lunes, 28 de septiembre de 2020

Celebrar en lontananza

 

En medio de la gravedad de consecuencias de la epidemia del coronavirus, y las otras circunstancias que nos atañen como país en el contexto de la confrontación continua a la nación, nos encontramos como cambios humanos de actitud y nuevos aprendizajes, que, sin lugar a dudas, nos van incorporando a las nuevas herramientas de encuentro con los otros, que determinarán la vida del “después”. 

Una de ellas es el no dejarnos de reunir, comunicar, ver y compartir, solo que ahora se trata de ser diestro en el manejo de las redes sociales tecnológicas.

Para los chamos es pan comido, porque nacieron en esta cobertura, para los mayorcitos el asunto es más complejo, porque es reciclar, llevar la metodología con más lentitud e ir comprendiendo, sin traducir, los mecanismos necesarios.

Es así como vemos que no se ha detenido la posibilidad de mantener los eventos de siempre, simposios, congresos, bienales, clases, cursos libres, demostraciones de mercado, etc. Y por otra parte encontramos que se rompen las fronteras con más facilidad y menos costo, porque traer invitados hasta aquí, ni podríamos económicamente, ni se puede, ni hace falta, puesto que aquel graba un audio o un video y lo pasa, participando en el evento X, como cualquiera que esté en el territorio.

Es una novedad y, en medio de todo lo que nos afecta negativamente, esta es una circunstancia positiva en cierta medida, que ayuda a la comunicación y facilita el intercambio, y no queremos hablar hoy de otros detalles que , probablemente toquen aspectos negativos, con relación a la falsificación de información, etc, etc. 

Estamos pues aprendiendo, y así no nos perdemos los encuentros de homenaje a escritores, lecturas de poesía, celebraciones de aniversario de instituciones que bien valen un aplauso continental, y como celebramos un simposio de cine, aplaudimos el aniversario de una Compañía de Danza, y en estos días se trata nada menos que de: Valencia Danza Contemporánea, la compañía que creara ese gran coreógrafo que es Juan Monzón, en 1988, y que sigue existiendo gracias a la formación de quienes fueron sus alumnos y de él mismo, quien sigue tan lúcido, dedicado e ingenioso como siempre, y en los próximos días participaremos con videos grabados por Whassapp, desde todos los puntos del planeta en donde se encuentren quienes fueron sus alumnos y en intercambio abierto sabremos de sus actuales creaciones en el área y en donde estén, probablemente con aportes locales a las líneas de acción que enseñara el maestro. 

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Digamos pues que esto es un hecho positivo, un logro de comunicación interesante y sin límites, lo cual nos deja un respiro grato, en medio de tanta añoranza. Felicidades al Maestro Monzón.   



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