Rock Nianga
Desde hace años, el movimiento social mundial viene denunciando el abandono de la soberanía alimentaria por parte de los llamados países pobres, y auguraba que, algún día, la dependencia de las importaciones se pagaría muy cara. Ese día ya ha llegado… África y otras regiones del Sur siguen engarzando su rosario de desgracias originadas por el capitalismo. Desde hace varias semanas, los motines del hambre que se han desencadenado en Camerún, Costa de Marfil, Senegal, Egipto, Burkina Faso (en estos países hubo motines, pero el estallido de los precios de los productos alimentarios afecta a todos los países africanos) y otros países del Tercer Mundo, demuestran ampliamente que el sistema económico vigente, dirigido por el mundo capitalista, está plagado de deficiencias que actualmente están destrozando los compromisos del milenio adoptados por todas las naciones del mundo para la lucha contra la pobreza. El discurso oficial explica el origen de esta crisis alimentaria por los siguientes hechos: mayor demanda de cereales para la producción de biocombustibles, aumento de la demanda de alimentos para el ganado, cambio climático, subida del precio del combustible en el mercado internacional y escasa financiación de la agricultura de los países subdesarrollados. Origen climático En algunos países, el cambio climático debido al calentamiento global es un factor que explica el descenso de la producción agrícola. Eso podría parecer un hecho natural del cual el hombre no es responsable, ¡por supuesto que no! Desde hace varios decenios, los especialistas del medio ambiente vienen dando la voz de alarma en relación con el alto grado de emisiones de gas de efecto invernadero de cierto número de países, entre ellos EEUU, reconocidos como los mayores contaminadores del mundo, y que siguen haciendo lo mismo a pesar de las presiones de las conferencias internacionales (Río en 1992, Kioto en 1997 y La Haya en 2000) y diversas reuniones internacionales. La última, la de París. Durante dichas asambleas, EEUU fue el centro de las críticas por su resistencia a las políticas de reducción de dichas emisiones de gas de efecto invernadero. El incumplimiento de las normas del medio ambiente del planeta por parte de EEUU y otros grandes contaminadores como China, la Unión Europea o la India, amenaza la agricultura a escala mundial y contribuye masivamente a la crisis alimentaria que pone en peligro la vida de las poblaciones del sur y por lo tanto afecta a la economía de los países concernidos: «El cambio climático dificultaría, todavía más, la capacidad del mundo para alimentar a una población creciente», declaró Kandeh K.Yumkella, Director General de la Organización de las Naciones Unidos para el Desarrollo Industrial (ONUDI), el 9 de abril de 2008, en el primer foro mundial para la agroindustria, celebrado en Nueva Delhi, India. Un país subdesarrollado en el que del 38 al 40% del presupuesto del Estado se consagra cada año a una deuda exterior, que en realidad ya se reembolsó más de diez veces, ¿cómo podría enfrentarse a una gran plaga como el cambio climático? Vinculación con la producción de biocombustible La producción de biocombustible es uno de los factores de la crisis alimentaria. Es un elemento que obstruye la alimentación y hace aparecer la competencia entre la necesidad humana y la animal. Si antes, por ejemplo el 80% de la producción agrícola o de los capitales se dedicaban a la agricultura destinada a la alimentación humana y un 20% a la producción de alimentación ganadera, actualmente la producción de biocombustible viene, hasta cierto punto, a obstruir la producción alimentaria y origina un enorme déficit. Muy movilizados por la producción de biocombustibles, los países ricos ya no proporcionan a los países del sur las mismas cantidades de productos agrícolas debido al aumento creciente de la demanda de biocombustible. Y este déficit afecta rápidamente a los países del sur, ya que desde los años ochenta dependen del exterior debido a las impopulares y antisociales medidas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. ¡Y lo que es más grave! Cuando la comunidad internacional deplora este tipo de actividad agrícola por sus repercusiones en el ámbito alimentario, el Banco Mundial, de hecho, la promociona. Efectivamente, el Banco ha lanzado un programa de ayudas para subvencionar la investigación del desarrollo agrícola de los biocombustibles que contradice las aspiraciones de toda la