domingo, 10 de marzo de 2013

Humilde gratitud, Presidente.

MARIADELA LINARES


De pronto, las letras se desaparecieron del teclado y la pantalla en blanco es el reto más grande que hemos enfrentado desde que acogimos esta profesión. Las palabras, escurridizas, están escondidas tras el corazón oprimido. Se refugian ahí porque se sienten inútiles. El sentimiento y la emoción se apoderan de todos los espacios.
Pero siento el deber de decirte lo que millones han estado pensando en estos días: eras y seguirás siendo el más grande hombre que ha parido estas tierras en los últimos doscientos años. Te estamos agradecidos por haberte consagrado, como lo hiciste, a una causa que rompió con la maldición de que estábamos condenados a vivir bajo el dominio de las fuerzas económicas.

Gracias en nombre de esos millones que hoy saben leer y escribir, de los que culminaron su bachillerato con "Ribas" y hoy ostentan un título universitario que les dio "Sucre". Gracias en nombre de los millones que pudieron atender su salud en su propio barrio y en el de aquellos que recuperaron la vista como un milagro. Gracias por los niños de la calle que ya no viven en ella y por los indigentes que acogió Hipólita. Gracias por los centenares de miles que hoy tienen techo propio, por los campesinos beneficiados con tierras y créditos, por los indios reivindicados en sus espacios, por los chamitos operados en el Cardiológico, por los discapacitados atendidos, por los deportistas impulsados, por las decenas de escuelas, liceos y universidades creados.

Gracias por haberle quitado Pdvsa a la oligarquía, por iniciar el proyecto de los ferrocarriles del Estado, por resucitar la Opep; por las canaimitas, los carros chinos, los satélites, la telefonía. Gracias por la integración latinoamericana, la Alba, la Unasur y la Celac. Son tantas las gracias que Caracas se hizo pequeña para albergar a tanta gente que quiere dártelas. Pero, por sobre todas las cosas, gracias por haberte mimetizado y convertido en pueblo; por hablar como todo el mundo, por romper esquemas y llamar a las cosas por su nombre, por hacerte cercano, accesible, como uno. Las palabras por fin salieron pero el espacio se quedó corto: muchas gracias, Presidente. ¡Hasta siempre!


Mlinar2004@yahoo.es

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