sábado, 28 de junio de 2008

¿Cuál universidad? De adjetivo en adjetivo vamos aclarando el panorama…

Ricardo Molina Peñaloza

El 18-6-2008, el diario Últimas Noticias publicó un artículo titulado “Precisar cuál universidad”, escrito por el Dr. Luís Fuenmayor, sobre el cual emito mis opiniones.En primer lugar, lamento mucho que trasluzca en sus palabras cierta satisfacción por los resultados obtenidos en el proceso electoral ucevista. Faltó decir “bien hecho, yo se los dije”.Nuestra propuesta, calificada por él como de vanguardia, nunca pretendió “imponer su pensamiento a las masas”, en la universidad que proponemos no cabe la palabra imposición. Quienes participamos en la organización y desarrollo de la campaña nos propusimos tres cosas: 1. Reconocernos como socialistas; 2. Resaltar ante la comunidad universitaria y el país, que la UCV no es plenamente de derecha; y 3. Aprovechar el proceso eleccionario para intentar una vez más organizarnos como grupo político y continuar aportando ideas sobre la universidad que Venezuela necesita.Nunca aspiramos cargos, ni galones por haber “sacrificado” nuestros nombres, ni pantallamos ante el Gobierno buscando prebendas. Estoy seguro de que quienes votamos por la opción socialista lo hicimos con profunda convicción de que esa es la vía para rescatar la universidad venezolana y el país.Según Fuenmayor, “primero hay que hacer de la universidad venezolana una verdadera universidad, que haga adecuadamente las labores que mundialmente le son propias a todas estas instituciones: Investigación, docencia y extensión”, para luego ocuparnos “de los adjetivos”.Nos preguntamos entonces: ¿Investigación, docencia y extensión para qué?, ¿Cómo calificar una investigación excelente desde el punto de vista metodológico, pulcra en su ejecución, pero dirigida a la generación de conocimientos orientados a la rentabilidad de empresas transnacionales?, ¿Cómo calificar una docencia magistral, con todos los recursos necesarios para la mejor transmisión de los conocimientos, pero orientada al individualismo, al egoísmo y a la mercantilización del aprendizaje impartido?, ¿Cómo calificar una extensión que asiste preferentemente a empresas en lugar de incluir también a las comunidades?Es imprescindible “adjetivizar” la universidad que el país necesita, porque de otra manera, seguiremos despilfarrando recursos investigando, dando clases y haciendo extensión totalmente desvinculados de la realidad del país, de un proyecto nacional y de las necesidades más sentidas por la población venezolana.Para concebir la nueva universidad, debemos definir si la queremos autónoma, o subyugada a las transnacionales o a un gobierno; si la queremos democrática, o enclaustrada despreciando a parte de la comunidad que la integra; popular o al servicio de los sectores más pudientes; bolivariana o apátrida y sin arraigo histórico; socialista, para entre todos impulsar al país hacia el desarrollo, o capitalista para continuar utilizando el conocimiento como mercancía... Sólo luego, hagamos investigación, docencia y extensión con un rumbo definido, de lo contrario estaríamos siendo poco eficientes.El “rescate académico” tiene que estar precedido por definiciones de principios. Con el reformismo se pudiera lograr que el profesorado investigue más, que los estudiantes, en lugar de 26 semanas de clases efectivas al año, disfruten de al menos 40 semanas al año, incluso hasta hacer extensión apoyando a las comunidades, pero no cambiaríamos el carácter mercantil del conocimiento, ni el individualismo, ni la segregación velada.Claro que en la universidad que imaginamos tienen cabida todos los sectores del pensamiento, queremos la amplitud que ahora se le niega a gran parte de la población, deseamos la excelencia académica al servicio del país, no como herramienta chantajista que impone sobre los legos su sabiduría.No se puede pretender proponer al Gobierno que adopte las premisas de Fuenmayor, sin obligarlo a alejarse de los principios que lo sostienen allí y por los cuales el pueblo le apoya. Sobre todo, si seguimos utilizando el adjetivo “chavecista” con cierta carga despectiva hacia quienes no nos da vergüenza identificarnos con el “chavismo”, que aunque lingüísticamente pueda ser un adjetivo incorrecto, políticamente se ha convertido en un adjetivo correctísimo que cada vez retumba más duro en el derruido muro del capital.Socialismo no se compagina con exclusión, con ningún tipo de exclusión. La gracia del socialismo está en lograr congeniar los intereses individuales con los intereses colectivos. A algunos se les hace fácil, a otros se les hace difícil, para unos pocos eso es