El grupo de economías emergentes Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (Brics) fortalece significativamente su capacidad de incidir en la geopolítica mundial con la incorporación de Irán, Egipto, Etiopía, Arabia Saudita y Emiratos Árabes (Brics+).
Entre las fortalezas económicas destacan dos ámbitos: primero, energético. Al agrupar los principales países productores de petróleo y gas del mundo, se abre la posibilidad real para instrumentar acciones que allanen el camino al surgimiento de una nueva dinámica comercial que luche por superar la hegemonía del dólar en el comercio mundial, tomando como punto de partida el inicio de una actividad comercial intrapaíses Brics+ en el área energética.
Segundo, agrícola. Si bien es cierto que el triunfo de Milei en Argentina dejó sin efecto la incorporación de este país al bloque, no es menos cierto que países como Brasil, Rusia, India y China, entre otros, ocupan una posición estratégica en la producción de cereales (maíz, trigo, arroz, malta, sorgo, avena y centeno), lo cual abre un camino para promover un comercio intrarregional en una primera fase, basado en una moneda o cesta de monedas distinta al dólar.
En este contexto, la política externa de Estados Unidos aviva las contradicciones del actual orden mundial y acelera los cambios necesarios para establecer nuevas reglas de convivencia en pro del respeto, la soberanía y la autodeterminación de los pueblos.
Ello obliga a Venezuela a comprender la reconfiguración de la dinámica geopolítica, con el propósito de insertarnos en el nuevo orden mundial como un bloque de países enfocados en garantizar el crecimiento y desarrollo con justicia social.
Contamos con fortalezas en el ámbito energético (petróleo y gas) y agrícola. En el marco de las siete transformaciones planteadas por el presidente Nicolás Maduro, la transformación económica es un asunto de primer orden en aras de garantizar las políticas necesarias para la captación de inversiones y grandes alianzas nacionales e internacionales bajo reglas claras, asegurando el crecimiento y desarrollo integral en medio de una guerra económica sin precedentes en nuestra historia.
El crecimiento y desarrollo de la producción petrolera y no petrolera será nuestra mejor arma para garantizar una economía sólida, al servicio de la población, y el posicionamiento en el mercado mundial para el beneficio de nuestro país.
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