José Sant Roz
Éstas, podrían parecer verdades terribles que si no las internalizamos jamás saldremos de abajo:
1- Nunca un país poderoso ha buscado hacer feliz a un país débil. (En qué cabeza puede caber que Trump ama a Venezuela, y que por eso él va y la zampa a los narcotraficantes colombianos varios millones de dólares para que nos ayude!).
2- Los préstamos NO son los que han sacado a un país débil de abajo, de su ruina. Nadie podrá dar un ejemplo de que eso haya sucedido en la historia de la humanidad (El Plan Marshall no fue un préstamo sino un convenio entre poderosos para unirse y hacerse a sangre y fuego con África, Asia y América Latina).
3- Los préstamos se dan para sacarles provecho y para hacer más rico al que los otorga. Venezuela recibió de diversas naciones y organismos más de cincuenta préstamos fabulosos en el siglo XIX, y unos quinientos en el siglo XX, y no ha podido salir de abajo. Y ahora cuando trata de ser ella misma los malditos poderosos apuntan todas sus armas contra ella, asesinan a Chávez y nos bloquean horriblemente.
4- Los alemanes nos trajeron aquel “Gran Ferrocarril de Venezuela”, algo que nadie podía pagar (¡Y QUE NO NECESITÁBAMOS!) por cuya causa nos bloquearon y nos invadieron entre 1902-1903. Ferrocarril (causa de numerosísimas guerras) que desapareció sin dejar nada bueno ni útil.
5- Nosotros fuimos conquistados, esquilmados, explotados, esclavizados y asesinados en masa no por nuestro bien, sino para bienestar y satisfacción de los imperios de esta tierra.
6- El peor error es creer que lo que nos llega de afuera nos hará más fuerte. Importar objetos (para desarrollarnos) es casi siempre como meterle a un estómago un alimento difícil de digerir y que a la larga puede ocasionar envenenamiento mortal.
7- Importar es como consumir una droga. Te habitúas a ella, y el día que no puedes tener esos modos de vida importados enloqueces, te sientes miserable, idiota e infeliz. Entonces buscarás venderte como una prostituta. Ahí está el ejemplo de COLOMBIA.
8- Toda la fuerza de un ser está en su capacidad para obtener realmente cuanto necesita para su subsistencia. En lo posible NO depender de las mafias transnacionales.
9- La mayor desgracia es cuando te obligan imbuirte en el juego de los inventos ajenos (con el cuento de que debes modernizarte). Y acabas convirtiéndote en sostén de los más viles negocios de hampones y asesinos.
10- Vivíamos en un paraíso y nos “descubrió” un Gran Carajo, un capitalista genovés, que en su diario no hacía sino anotaciones sobre el oro que desesperadamente andaba buscando. Y desde ese momento comenzaron las grandes masacres y matazones.
11- Cuántos siglos llevamos nosotros pelando bolas, y el imperio euro-americano ahora esgrimiendo la pendejada monstruosa y criminal de que nosotros violamos los derechos, ellos, los más… ¡GRANDÍSIMOS HIJOS DE PUTA DEL PLANETA!
12- Me contaba en una ocasió el antropólogo Jean Marc de Civrieux, que los aborígenes nuestros jamás pegaban ni gritaban a los niños menores de siete años, y que cada niño en las tribus era considerado hijo de todos los adultos. Pegar a un niño significaba en el concepto de nuestros indios, dañarles el “espíritu”. Mucho es lo que nuestros programas de educación pueden aprender de la educación de los aborígenes, pero como esto significa “atraso”, es por lo que estamos comiendo nuestra triste arepa en esta alucinante selva de excremento, maquinas, consumismo y maldición.
13- También me refirió Jean Marc de Civrieux1, estudioso de las etnias de Venezuela, que la resistencia pasiva del indio al trabajo de estilo importado fue el motivo determinante de enfrentamiento entre indios y conquistadores y uno de los factores principales de los atropellos, rebeliones y genocidios. Y añade Jean Marc de Civrieux: “La cuestión del trabajo explica por qué el indio se resistía a poblar los repartimientos, encomiendas y reducciones, porque dedicaba todas sus energías, una vez reducido, a recobrar la libertad para poder atacar los pueblos de españoles y las misiones, desde sus propios refugios en la selva. Otros motivos bien conocidos eran el fanatismo de los invasores, su intolerancia religiosa y cultural, su sed de oro y de riqueza fácilmente adquiridas”.
14- Tolstoi sostuvo que la maldición de la humanidad es el dinero. Que para hacer el bien es inútil el dinero. Lo que es necesario es desprenderse, a lo menos por algún tiempo, de las condiciones habituales de la vida; no temer mancharse adquiriendo enfermedades contagiosas; tener el valor de sentarse en el camastro de los ancianos y decirles palabras arrancadas del corazón, para que sientan que quien les habla les ama y les estima sinceramente.
1-Los Aborígenes de Venezuela, Vol I, Etnología Antigua, Monografía Nº. 26, Fundación la Salle de Ciencias Naturales, Instituto Caribe de Antropología y sociología, Caracas, 1980, págs. 107, 108.