imposible.Fraternales saludos.Precisar cuál universidadLuís Fuenmayor ToroYa hemos señalado que el claustro universitario no atendió el llamado de votar por el “Proyecto socialista universitario”, hecho por los sectores académicos ucevistas que apoyan al presidente Chávez. Ocurrió lo mismo que en el último referéndum, cuando el electorado nacional no votó tampoco por el socialismo del siglo XXI. Y es que las vanguardias no le pueden imponer su pensamiento a las masas, sean éstas populares o universitarias.Ninguna de las opciones electorales presentó una propuesta de universidad, la cual es anterior a cualquier adjetivación que se quiera impulsar. Producto de la pugna política nacional, la oposición tiene 10 años dedicados a la defensa de la autonomía y ha abandonado completamente a la universidad. El Gobierno, por su parte, ha estado más preocupado en la democracia universitaria que en la universidad misma. De nuevo, se favorece lo adjetivo, la cualidad que se quiere para la institución, sin que importe la institución misma.Sin caer en una concepción mecánica de las etapas de los procesos, primero hay que hacer de la universidad venezolana una verdadera universidad, que haga adecuadamente las labores que mundialmente le son propias a todas estas instituciones: Investigación, docencia y extensión. Éste es el objetivo prioritario para el país y su población: Tener universidades de calidad. Luego nos ocupamos de los adjetivos indispensables que califican a la universidad como “autónoma”, “democrática” y “popular” y más adelante la haríamos “bolivariana” y “socialista” si se quiere.Lo anterior significa que el “rescate académico” de la institución es lo primero que debemos abordar, para lo cual es perfectamente posible y deseable la convocatoria de sectores universitarios no chavecistas e incluso contrarios al Gobierno Nacional. Se trata de convocar a la reconstrucción de una universidad decente, de calidad académica, de administración eficiente y transparente, que erradique el facilismo, donde imperen la equidad y la pertinencia social y con una estructura cimentada en los méritos académicos de su comunidad.Movilicémonos con estas premisas, en acción unitaria al lado del Gobierno, para tener una universidad de excelencia, lo cual no limitará su condición de universidad popular. Últimas Noticias, pp 68, 18-6-2008, Caracas.El 18-6-2008, el diario Últimas Noticias publicó un artículo titulado “Precisar cuál universidad”, escrito por el Dr. Luís Fuenmayor, sobre el cual emito mis opiniones.En primer lugar, lamento mucho que trasluzca en sus palabras cierta satisfacción por los resultados obtenidos en el proceso electoral ucevista. Faltó decir “bien hecho, yo se los dije”.Nuestra propuesta, calificada por él como de vanguardia, nunca pretendió “imponer su pensamiento a las masas”, en la universidad que proponemos no cabe la palabra imposición. Quienes participamos en la organización y desarrollo de la campaña nos propusimos tres cosas: 1. Reconocernos como socialistas; 2. Resaltar ante la comunidad universitaria y el país, que la UCV no es plenamente de derecha; y 3. Aprovechar el proceso eleccionario para intentar una vez más organizarnos como grupo político y continuar aportando ideas sobre la universidad que Venezuela necesita.Nunca aspiramos cargos, ni galones por haber “sacrificado” nuestros nombres, ni pantallamos ante el Gobierno buscando prebendas. Estoy seguro de que quienes votamos por la opción socialista lo hicimos con profunda convicción de que esa es la vía para rescatar la universidad venezolana y el país.Según Fuenmayor, “primero hay que hacer de la universidad venezolana una verdadera universidad, que haga adecuadamente las labores que mundialmente le son propias a todas estas instituciones: Investigación, docencia y extensión”, para luego ocuparnos “de los adjetivos”.Nos preguntamos entonces: ¿Investigación, docencia y extensión para qué?, ¿Cómo calificar una investigación excelente desde el punto de vista metodológico, pulcra en su ejecución, pero dirigida a la generación de conocimientos orientados a la rentabilidad de empresas transnacionales?, ¿Cómo calificar una docencia magistral, con todos los recursos necesarios para la mejor transmisión de los conocimientos, pero orientada al individualismo, al egoísmo y a la mercantilización del aprendizaje impartido?, ¿Cómo calificar una extensión que asiste preferentemente a empresas en lugar de incluir también a las comunidades?Es imprescindible “adjetivizar” la universidad que el país necesita, porque de otra manera, seguiremos despilfarrando recursos investigando, dando clases y haciendo extensión