humanidad, preocupada por el déficit alimentario. El cierre de inscripciones para dichas subvenciones ha sido este 21 de abril de 2008. ¿Esta institución no está promoviendo otra crisis alimentaria? Vinculación con la subida del precio del petróleo En los países del Sur, especialmente en África, la situación alimentaria se reveló precaria por la subida del precio del combustible, que afecta considerablemente a los precios de los productos alimenticios locales. Cuando los grandes medios de comunicación occidentales abordan esta subida del precio del combustible, sólo hacen alusión a que el estallido de los precios del barril afecta, en primer lugar, a los países ricos. Olvidan el estallido de los precios que tuvo lugar desde 2006 debido al cese inmediato de las subvenciones del combustible y, sobre todo, a la subida, a todo trapo, de los productos derivados del petróleo bajo las instrucciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. En varios países de África, incluso los mayores productores de petróleo, los productos alimentarios locales experimentaron un aumento de precios antes de esta explosión de los precios del combustible a nivel internacional, desde que se aplicaron esas medidas impopulares. Esta subida se ha hecho gradualmente. Congo Brazzaville está en la segunda subida y en los próximos días aparecerá otra inflación de los productos alimentarios debida al tercer aumento del precio del combustible y también por la primera subida del precio de la electricidad y el agua, impuesta por las mismas instituciones financieras internacionales. Desde su regreso de Washington en junio de 2006, el jefe del Estado congoleño lo había anunciado en la prensa en estos términos: «Se ha pedido al gobierno que reduzca el déficit de 20.000 millones de FCFA este año, el déficit de la CORAF [Refinería congoleña] (…). Y lo mismo con la electricidad y el agua, según las medidas que debemos discutir con los socios del Banco Mundial y el FMI. Se adoptarán una serie de medidas en el sentido de la revisión de los precios, aunque dichas medidas serán graduales. Debemos decir la verdad a nuestro pueblo, que estas medidas se adoptarán gradualmente». Así, el Congo espera con angustia las demás inflaciones de los precios del agua y de todos los productos alimentarios cuya fabricación o conservación necesitan electricidad. ¡Preparémonos! En el asunto de la subida del precio del petróleo en el mercado internacional, la cuestión se aborda con un objetivo preciso: hacer que la responsabilidad de la crisis alimentaria recaiga sobre los países miembros de la Organización de los Países Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP) y más concretamente en dos países: la Venezuela de Hugo Chávez y el Irán de Mahmud Ahmadinejad que actualmente, haciendo uso de sus respectivas soberanías, no se pliegan a las exigencias occidentales, sobre todo estadounidenses, de aumentar la producción de petróleo para que bajen los precios. Origen financiero La actual crisis alimentaria se debe a la escasez de recursos asignados al sector agrícola. En su informe de 2008 titulado «la agricultura al servicio del desarrollo», el Banco Mundial, sin asumir la responsabilidad, señala que esta crisis se debe a la escasa financiación de la agricultura en los países pobres. Sólo el 4% de la ayuda pública al desarrollo va a la agricultura en los países pobres y un 4% de los gastos públicos totales se destina al sector agrícola, destaca el informe. Habría que plantear en este momento la cuestión de por qué los presupuestos asignados al sector agrícola en los estados africanos, sin embargo proveedores de capitales, están en un nivel tan bajo. La escasa financiación del sector agrícola se debe a la aplicación de la política de las Instituciones de Breton Woods, impuesta a casi todos los países del sur. En efecto, para que los países del sur consigan bastantes capitales para reembolsar sus deudas frente a sus acreedores del norte, el Banco Mundial (bajo la influencia de Estados Unidos) y el Fondo Monetario Internacional (bajo la influencia europea) impusieron desde 1982, tras la crisis de la deuda que se desencadenó en México, una austeridad presupuestaria a todos los países. Esta medida consiste en poner en primer lugar el pago de la deuda en detrimento de los gastos sociales (sanidad, educación, transporte, agricultura…) de estos países pobres. Esta austeridad, inscrita en los Planes de Ajuste Estructural (PAS) hoy bautizados como «Iniciativa para los