a Venezuela pasa por implosionar los substratos culturales de lo antivenezolano, que se expresa a través de los valores del consumo, la vergüenza étnica y nacional, por medio de la visibilización del talento que se cultiva fuera de los perímetros de la capital de la República como la de los homenajeados durante esas festividades: la profesora aragüeña Carolina Álvarez y el finado antropólogo guariqueño Efraín Hurtado. Si bien, este último marcó un hito científico-social importante en la Universidad Central de Venezuela.
Al respecto, cabe destacar que en la ciudad de La Victoria se bautizó el libro ¡Buenos días, señorita! del autor Alí Rojas Olaya. En el emblemático Teatro Ribas se dieron cita un nutrido grupo de educadores que aplaudieron el texto como imprescindible para su formación en vista de que reivindica el quehacer y accionar de un buen número de pedagogas venezolanas y nuestroamericanas, ensombrecidas por la ideología machista.
Por ello, el mencionado escritor dedica su obra “a todas las mujeres que sustituyen a las mamás y muy tempranito, después de cantar el himno en el patio de la escuela, las niñas y niños las reciben en el aula con un esperanzador y emotivo: ¡Buenos días, señorita!”.
El acertado esfuerzo del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, el Centro Nacional del Libro y los gabinetes estadales de Cultura, en conjunto con las autoridades regionales, en reivindicar la inteligencia, el arte, la historia y la cultura de ciudades consideradas secundarias, quiebra, definitivamente, la mentalidad colonial que exclama: ¡Caracas es Caracas, lo demás es monte y culebra!
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