Gloria Gaitán
A través de la historia se ha constatado que, cuando un sistema político y su correspondiente sistema económico están en crisis, aparece la corrupción como síntoma del mal, de la misma forma que la fiebre indica cuándo un ser humano está enfermo.
Este síntoma de enfermedad social en Colombia ha sobrepasado el límite de los 40º grados. Se está derrumbando la “institucionalidad”, montada en una estructura mafiosa que domina la economía y el poder, incluyendo la Presidencia de la República.
Para este momento, ya son 53 congresistas pertenecientes a la coalición que eligió a Álvaro Uribe Vélez como presidente de Colombia y que lo sigue apoyando, los que han sido vinculados por la Corte Suprema de Justicia a los procesos que los vincula directamente con el paramilitarismo y, por ese conducto, al narcotráfico. Es decir, que fueron elegidos en alianza con grupos criminales y sus votos los obtuvieron gracias al aporte de ingentes sumas de dinero ilícito, además de la presión violenta y amenazante que ejercieron sobre los electores.
Esta semana la lista de “parapolíticos” parlamentarios se enriqueció con la vinculación de la Presidenta del Congreso, Nancy Patricia Gutiérrez, a quien el Presidente Uribe acostumbra a llamar “mi senadora consentida” y a quien ha salido a defender vehementemente, como en el pasado defendió al director del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), a quien pudo finalmente comprobársele el manejo corrupto, arbitrario y mafioso con que dirigió ese organismo colombiano de inteligencia.
Como si fuera poco, el Presidente del principal partido uribista, chistosamente llamado de la “U”, el senador Carlos García, uno de los principales y más cercanos escuderos de Álvaro Uribe, ha sido igualmente vinculado a la parapolítica, con lo cual llegamos a la conclusión de que, si esos parlamentarios le aportaron a la elección de Uribe y a su reelección, un número equivalente de votos a los que consiguieron para sí, con dinero del narcotráfico y con amenazas violentas para obligar a votar a sus electores, el presidente Uribe Vélez es, entonces, un mandatario elegido ilegalmente.
Los escándalos se han acumulado de tal manera que ya la prensa, o mejor dicho, el diario único que circula en Colombia, El Tiempo - desde siempre al servicio de la oligarquía - se da el lujo de callar otros escándalos de aguda gravedad. Por ejemplo, en el día de ayer pudo saberse, por boca de la parlamentaria cuyo voto decidió la aprobación de la reelección presidencial antes prohibida por la constitución colombiana, que ella había optado por votar “sí” a la reelección porque el Presidente Uribe y varios de sus colaboradores le ofrecieron prebendas burocráticas y hasta dinero. Es decir que, además de la parapolítica y sus métodos delincuenciales, la reelección de Uribe se hizo gracias al soborno.
El Presidente de la República salió a desmentir el hecho en un concejo comunitario en el alejado departamento del Putumayo, sin ningún argumento que aclarara las graves acusaciones públicas de la parlamentaria sobornada. Sólo dijo que él maneja la política con base en la razón y no la fuerza…
¿Cómo, ante este tsunami de señalamientos al gobierno que demuestran a todas luces su ilegitimidad, puede uno contagiar a los demás con la indignación que nos ha enardecido esta semana a los gaitanistas? Es tanta la podredumbre que ya no hay tiempo para ocuparse de todo. Nuestro agobio ha pasado silenciado por la prensa a pesar de ser un episodio más de una larga cadena de arbitrariedades. En efecto, desde el mismo mes de agosto de 2002, cuando se posesionó Uribe, inició la batalla para sepultar la memoria de Jorge Eliécer Gaitán, tal como lo aconsejó por escrito su consejero de paz, Luís Carlos Restrepo. Liquidó el Instituto Gaitán y se apoderó de mi casa paterna, que es de mi propiedad, junto con toda mi biblioteca personal y los muebles heredados de mis padres. ¿El argumento para tal arbitrariedad que viola los principios del Estado de Derecho? Ninguno. En este proceso de apropiación ilegal de bienes, le entregó los terrenos que rodeaban mi casa a la Universidad Nacional, hoy en día en paro de estudiantes porque están privatizando los servicios de bienestar estudiantil y han montado un aparato llamado de seguridad privada, con el cual se le ofrece dinero a todo estudiante que delate a un compañero que hable mal del gobierno. Todo esto bajo la batuta de un rector paracadémico impuesto por Uribe, violando así la autonomía universitaria.
