La embajada de los Estados Unidos en Bogotá, capital de Colombia, sin recato alguno publicó un Comunicado donde anuncia la llegada este mes de junio 2020 de una Brigada de la Fuerza de Asistencia de Seguridad del Ejército de los EE.UU (SFAB por sus siglas en inglés). El «objetivo» de esta Fuerza es la de asesorar a las fuerzas de seguridad de Colombia en su lucha contra el narcotráfico.
Llama la atención que este anuncio lo hace la Embajada de USA en Bogotá, no lo hace el Gobierno de Iván Duque. Lo hace sin la autorización del Senado Colombiano el cual, según lo dispone el artículo 173 de la Constitución de ese país, es quien debe autorizar la presencia de fuerzas militares extranjeras en territorio colombiano.
Se dice que esa Fuerza viene a asesorar a Colombia en la lucha contra el narcotráfico, cuando se sabe que Colombia es el primer país productor de coca en el mundo. Solo el año 2019 Colombia exportó 950 toneladas de coca, el mayor % de eso fue hacia el gran mercado de consumo de estupefaciente de los EE.UU.
Esa fuerza viene a proteger las llamadas «Zonas Futuro», un extraño concepto que define como tales zonas al Cauca, Córdoba, Catatumbo, La Goajira, Arauca y Nariño. Cuatro de esas “zonas futuro” están en la frontera con Venezuela.
LA FRONTERA COLOMBO-VENEZOLANA
Extensa región fronteriza comparten Colombia y Venezuela. Más de 2.219 kilómetros representa esa franja movediza donde no se sabe a ciencia cierta quién gobierna. Es una zona donde impera la ley de la selva. Allí se cometen los crímenes más abyectos e inimaginables, donde reina una fuente comercial gerenciada por un pranato que mueve cientos de miles de millones de dólares al año. Una región, como lo afirmó Miguel Antonio Caro en 1896, a la sazón presidente de Colombia, “…la frontera entre los dos países será, de un lado, como herida abierta y dolorosa y de otro, una barrera opuesta a la expansión del comercio y al desenvolvimiento d la riqueza”. Una frontera demarcada jurisdiccionalmente pero donde los ánimos jamás podrán ser divididos.
En esa zona (del lado colombiano) existen bandas que dominan todo el Departamento Norte de Santander. Por allí se desplazan sin control alguno, los Rastrojos, las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (antes Los Urabeños y Clan del Golfo), con dominio en Ureña y San Antonio en Venezuela y en Cúcuta, Villa del Rosario y Los Patios. Se registra el surgimiento hace cinco años para acá, de bandas delincuenciales locales como ‘Los Diablos’, ‘Los Canelones’, ‘Los Carteludos’ y ‘Los Cebolleros’, dedicadas al contrabando, la extorsión y al narcotráfico con operación en el área metropolitana de Cúcuta.
Todas estas bandas actúan con el “visto bueno” de las autoridades colombianas. Son ellas las que regulan la vida de los habitantes en la frontera. En adición y en el marco de una de las denominadas “zonas de futuro” existen en pleno desarrollo operaciones militares efectuadas en la región del Catatumbo para, presuntamente, neutralizar el accionar logístico y financiero de los grupos criminales que ahí convergen, y en el marco del Plan de Campaña Héroes de la Libertad, tropas de la Fuerza de Tarea Vulcano, una fuerza integrada por más de 11.000 soldados del Ejército colombiano, que actúan en Teorama, Norte de Santander, en el control de las operaciones de los grupos dedicados al narcotráfico. Se afirma que la Brigada de las fuerzas especiales de seguridad de USA, vendrían a apoyar en asesoramiento a estas fuerzas militares, en una zona limítrofe con Venezuela. Con vista a la larga historia de intervenciones de las fuerzas militares en el mundo y, concretamente, en América Latina y en el Caribe, esta Brigada de la Fuerza de Asistencia de Seguridad del Ejército de los EE.UU puede significar un peligro inminente para el gobierno y pueblo venezolano, máxime cuando es conocido el elevado porcentaje de sumisión del gobierno y ejército colombiano a los dictámenes del Pentágono. A esto agréguesele el despliegue de fuerzas navales en el Caribe y más concretamente en el triángulo conocido como el A-B-C (Aruba, Bonaire y Curazao).
Análisis:
La presencia de esta Fuerza de Asistencia y Seguridad de los EE.UU en Colombia, todo indica, es una operación militar encubierta para invadir a Venezuela. Si en verdad los gringos quisieran combatir el narco tráfico, empezarían por desbaratar las redes de distribución del mayor mercado de consumo de drogas del mundo: los mismos Estados Unidos. En ello coinciden analistas, intelectuales, periodistas y el partido de las Farc que hace vida política en el Congreso Colombiano, así como las autoridades del gobierno bolivariano en Venezuela.
