Caracas, marzo 5 - “Con Chávez todo, sin Chávez plomo” fue la
contundente y sentida frase que identificó a Lina Ninette Ron Pereira
como una de las máximas defensoras de la Revolución
chavista-bolivariana.
Combatiente, luchadora social de izquierda y fiel seguidora del Líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, partió a su siembra eterna el 5 de marzo de 2011, tan solo dos años exactos antes de la siembra del Comandante Eterno.
Lina batallante
En febrero de 1999, cuando llega al poder el Gobierno Bolivariano del Comandante Hugo Chávez, Lina Ron se convierte en una de las más apasionadas seguidoras del presidente Chávez, fundando el partido político socialista de izquierda denominada Unión Popular.
En el año 2008, junto a sus seguidores, tomó la sede del Palacio Arzobispal de Caracas, desalojando a todos los trabajadores del lugar, desde donde hizo público un comunicado en el que llamó a la reflexión y exhortó a los jerarcas de la Iglesia a que depusieran su actitud ante el proceso que se vivía en el país.
De allí en adelante, defendió con megáfono en mano y con actitud guerrera todos los procesos que encaminaron la Revolución.
A sus 51 años de edad, Ron dejó su legado político, social y luchador a todas aquellas mujeres patriotas y revolucionarias que batallan por los derechos del pueblo.
El ideal de Lina siempre consistió en luchar a favor de los más desposeídos para que no fueran víctimas eternas de la oligarquía y del imperialismo.
Combatiente, luchadora social de izquierda y fiel seguidora del Líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, partió a su siembra eterna el 5 de marzo de 2011, tan solo dos años exactos antes de la siembra del Comandante Eterno.
Lina batallante
En febrero de 1999, cuando llega al poder el Gobierno Bolivariano del Comandante Hugo Chávez, Lina Ron se convierte en una de las más apasionadas seguidoras del presidente Chávez, fundando el partido político socialista de izquierda denominada Unión Popular.
En el año 2008, junto a sus seguidores, tomó la sede del Palacio Arzobispal de Caracas, desalojando a todos los trabajadores del lugar, desde donde hizo público un comunicado en el que llamó a la reflexión y exhortó a los jerarcas de la Iglesia a que depusieran su actitud ante el proceso que se vivía en el país.
De allí en adelante, defendió con megáfono en mano y con actitud guerrera todos los procesos que encaminaron la Revolución.
A sus 51 años de edad, Ron dejó su legado político, social y luchador a todas aquellas mujeres patriotas y revolucionarias que batallan por los derechos del pueblo.
El ideal de Lina siempre consistió en luchar a favor de los más desposeídos para que no fueran víctimas eternas de la oligarquía y del imperialismo.
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