En esos terrenos entregados a la paracademia, se encontraba la sepultura de Jorge Eliécer Gaitán y, como la Universidad Nacional nos tenía prohibido visitar la tumba, tanto a mi familia como a mí y a los gaitanistas más allegados a nosotros, interpusimos una tutela que ganamos y que obligaba al rector a responderme por la entrega de los restos de mi padre. La contestación de la Universidad Nacional clama al escándalo cuando escribe: “es pertinente dejar en claro que a la Universidad Nacional de Colombia no le consta la existencia de los restos morales a los que usted alude en su petición” y remite este asunto a la responsabilidad directa del Presidente de la República. ¿Qué esconde esta frase? Hay dos posibilidades, o bien es cierto lo dicho por The Yale Herald del 23 de enero de 20004 (volumen XXXVII, No. 2) en el sentido de que Álvaro Uribe le regaló a Bush la calavera de mi padre, o es una treta para embolatar la entrega de los restos del líder popular.
El Presidente Uribe, por orden del Juzgado 5º. Civil del Circuito de Bogotá, debía responder antes del pasado viernes 18 de abril sobre dicha entrega, pero guardó absoluto silencio, lo cual dará pié para una acción de desacato. Probablemente su carácter olímpico lo llevó a menospreciar la orden judicial, de la misma manera que en su pasado viaje a México se expresó con irónico desdén frente a la carta de los 62 norteamericanos que señalan a su más cercano asesor, José Obdulio Gaviria, como peligroso calumniador al acusar a los organizadores de la marcha del pasado 6 de marzo contra la impunidad como miembros de las FARC.
Mucha gente en Colombia está pesimista sobre el porvenir del país. Creo que se equivocan. Del estiércol se hace abono y del abono surgen, con fuerza y vitalidad, los frutos que alimentan nuestras vidas. Así, de este estercolero en que ha caído el país con el gobierno de Álvaro Uribe, surgirá un gran movimiento revolucionario que sumará a Colombia a la ola bolivariana que está cubriendo a nuestra América Latina.
Bogotá, abril 20 de 2008
www.radiodefensavenezuela.com
A través de la historia se ha constatado que, cuando un sistema político y su correspondiente sistema económico están en crisis, aparece la corrupción como síntoma del mal, de la misma forma que la fiebre indica cuándo un ser humano está enfermo.
Este síntoma de enfermedad social en Colombia ha sobrepasado el límite de los 40º grados. Se está derrumbando la “institucionalidad”, montada en una estructura mafiosa que domina la economía y el poder, incluyendo la Presidencia de la República.
Para este momento, ya son 53 congresistas pertenecientes a la coalición que eligió a Álvaro Uribe Vélez como presidente de Colombia y que lo sigue apoyando, los que han sido vinculados por la Corte Suprema de Justicia a los procesos que los vincula directamente con el paramilitarismo y, por ese conducto, al narcotráfico. Es decir, que fueron elegidos en alianza con grupos criminales y sus votos los obtuvieron gracias al aporte de ingentes sumas de dinero ilícito, además de la presión violenta y amenazante que ejercieron sobre los electores.
Esta semana la lista de “parapolíticos” parlamentarios se enriqueció con la vinculación de la Presidenta del Congreso, Nancy Patricia Gutiérrez, a quien el Presidente Uribe acostumbra a llamar “mi senadora consentida” y a quien ha salido a defender vehementemente, como en el pasado defendió al director del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), a quien pudo finalmente comprobársele el manejo corrupto, arbitrario y mafioso con que dirigió ese organismo colombiano de inteligencia.
Como si fuera poco, el Presidente del principal partido uribista, chistosamente llamado de la “U”, el senador Carlos García, uno de los principales y más cercanos escuderos de Álvaro Uribe, ha sido igualmente vinculado a la parapolítica, con lo cual llegamos a la conclusión de que, si esos parlamentarios le aportaron a la elección de Uribe y a su reelección, un número equivalente de votos a los que consiguieron para sí, con dinero del narcotráfico y con amenazas violentas para obligar a votar a sus electores, el presidente Uribe Vélez es, entonces, un mandatario elegido ilegalmente.