Se trata de la implementación de la Doctrina de la Guerra Limitada que se estrenó en la Administración Obama y que bajo la argumentación de la lucha contra el terrorismo, la asistencia y «ayuda Humanitaria» se tradujo en intervenciones militares, derrocamientos de gobiernos legítimos, robo de los recursos energéticos y naturales de los países “conquistados”.
La teoría de la Guerra Limitada se implementa mediante la práctica de operaciones militares como mecanismo altamente politizado, empleando elementos disuasivos, de coerción en el discurrir de las crisis y de la guerra, diseñado para producir «acuerdos negociados» y no una victoria militar «total». Es una doctrina que busca erosionar la voluntad del adversario. Se trata de operaciones militares de largo plazo utilizadas como mecánico de coerción o de compulsión para obligar al enemigo a aceptar una salida negociada.
La estrategia de guerra limitada también prevé la introducción de fuerzas terrestres, que según el terreno, entrañaría otros tipos de operaciones bien convencionales, de insurgencia o contrainsurgencia. Es un ejercicio calculado (de manera premeditada), con empleo de la fuerza necesaria requerida y mediante el empleo de la fuerza estrictamente necesaria.
Está Fuerza Especial llega a Colombia ante el fracaso del «olvidado» Plan Colombia que se estrenó en la Administración de Andrés Pastrana en el año 2000. Llega ante el fracaso de la DEA en la «lucha» contra el narcotráfico; llega ante el fracaso de la Operación Gedeón montada en territorio colombiano y con asesoría de la DEA. Llega para boicotear los Acuerdos de Paz que, con todo y sus imperfecciones le restó efectividad a la represión militar que reinaba en Colombia, aunque los crímenes a líderes sociales han continuado. Llega ante el fracaso de la «Operación Bastón» caracterizada por la presencia de militares, políticos y policías corruptos, con nexos con el narcotráfico, complicidad con la eliminación de líderes sociales, espionaje electrónico, perfilamiento a opositores de izquierda, negociados en compra de armas, protección a la minería ilegal, venta de armas y salvoconductos a grupos paramilitares e irregulares son algunas de las acusaciones que la “Operación Bastón” revela sobre el ejército colombiano. Un conglomerado de bastones de mandos podridos. Por este motivo, Colombia no fue admitida como miembro de pleno derecho en las fuerzas militares de la OTAN.
La fuerza militar llega con el objetivo de establecer en territorio colombiano, una cabeza de playa que apalanque una intervención militar a Venezuela, lo que obviamente crea, como lo ha señalado el partido Farc un clima «altamente inquietante.
Este plan de guerra limitada en la pretendida lucha contra el narcotráfico no es nueva. Veamos algunos antecedentes:
En 1996, el 11 de julio, la Administración de Bill Clinton le retiró la visa al presidente Ernesto Samper en víspera de su viaje a la ONU, acusándolo de tener vínculos con los carteles de la droga. En el año 2000, 29 de agosto, es la fecha oficial de inicio del llamado Plan Colombia. Bill Clinton de visita a Bogotá, anuncia las maravillas del plan y el paquete de ayuda. Ese plan nació de las mentes de los senadores norteamericanos Mike DeWine, Gresley y Coverdell quienes lo presentaron el 20 de octubre de 1999 ante la 106 sesión del Comité de Relaciones Exteriores del Congreso de los EE.UU. El primer aporte de USA a Colombia lo fue por $ 1.319 millones. En el año 2002, 29 de noviembre, el Comando Sur de los EE UU inicio la operación en la Base Aérea de Tres Esquinas en Colombia, con el argumento de combatir el tráfico de drogas. En el año 2002, el 12 de abril tuvo lugar el golpe de Estado y derrocamiento x 48 horas contra el presidente Comandante Hugo Chávez. En ese golpe quedó demostrado la injerencia de la embajada de los EE.UU de Caracas y de su embajador. También se demostró la participación y financiamiento de USA a través de la NED y la USAID. En el 2004, 29 de febrero, tropas de los EE.UU invaden Haití y deponen al presidente Jean Aristide. La participación del embajador gringo James Foley y del de Francia, Thierry Burkard fue evidente y bochornosa. En el año 2009, el 28 de junio fue derrocado el presidente de Honduras Manuel Zelaya. La participación del embajador de USA Hugo Llorens quedó demostrado al organizar en su residencia la operación contra Zelaya. Finalmente, en el 2020, la Operación Gedeón planificada por asesores militares norteamericanos y ejecutada contra Venezuela desde territorio colombiano.
Conclusión:
La llegada de esta Fuerza de Asistencia de Seguridad de los EE.UU a territorio colombiano nada bueno presagia ni para Colombia, para Venezuela ni para la región. Es una acción bélica más de los EE.UU en su afán supremacista de mantener su presencia hegemónica en el Caribe y en toda América Latina. Es una vulgar reedición de la doctrina Monroe, inaceptable en estos tiempos donde se imponen nuevas corrientes geopolíticas, con bloques de poder diversos, con un mundo cada vez más pluripolar, menos unigénomico y menos imperial.
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