1- Nunca un país poderoso ha buscado hacer feliz a un país débil. (En qué cabeza puede caber que Trump ama a Venezuela, y que por eso él va y la zampa a los narcotraficantes colombianos varios millones de dólares para que nos ayude!).
2- Los préstamos NO son los que han sacado a un país débil de abajo, de su ruina. Nadie podrá dar un ejemplo de que eso haya sucedido en la historia de la humanidad (El Plan Marshall no fue un préstamo sino un convenio entre poderosos para unirse y hacerse a sangre y fuego con África, Asia y América Latina).
3- Los préstamos se dan para sacarles provecho y para hacer más rico al que los otorga. Venezuela recibió de diversas naciones y organismos más de cincuenta préstamos fabulosos en el siglo XIX, y unos quinientos en el siglo XX, y no ha podido salir de abajo. Y ahora cuando trata de ser ella misma los malditos poderosos apuntan todas sus armas contra ella, asesinan a Chávez y nos bloquean horriblemente.
4- Los alemanes nos trajeron aquel “Gran Ferrocarril de Venezuela”, algo que nadie podía pagar (¡Y QUE NO NECESITÁBAMOS!) por cuya causa nos bloquearon y nos invadieron entre 1902-1903. Ferrocarril (causa de numerosísimas guerras) que desapareció sin dejar nada bueno ni útil.
5- Nosotros fuimos conquistados, esquilmados, explotados, esclavizados y asesinados en masa no por nuestro bien, sino para bienestar y satisfacción de los imperios de esta tierra.
6- El peor error es creer que lo que nos llega de afuera nos hará más fuerte. Importar objetos (para desarrollarnos) es casi siempre como meterle a un estómago un alimento difícil de digerir y que a la larga puede ocasionar envenenamiento mortal.
7- Importar es como consumir una droga. Te habitúas a ella, y el día que no puedes tener esos modos de vida importados enloqueces, te sientes miserable, idiota e infeliz. Entonces buscarás venderte como una prostituta. Ahí está el ejemplo de COLOMBIA.
8- Toda la fuerza de un ser está en su capacidad para obtener realmente cuanto necesita para su subsistencia. En lo posible NO depender de las mafias transnacionales.
9- La mayor desgracia es cuando te obligan imbuirte en el juego de los inventos ajenos (con el cuento de que debes modernizarte). Y acabas convirtiéndote en sostén de los más viles negocios de hampones y asesinos.
10- Vivíamos en un paraíso y nos “descubrió” un Gran Carajo, un capitalista genovés, que en su diario no hacía sino anotaciones sobre el oro que desesperadamente andaba buscando. Y desde ese momento comenzaron las grandes masacres y matazones.
11- Cuántos siglos llevamos nosotros pelando bolas, y el imperio euro-americano ahora esgrimiendo la pendejada monstruosa y criminal de que nosotros violamos los derechos, ellos, los más… ¡GRANDÍSIMOS HIJOS DE PUTA DEL PLANETA!
12- Me contaba en una ocasió el antropólogo Jean Marc de Civrieux, que los aborígenes nuestros jamás pegaban ni gritaban a los niños menores de siete años, y que cada niño en las tribus era considerado hijo de todos los adultos. Pegar a un niño significaba en el concepto de nuestros indios, dañarles el “espíritu”. Mucho es lo que nuestros programas de educación pueden aprender de la educación de los aborígenes, pero como esto significa “atraso”, es por lo que estamos comiendo nuestra triste arepa en esta alucinante selva de excremento, maquinas, consumismo y maldición.
13- También me refirió Jean Marc de Civrieux1, estudioso de las etnias de Venezuela, que la resistencia pasiva del indio al trabajo de estilo importado fue el motivo determinante de enfrentamiento entre indios y conquistadores y uno de los factores principales de los atropellos, rebeliones y genocidios. Y añade Jean Marc de Civrieux: “La cuestión del trabajo explica por qué el indio se resistía a poblar los repartimientos, encomiendas y reducciones, porque dedicaba todas sus energías, una vez reducido, a recobrar la libertad para poder atacar los pueblos de españoles y las misiones, desde sus propios refugios en la selva. Otros motivos bien conocidos eran el fanatismo de los invasores, su intolerancia religiosa y cultural, su sed de oro y de riqueza fácilmente adquiridas”.
14- Tolstoi sostuvo que la maldición de la humanidad es el dinero. Que para hacer el bien es inútil el dinero. Lo que es necesario es desprenderse, a lo menos por algún tiempo, de las condiciones habituales de la vida; no temer mancharse adquiriendo enfermedades contagiosas; tener el valor de sentarse en el camastro de los ancianos y decirles palabras arrancadas del corazón, para que sientan que quien les habla les ama y les estima sinceramente.
1-Los Aborígenes de Venezuela, Vol I, Etnología Antigua, Monografía Nº. 26, Fundación la Salle de Ciencias Naturales, Instituto Caribe de Antropología y sociología, Caracas, 1980, págs. 107, 108.
Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.
jsantroz@gmail.com @jsantroz
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