Los escándalos se han acumulado de tal manera que ya la prensa, o mejor dicho, el diario único que circula en Colombia, El Tiempo - desde siempre al servicio de la oligarquía - se da el lujo de callar otros escándalos de aguda gravedad. Por ejemplo, en el día de ayer pudo saberse, por boca de la parlamentaria cuyo voto decidió la aprobación de la reelección presidencial antes prohibida por la constitución colombiana, que ella había optado por votar “sí” a la reelección porque el Presidente Uribe y varios de sus colaboradores le ofrecieron prebendas burocráticas y hasta dinero. Es decir que, además de la parapolítica y sus métodos delincuenciales, la reelección de Uribe se hizo gracias al soborno.
El Presidente de la República salió a desmentir el hecho en un concejo comunitario en el alejado departamento del Putumayo, sin ningún argumento que aclarara las graves acusaciones públicas de la parlamentaria sobornada. Sólo dijo que él maneja la política con base en la razón y no la fuerza…
¿Cómo, ante este tsunami de señalamientos al gobierno que demuestran a todas luces su ilegitimidad, puede uno contagiar a los demás con la indignación que nos ha enardecido esta semana a los gaitanistas? Es tanta la podredumbre que ya no hay tiempo para ocuparse de todo. Nuestro agobio ha pasado silenciado por la prensa a pesar de ser un episodio más de una larga cadena de arbitrariedades. En efecto, desde el mismo mes de agosto de 2002, cuando se posesionó Uribe, inició la batalla para sepultar la memoria de Jorge Eliécer Gaitán, tal como lo aconsejó por escrito su consejero de paz, Luís Carlos Restrepo. Liquidó el Instituto Gaitán y se apoderó de mi casa paterna, que es de mi propiedad, junto con toda mi biblioteca personal y los muebles heredados de mis padres. ¿El argumento para tal arbitrariedad que viola los principios del Estado de Derecho? Ninguno. En este proceso de apropiación ilegal de bienes, le entregó los terrenos que rodeaban mi casa a la Universidad Nacional, hoy en día en paro de estudiantes porque están privatizando los servicios de bienestar estudiantil y han montado un aparato llamado de seguridad privada, con el cual se le ofrece dinero a todo estudiante que delate a un compañero que hable mal del gobierno. Todo esto bajo la batuta de un rector paracadémico impuesto por Uribe, violando así la autonomía universitaria.
En esos terrenos entregados a la paracademia, se encontraba la sepultura de Jorge Eliécer Gaitán y, como la Universidad Nacional nos tenía prohibido visitar la tumba, tanto a mi familia como a mí y a los gaitanistas más allegados a nosotros, interpusimos una tutela que ganamos y que obligaba al rector a responderme por la entrega de los restos de mi padre. La contestación de la Universidad Nacional clama al escándalo cuando escribe: “es pertinente dejar en claro que a la Universidad Nacional de Colombia no le consta la existencia de los restos morales a los que usted alude en su petición” y remite este asunto a la responsabilidad directa del Presidente de la República. ¿Qué esconde esta frase? Hay dos posibilidades, o bien es cierto lo dicho por The Yale Herald del 23 de enero de 20004 (volumen XXXVII, No. 2) en el sentido de que Álvaro Uribe le regaló a Bush la calavera de mi padre, o es una treta para embolatar la entrega de los restos del líder popular.
El Presidente Uribe, por orden del Juzgado 5º. Civil del Circuito de Bogotá, debía responder antes del pasado viernes 18 de abril sobre dicha entrega, pero guardó absoluto silencio, lo cual dará pié para una acción de desacato. Probablemente su carácter olímpico lo llevó a menospreciar la orden judicial, de la misma manera que en su pasado viaje a México se expresó con irónico desdén frente a la carta de los 62 norteamericanos que señalan a su más cercano asesor, José Obdulio Gaviria, como peligroso calumniador al acusar a los organizadores de la marcha del pasado 6 de marzo contra la impunidad como miembros de las FARC.
Mucha gente en Colombia está pesimista sobre el porvenir del país. Creo que se equivocan. Del estiércol se hace abono y del abono surgen, con fuerza y vitalidad, los frutos que alimentan nuestras vidas. Así, de este estercolero en que ha caído el país con el gobierno de Álvaro Uribe, surgirá un gran movimiento revolucionario que sumará a Colombia a la ola bolivariana que está cubriendo a nuestra América Latina.
Bogotá, abril 20 de 2008
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