Un sondeo publicado por la empresa encuestadora Venebarómetro sobre el venidero escenario presidencial de 2018 ha generado un importante revuelo en la opinión pública nacional.
Lectura política de un dato estremecedor para el antichavismo
Una de estas razones es que el presidente Nicolás Maduro muestra un aumento en su imagen positiva en los últimos meses, que se ubica en el 31,1%, colocándose muy por encima de líderes opositores como Henry Ramos Allup, Henrique Capriles o Leopoldo López.
Aunque analistas de tendencia opositora han intentado minimizar el dato de Venebarómetro, lo cierto es que si se extiende la comparación -en términos de aceptación o popularidad- hacia otros mandatarios de la región y el mundo, encontramos que Maduro está por encima de Juan Manuel Santos (18%), Enrique Peña Nieto (22%), Pedro Pablo Kuczynski (23%) y de Mariano Rajoy (29%). Todos gobernantes que en mayor o menor medida cuentan con un fuerte respaldo de medios de comunicación influyentes y de las élites financieras.
La curva ascendente de Maduro, según el sondeo, tiene su punto de inflexión en la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) realizada en el mes de mayo de 2017, en medio de las violentas protestas convocadas y dirigidas por la oposición que dejaron cientos de muertos, heridos e incuantificables daños patrimoniales a la nación.
En 2017 buena parte de los recursos de guerra no convencional contra Venezuela estuvieron concentrados en la propaganda, la guerra sucia (denominadas "guarimbas") y la economía, con el fin de trasladar los costos sociales y humanos de la agenda de sanciones financieras de la oposición y Estados Unidos hacia la figura de Maduro.
Aunque esta estrategia persiste y tiene en la inflación inducida vía Dolar Today uno de sus activos más nocivos, una lectura del dato muestra que la población reconoció en Maduro un factor de estabilidad y orden político en perjuicio de la violencia y el caos propiciado por dirigentes antichavistas.
Las políticas de seguridad alimentaria tomadas por el Gobierno venezolano para enfrentar el aumento de los precios y la escasez de medicamentos (CLAP, 0800-salud, aumentos de salario y bonos canalizados a través del Carnet de la Patria), asociadas a la contundente victoria electoral del chavismo en las elecciones regionales del 15 de octubre y al descalabro de la oposición, también son elementos que influyen en el aumento de la percepción positiva de Maduro.
Luego de la instalación de la ANC, la economía y el salario de la población han sido colocadas bajo ataque, como forma de retaliación política a las victorias del chavismo en el campo electoral. Aunque la situación se traduce en un descontento lógico, lo que habría que privilegiar del dato es la confianza de la población más vulnerable en las medidas tomadas por el presidente Maduro para reducir los impactos de la guerra económica.
Creer que la economía (únicamente vista desde el crecimiento del PIB) es el único factor que determina la imagen positiva de un presidente, es caer en una trampa, pues lo que es bueno para la economía no siempre lo es para la mayoría de la población. Existen otras variables de tipo social y psicológico que influyen en cómo la sociedad representa su cotidianidad, la situación del país y el comportamiento de sus gobernantes en función de ello.
Aunque Colombia, México, Perú o España no tengan problemas de inflación y desabastecimiento puntual de medicinas como Venezuela, la acumulación de problemas sociales relacionados con el desempleo, el narcotráfico y la privatización de la seguridad social, juegan en contra de la popularidad de sus primeros mandatarios.
El aumento de la imagen positiva de Maduro también expresa el significado que buena parte de la población le está dando a este complicado momento económico y social (inducido por factores especulativos), en el cual el Presidente se ha colocado como único actor de respuesta.
El diluvio no cesa para el antichavismo
Venebarómetro también indica que Maduro lidera la intención de voto (28,6%) para las elecciones presidenciales de 2018, en segundo lugar ubica a Leopoldo López, hoy en casa por cárcel producto de un beneficio en su proceso, de tercero a Henrique Capriles y de último a Henry Ramos Allup y Henri Falcón. La diferencia entre Maduro y López es de más de 10%.
Actualmente ni Leopoldo López ni Henrique Capriles, este último inhabilitado por hechos de corrupción, pueden aspirar a la presidencia de la República, lo que dejaría a un impopular Henry Ramos Allup (6,6% de intención de voto) como única ficha válida para enfrentar a Maduro en 2018, junto a Henri Falcón que tiene casi la misma intención de voto.
Los conflictos y traiciones de lado y lado entre Voluntad Popular (partido de López), Primero Justicia (partido de Capriles) y Acción Democrática (partido de Ramos Allup), luego de la juramentación de cuatro gobernadores adecos ante la ANC, amenazan la posibilidad de una migración efectiva de votos hacia Henry Ramos Allup o Henri Falcón como candidato presidencial por parte de los seguidores de Voluntad Popular y Primero Justicia. Por ende Nicolás Maduro tendría altas probabilidades de resultar reelecto.
Las promesas incumplidas sobre la salida violenta de Maduro para 2017 y la acusación permanente hacia factores "moderados" de la oposición por negociar bajo cuerdas con el Gobierno, hoy dan como resultado una división que permea a la propia base electoral del antichavismo: un bando de abstencionistas y otro de "colaboracionistas" (votantes).
El dolor de cabeza de las primarias
Los seguidores de Voluntad Popular y Primero Justicia tienen una imagen homologada de Nicolás Maduro y Henry Ramos Allup "como parte de lo mismo", por lo que votar por el líder de Acción Democrática es igual de malo que hacerlo por Nicolás Maduro. Un escenario electoral que refuerza aún más la abstención y por ende aumentaría las probabilidades de triunfo del chavismo.
A la inversa ocurre lo mismo: votar hipotéticamente por Henrique Capriles (dos veces derrotado en elecciones presidenciales) o Leopoldo López encarna el rechazo de quienes se sienten estafados y traicionados por no haber logrado sacar a Maduro de la presidencia.
Distintos sectores de la oposición pujan por la realización de unas primarias internas que dictaminen un abanderado unitario para las presidenciales. El eco relativo hacia esta propuesta, justo cuando transcurren las negociaciones de la Mesa de Diálogo, ponen de manifiesto la poca confianza entre los dirigentes para subordinarse a un resultado en primarias adverso a sus intereses particulares.
Es necesario recordar que durante las primarias internas para las elecciones regionales, los partidos Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática, se acusaron mutuamente de cometer fraudes electorales y no reconocer resultados entre golpizas y amedrentamiento armado. La crisis actual del antichavismo pone en primer plano que esas heridas siguen abiertas y con el peligro de profundizarse en unas primarias para las presidenciales.
La encuesta Venebarómetro sirve a modo de ilustrar las condiciones políticas y electorales (tanto del chavismo como de la oposición) con las cuales afrontarán las presidenciales. Al aumento de la imagen positiva de Maduro se suma la unidad del chavismo como factor de respaldo, mientras que el desastre opositor y el conflicto entre sus dirigentes acerca aún más las probabilidades de un nuevo mandato de Maduro a partir de 2018.
No debe perderse de vista el factor psicológico y cómo una previsible victoria por nocaut en los comicios municipales del 10 de diciembre contribuirá a esa proyección
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