Países Pobres muy Endeudados» (IPPTE), tiene dos objetivos. El primero es sacrificar los presupuestos sociales de los países del sur para acumular el máximo de capitales destinados al servicio de la deuda pública externa. Así, los países del sur consagran por término medio del 38% al 40% de sus presupuestos anuales para la deuda, frente a un 4% para la agricultura. En 2006, en Congo Brazzaville, la parte asignada al Ministerio de Agricultura fue el 0,2% del presupuesto anual frente al 45% para la deuda. ¡La deuda lo primero! Hay que señalar que la ley financiera de 2006, igual que las leyes financieras anteriores, siempre se examinan por las instituciones internacionales, especialmente por el Fondo Monetario internacional, antes de someterlas a los parlamentarios para el voto. Este presupuesto se ha sometido a la Asamblea Nacional con un retraso de cinco meses ¡Porque las instituciones de Bretton Woods encontraban enorme el volumen del sobre destinado a los gastos sociales! En su informe 2008 (versión provisional en 2007), el Banco Mundial hace la siguiente constatación: «Muy a menudo, la potencialidad de la agricultura para el desarrollo se ha infrautilizado (…) En muchos casos, el desarrollo de la agricultura ni siquiera se tuvo en cuenta. Los países en desarrollo, con demasiada frecuencia, experimentan una infrainversión y una mala inversión». Tras denunciar la «mala inversión», es decir, la mala orientación de los créditos, el Banco Mundial concedió al Congo Brazzaville, en junio de 2007, una suma de 20 millones de dólares destinada a financiar un proyecto agrícola, por valor de 40 millones, para un período de cinco años. Este proyecto se distribuye en cuatro fases: La primera, por un valor de 4,71 millones de dólares, consiste en reforzar las capacidades de los agentes del Ministerio en el ámbito de la pesca y las explotaciones. La segunda fase, por valor de 16 millones de dólares, se destina a rehabilitar y construir carreteras rurales con el fin de permitir a los agricultores y ganaderos (que por otra parte ya no existen) transportar su producción. La tercera fase, por valor de 7,6 millones de dólares, está destinada a ayudar a los pequeños agricultores a familiarizarse con las nuevas técnicas para aumentar la producción. La cuarta fase, por valor de 4,7 millones de dólares, es para la coordinación y gestión de las actividades del famoso proyecto. He aquí lo que el Banco Mundial califica de buena inversión. ¿Eso no es realmente una mala inversión? Esta suma podría permitir la creación de una auténtica unidad de producción agrícola. La situación es similar en Camerún, dragón del África central que, a pesar de su potencial agrícola, ha sufrido motines del hambre. En 2007, sólo un 1,8% del presupuesto anual se dedicó al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y un 0,4% al Ministerio de Ganadería e Industria Animal. Los dos Ministerios encargados del desarrollo rural, por lo tanto, recibieron en conjunto el 2,2% del presupuesto total. Y no olvidemos que una buena parte de esta suma no llega a los beneficiarios debido a la corrupción. En efecto, un estudio realizado en 2004 por la Asociación Ciudadana de Defensa de los Intereses Colectivos (ACDIC) demuestra que de 100 FCFA asignados al desarrollo rural, sólo 5 FCFA llegan a su destino. Efectivamente, la corrupción batió marcas desde que bajaron los salarios de los gestores de la función pública camerunesa, a raíz de las prescripciones vinculadas a los Planes de Ajuste Estructural. Más allá del objetivo de obligar al reembolso de la deuda, para los países del norte se trataba de aniquilar la agricultura de los países del sur, que en los años 80 constituía el pilar de la política de autosuficiencia alimentaria, y de destruir la base de industrialización, especialmente en el sector agroalimentario, que había empezado después de las independencias, con el fin de poner al sur en una situación de dependencia de las grandes empresas agroalimentarias del norte. Este objetivo también se consiguió. Realmente, si los países fuesen soberanos en cuanto a la alimentación, no habría surgido esta crisis. Las mismas causas producen los mismos efectos: en la actualidad, todos los países que se hallan bajo el yugo de las instituciones financieras internacionales están expuestos al hambre. Soluciones «interesadas» de la crisis alimentaria La crisis está ahí y los motines del hambre se multiplican, entonces los «salvadores» ¡ahora aportan las