Aidiana Martínez
Después de unas merecidas vacaciones, retomo la realización de mis
artículos y que mejor manera de hacerlo que analizando la 70° Asamblea
General de la Organización de Naciones Unidas, en el marco de la
aprobación de los 17 objetivos de Desarrollo Sostenible con los cuales
los mandatarios del mundo asumieron los compromisos allí planteados en
la búsqueda de un mundo justo e igualitario, con 169 metas buscan una
nueva esperanza de cumplir con las premisas que nos lleven a un planeta
sostenible y humanista.
A través de los años, especialmente desde la llegada del Presidente Hugo
Chávez, se ha planteado la necesidad de la refundación y
democratización de la Organización de Naciones Unidas, en sus discursos
de los años 2005 y 2006 ante la plenaria de este organismo, nos alertaba
sobre el cambio necesario que debía hacerse a este ente, el cual no
tenía nada de democrático, y que solo servía para complacer los
intereses de las llamadas potencias hegemónicas en desmedro de los más
débiles y excluidos.
Siguiendo la misma línea de Hugo Chávez, el Presidente Nicolás Maduro
enfatizo el afianzamiento del mundo multipolar el cual cada vez toma más
fuerza, adaptándose a los nuevos actores de la comunidad internacional.
Vivimos en un mundo de economías emergentes, de gobiernos progresistas,
quienes les han dado a los pueblos el justo protagonismo que les fue
arrebatado por dictaduras disfrazadas de “democracia representativa”,
las Naciones Unidas deben adecuarse a este sistema y dejar atrás las
anacrónicas y excluyentes estructuras creadas en el 1945. La propuesta
venezolana se basa “en una nueva política de paz mundial, respeto a
la soberanía y al desarrollo independiente de los pueblos en el marco de
un mundo pluripolar y multicéntrico, sin hegemonías de ningún tipo”.
Además, este escenario sirvió a nuestro país para realizar reuniones
geopolíticas y geoestratégicas marcando posiciones en temas importantes
de la coyuntura mundial, tal es el caso del apoyo dado al presidente
ruso Vladimir Putin en su llamado a ejecutar un plan de paz con alianzas
que solucionen verdaderamente el terrorismo y frenen la crisis
humanitaria en Siria producida por los ataques bélicos en la región,
alegando que “Naciones Unidas debe reaccionar y debe despertar
frente al drama de Siria, y debemos aprovechar, así lo creemos, el
fracaso estrepitoso, trágico de estas cuatro guerras –Siria, Afganistán,
Irak y Libia – para desde el Consejo de Seguridad, desde el sistema de
las Naciones Unidas, avanzar hacia nuevas normativas que prohíban el uso
de métodos intervencionistas”.
También el mandatario venezolano marco posición abogando por el cese del
bloqueo a Cuba, la recuperación por parte de Argentina de las islas
Malvinas y el cierre de Guantánamo, cosa que los lideres progresistas
han venido haciendo año tras año sin lograr ningún tipo de resultado
positivo. Además el presidente expuso las pretensiones de la llamada
operación tenaza, con la cual se pretendía enfrentar a Guyana y Colombia
con nuestro país, resaltando las herramientas diplomáticas ejercidas
por la Canciller Delcy Rodríguez las cuales han traído éxito en cuanto
al dialogo y la negociación en el marco de la diplomacia de paz ejercida
por Venezuela, siendo un éxito que, gracias al lobby diplomático
venezolano pudieran reunirse con Ban – kimoon los Presidentes Nicolás
Maduro y David Granger respectivamente logrando a través del dialogo
acuerdos importantes que permitan restablecer las relaciones de paz y
entendimiento con Guyana, aspiración que tiene nuestra República con
Colombia.
Venezuela de manera contundente exhorto a las Naciones Unidas a tomar
protagonismo ante la escalada terrorista específicamente del denominado
Estado Islámico, ante el cual este ente internacional mas allá de
llamados de atención no ha tomado posiciones contundentes con respecto a
este grupo mercenario quien viola los derechos humanos e implanta el
terror acrecentando la crisis humanitaria en la zona. Por esta y otras
razones como el genocidio palestino y la hambruna en África por ejemplo,
es necesario ir al contenido de la carta fundacional de la ONU y
revertir el abuso e incumplimiento de la misma por parte de potencias
que no han entendido que los sistemas hegemónicos ya no son parte de
este mundo multipolar. Principalmente se debe exhortar a la reforma del
Consejo de Seguridad, el cual no se adapta de ninguna manera al actual
mundo multicentrico. Los pueblos tienen un reclamo que hacen en una sola
voz, el respeto de su soberanía, el detener los abusos, los cuales son
avalados por un consejo de seguridad dictatorial, hegemónica y
guerrerista. Se debe dar apertura a países progresistas, con espíritus
pacíficos que lleven a las naciones armonía, siendo garantes del
cumplimiento de la carta de este organismo.
En cuanto a los nuevos objetivos planteados hasta el 2030 sobre el
desarrollo sostenible, sería ideal que todos los países especialmente
los llamados “del primer mundo” se abocaran a su cumplimiento ya que de
las metas anteriores no se tienen resultados positivos. En Europa y
Estados Unidos por ejemplo, la pobreza y desigualdad social fue en
aumento, no hubo aplicación de programas sociales eficientes a
diferencia de Venezuela y muchos países progresistas que han cumplido
estos objetivos y ya se están abocando a gestionar las políticas que
permitan cumplir con las nuevas líneas planteadas. Aunque aspiremos un
escenario positivo no podemos cerrarnos a la realidad y entender que
mientras existan las crisis humanitarias, ataques bélicos y desigualdad
social en el mundo es paradójico hablar de objetivos de desarrollo
sustentable en un mundo donde el sistema capital lo ha hecho
insostenible.
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