totalmente desvinculados de la realidad del país, de un proyecto nacional y de las necesidades más sentidas por la población venezolana.Para concebir la nueva universidad, debemos definir si la queremos autónoma, o subyugada a las transnacionales o a un gobierno; si la queremos democrática, o enclaustrada despreciando a parte de la comunidad que la integra; popular o al servicio de los sectores más pudientes; bolivariana o apátrida y sin arraigo histórico; socialista, para entre todos impulsar al país hacia el desarrollo, o capitalista para continuar utilizando el conocimiento como mercancía... Sólo luego, hagamos investigación, docencia y extensión con un rumbo definido, de lo contrario estaríamos siendo poco eficientes.El “rescate académico” tiene que estar precedido por definiciones de principios. Con el reformismo se pudiera lograr que el profesorado investigue más, que los estudiantes, en lugar de 26 semanas de clases efectivas al año, disfruten de al menos 40 semanas al año, incluso hasta hacer extensión apoyando a las comunidades, pero no cambiaríamos el carácter mercantil del conocimiento, ni el individualismo, ni la segregación velada.Claro que en la universidad que imaginamos tienen cabida todos los sectores del pensamiento, queremos la amplitud que ahora se le niega a gran parte de la población, deseamos la excelencia académica al servicio del país, no como herramienta chantajista que impone sobre los legos su sabiduría.No se puede pretender proponer al Gobierno que adopte las premisas de Fuenmayor, sin obligarlo a alejarse de los principios que lo sostienen allí y por los cuales el pueblo le apoya. Sobre todo, si seguimos utilizando el adjetivo “chavecista” con cierta carga despectiva hacia quienes no nos da vergüenza identificarnos con el “chavismo”, que aunque lingüísticamente pueda ser un adjetivo incorrecto, políticamente se ha convertido en un adjetivo correctísimo que cada vez retumba más duro en el derruido muro del capital.Socialismo no se compagina con exclusión, con ningún tipo de exclusión. La gracia del socialismo está en lograr congeniar los intereses individuales con los intereses colectivos. A algunos se les hace fácil, a otros se les hace difícil, para unos pocos eso es imposible.Fraternales saludos.Precisar cuál universidadLuís Fuenmayor ToroYa hemos señalado que el claustro universitario no atendió el llamado de votar por el “Proyecto socialista universitario”, hecho por los sectores académicos ucevistas que apoyan al presidente Chávez. Ocurrió lo mismo que en el último referéndum, cuando el electorado nacional no votó tampoco por el socialismo del siglo XXI. Y es que las vanguardias no le pueden imponer su pensamiento a las masas, sean éstas populares o universitarias.Ninguna de las opciones electorales presentó una propuesta de universidad, la cual es anterior a cualquier adjetivación que se quiera impulsar. Producto de la pugna política nacional, la oposición tiene 10 años dedicados a la defensa de la autonomía y ha abandonado completamente a la universidad. El Gobierno, por su parte, ha estado más preocupado en la democracia universitaria que en la universidad misma. De nuevo, se favorece lo adjetivo, la cualidad que se quiere para la institución, sin que importe la institución misma.Sin caer en una concepción mecánica de las etapas de los procesos, primero hay que hacer de la universidad venezolana una verdadera universidad, que haga adecuadamente las labores que mundialmente le son propias a todas estas instituciones: Investigación, docencia y extensión. Éste es el objetivo prioritario para el país y su población: Tener universidades de calidad. Luego nos ocupamos de los adjetivos indispensables que califican a la universidad como “autónoma”, “democrática” y “popular” y más adelante la haríamos “bolivariana” y “socialista” si se quiere.Lo anterior significa que el “rescate académico” de la institución es lo primero que debemos abordar, para lo cual es perfectamente posible y deseable la convocatoria de sectores universitarios no chavecistas e incluso contrarios al Gobierno Nacional. Se trata de convocar a la reconstrucción de una universidad decente, de calidad académica, de administración eficiente y transparente, que erradique el facilismo, donde imperen la equidad y la pertinencia social y con una estructura cimentada en los méritos académicos de su comunidad.Movilicémonos con estas premisas, en acción unitaria al lado del Gobierno, para tener una universidad de excelencia, lo cual no limitará su condición de universidad popular. Últimas Noticias, pp 68, 18-6-2008, Caracas.

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