soluciones! Actualmente vemos en las cadenas de televisión a los supuestos donantes que aportan ayuda a los pobres del sur, los sacos de arroz, leche o judías, con la inscripción «made in USA». Consciente de la posibilidad del desencadenamiento de tales crisis y el riesgo de su amplitud, como consecuencia de las distintas políticas concebidas en lujosas oficinas de Washington, Londres o París, EEUU había creado como medidas complementarias, desde el año 1980, un fondo de ayuda alimentaria y un stock de millones de toneladas de cereales. Seguramente gracias a este fondo EEUU se ha convertido en el mayor proveedor de ayuda alimentaria del mundo. En África, el país del tío Sam ya ha «ayudado» a Etiopía, Eritrea, Sudán y Sudáfrica y ya concedió más de 2.100 millones de dólares en 2007 a setenta y ocho países del mundo. Para la crisis actual, el presidente estadounidense George W. Bush se compromete a conceder 200.000 millones de dólares a los países más afectados. Esta decisión sigue a la llamada del 1 de mayo de 2008 de ayuda urgente a los países más afectados, llamamiento efectuado por Robert Zoellick, el veterano de la guerra de invasión de Irak colocado a la cabeza del Banco Mundial para ejecutar la voluntad de la Casa Blanca y los intereses privados de los grandes capitalistas del país del tío Sam, que sustituye a Paul Wolfowitz otro veterano, éste de la guerra de Vietnam, que había prometido a la humanidad luchar contra la corrupción en África. ¡Desgraciadamente, él mismo metió la mano en la caja! Entonces, ¿el gesto estadounidense puede ser un acto caritativo? ¡Nada más lejos de la realidad! Las supuestas ayudas acordadas por EEUU tienen muy poco de filantrópicas. Es el comercio del dinero. En el mundo capitalista, el mundo en el que el dinero prevalece sobre el hombre, no hay sentimientos filantrópicos, sino que esta situación ofrece buenas oportunidades de hacer inversiones rentables, es decir, préstamos que producirán beneficios a largo plazo. Para G. W. Bush, los países desarrollados tienen la responsabilidad de ayudar a los pueblos hambrientos. El hambre es una peste y su expansión da miedo. En efecto, según Robert Zoellick en un discurso titulado «De la gestión económica en tiempos difíciles» pronunciado en relación con las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial, «treinta y tres países del mundo son víctimas de disturbios sociales a raíz de la explosión de los precios de los alimentos y la energía. En estos países, donde la alimentación representa entre la mitad y tres cuartas partes del consumo, no hay margen de supervivencia». En este discurso, como alternativa, el presidente del Banco Mundial recurre a la movilización del 1% (es decir, un importe de 30.000 millones de dólares) de los activos de los fondos soberanos, creados por los países que tienen un excedente de recursos con relación a sus necesidades inmediatas. Estos fondos están en moneda extranjera. Actualmente, más de veinte países tienen fondos soberanos, entre ellos China, Australia, Singapur, Noruega, Canadá y Rusia). Se estima que los fondos aportarían actualmente tres mil millones de dólares para ayudar al África subsahariana. Asimismo el Banco Mundial y sus socios, que hacen llamamientos en ayuda de África, también encuentran allí una oportunidad (el hambre) para hacer inversiones rentables pretendiendo dar «ayudas», que en realidad son préstamos con intereses destinados a perpetuar la deuda. Así, el Banco Mundial prometió 800 millones de dólares en préstamos para la agricultura. La actual crisis alimentaria un escenario ideal para los negocios. Por lo tanto, cada uno puede servirse de sus medios para realizar sus inversiones. Las auténticas soluciones de la crisis alimentaria Si el Banco Mundial, el FMI y los países ricos quieren resolver el problema de la crisis alimentaria para salvar a las miles de vidas humanas que hoy están en peligro, deben proceder a la anulación del pago de los créditos de los países afectados para liberar los presupuestos, que en dichos países deben asignarse a la agricultura, ya que la insuficiencia financiera del sector agrícola, como señaló Robert Zoellick, está en el corazón de esta crisis. Una financiación sólida en este terreno siempre genera muy buenos resultados.
Original en francés: http://www.cadtm.org/spip.php?article3377
*Rock Nianga, es el secretario general del CADTM (APASH) de Congo Brazaville.
domingo, 8 de junio de 2008
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