Flavia Riggione
Si, nadie debe enterarse de esta idea, si acaso se pone en práctica. Porque se trata de una especie de engaño, sutil, inteligente, necesario, yo diría que hasta indispensable.
Me refiero a inventar algo para ganar la batalla que el imperio del mundo tiene contra Venezuela. Algo así como lo que hizo David, pequeño, delgado, pero astuto, y además suertudo, contra Goliath, el gigante contra el cual nadie lograba ganar.
Y se me ocurrió luego de escuchar a Mario Silva y escuchar su invitación a ver hacia Cuba, la cual está sancionada y resistiendo desde que llegó la revolución al poder. ¡Esos son ya más de sesenta años!
Y hace unas semanas, en La Hojilla presentaron el video de una mujer cubana que se fue a Alemania, a vender flores, y todavía defiende su revolución, su país, todas las cosas buenas que se dan en Cuba, pero ella ¿dónde está?
Y sigue Mario Silva en su programa del pasado sábado, contándonos que cuando él llegó a Cuba en el 2004, vio los carros todos con cauchos lisos, y había vehículos camellos, o sea, gandolas transformadas en autobuses para trasladar a la gente. Esto me hizo recordar que, hace muchos años, cuando empezó la revolución bolivariana y una tía ya mayor, muy alarmada, me decía que llegaríamos a estar como en Cuba, yo la tranquilizaba diciéndole que no, no era posible, porque aquí en Venezuela teníamos petróleo y muchas otras tantas riquezas naturales, que nunca llegaríamos a estar como la vecina isla. Y ahora escasea hasta la gasolina. ¿Quién lo hubiese dicho hace un tiempo? Pues lo supo mi tía, sin ser política, siendo apenas una buena ama de casa, pero muy pendiente de lo que sucedía en el mundo y en Venezuela.
Sigue Mario Silva, tranquilizándonos de que Cuba ha resistido, no se ha doblegado pues ha inventado, creando y avanzando, con buenos deportistas, excelente investigación científica, óptimos médicos a los cuales alguien nominó para un merecido Premio Nobel. Pero también nos revela que, en Cuba, después de tanto tiempo, ¡aún existen las tarjetas de racionamiento!
Y a forma de consuelo, sigue diciendo que, si Cuba es apenas una islita y se han ensañado tanto con ella, ¿que no hará el imperio con nosotros siendo Venezuela un país con tantas riquezas codiciadas?
Por supuesto que estamos de acuerdo con la revolución bolivariana, con defender nuestra soberanía e independencia, nuestra intocable voluntad de autodeterminación. Pero apreciados lectores, tenemos que estar claros en las consecuencias. No queremos eso para nosotros, para nuestros hijos y nietos.
Ya lo estamos viviendo. Desde todo punto de vista, la calidad de vida en nuestro querido país ha disminuido, esto es innegable, y ahora mucho peor por la circunstancia de la pandemia. Y el mundo al revés, que no permite nos lleguen los recursos, que más bien lo roban y no les importa, así no más, que los venezolanos, el pueblo, esté pasando tanta necesidad. Por cierto, ¿Nos hemos olvidado la consigna de Chávez de vivir con la suma de la mayor felicidad posible?
Entonces, ¡a inventar! Y tal vez les pueda esta idea parecer pueril, como tantos otros artículos que he escrito por aquí, pero la suelto para que la recojan, los que deben, los que pueden. Porque una amiga muy querida asegura que en el gobierno leen mis artículos, que pudo poner la gasolina de Irán porque, el día anterior, yo escribí uno que le pedía a nuestro Presidente Maduro, poner orden. Y ella puso y lleno el tanque en apenas veinte minutos. Otra compañera me halaga diciendo que Mario Silva copió mis palabras cuando habló de los mártires bolivarianos a causa del Covid. En fin, no me ilusiono con eso, pero esta idea, esta sí, deben analizarla y considerarla.
¿Cuál es el invento? Toda vez que el foco del imperio y de sus lacayos nacionales está puesto en la figura de Nicolás Maduro, el cual debe ser el presidente más nombrado a nivel mundial en los últimos años, denigrado, insultado, maldecido, etcétera, yo propongo: mantener la revolución bolivariana, seguir defendiendo nuestra soberanía e independencia, pero colocando al frente de ella, otro personaje, tan bolivariano y chavista como Nicolás.
Me refiero a alguien, tal vez como Héctor Rodríguez, nuestro Gobernador de Miranda, que no genere tantas sospechas. Joven, preparado, chavista hasta el tuétano, pero con otro rostro, incluso conciliador, pues, por ejemplo, ha logrado llevarse muy bien con los alcaldes opositores del estado Miranda. Pero también el gobernador de Carabobo, Lacava, liviano en su actuar, buen chavista, muy preparado y con importantes artes comunicativas hacia interlocutores del exterior. A otra amiga le encantaría Jorge Rodríguez como Presidente, pero opino que está, por ahora, muy asociado a la figura de Maduro.
Démosle a los enemigos un caramelito en su boca (eso sí, con cianuro), dejando de lado la figura de Nicolás Maduro, al cual respeto, admiro y aprecio mucho. Pero esta suplantación es necesaria porque se llenan la boca de su nombre, lo tratan de comparar con dictadores feroces, malucos, que ni siquiera lo fueron, como máximo representante del chavismo lo quieren llevar al cadalso, y ahí, lamentablemente, vamos todos de por medio.
Shhhhh, pero que no se enteren ellos, los enemigos. Pues se darán cuenta que es una trampa, muy buena, para desviar la atención y el foco puesto en Venezuela, para distraerlos de tantos ataques y sus frustraciones, por no haber logrado corromper ni a Nicolás, ni a las Fuerzas Armadas Bolivarianas, ni a todos los que acompañamos este noble, bello sí, pero muy sufrido proceso bolivariano.
Y mientras esto acontece, preparémonos para votar todos el seis de diciembre y cambiar, para nuestro bien, a la Asamblea Nacional.
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