Ahora, para culminar el análisis y las propuestas referidas al artículo 62 de nuestra Constitución, les dejo el ultimo fragmento de la obra de Haiman El Troudi y Marta Harnecker, sobre los obstáculos de la participación, sus soluciones y las bondades de la misma.
DOGMATISMO
1. Ser dogmático significa razonar con recetas prefabricadas frente a los procesos sociales y políticos, sin analizar la situación real del país que se quiere transformar.
2. El dogmático es aquel que se aferra a ideas fijas, para él nada cambia. La realidad no es dinámica, sino que se reproduce en ciclos reiterativos. Sus reglas son inalterables y se convierten en la única verdad.
3. El dogmatismo es un acto de fe, incapaz de comprender la riqueza del mundo real, su diversidad y naturaleza contradictoria.
4. El dogma se asume como una verdad absoluta, convertida en ley inalterable y declarada como cierta e incuestionable por quienes le siguen.
5. Son dogmáticos aquellos que repiten fórmulas y consignas revolucionarias que fueron válidas en situaciones históricas pasadas y en determinados países, pero que no pueden ser aplicadas a cualquier realidad sin más ni más.
6. Algunos dogmáticos suelen criticar a la revolución bolivariana por que no ha importado y adoptado las medidas que otras revoluciones asumieron. (régimen de partido único, persecución a la disidencia, etcétera). Dichos detractores no comprenden que nuestra revolución intenta construir un camino propio ni reproduce recetas, lo cual no implica que no se extrapolen experiencias exitosas de otras latitudes.
7. Son dogmáticos aquellos que no distinguen entre cuestiones de principios y cuestiones de orden táctico. Rechazan, por ejemplo, cualquier acuerdo con la burguesía, sin analizar antes la coyuntura política y la correlación de fuerzas.
8. La superación del dogmatismo se fundamenta en la comprensión de la singularidad de los procesos. No hay recetas, todo proceso es único.
9. Frente a la fraseología dogmática exijamos análisis concreto de la situación concreta.
10. La participación encuentra en el dogmatismo un obstáculo a las iniciativas creadoras. El dogmático no reconoce la riqueza de caminos y propuestas que nutren la transformación social que emprende la gente, siempre busca moldes para calzar la realidad a ellos.
11. En lugar de que el dirigente piense que sabe todo, es importante que entienda que hay mucho que aprender de los otros. Y no sólo de las más complejas y abarcadoras sino también de las pequeñas. Nadie puede subestimar una u otra experiencia, todas cuentan y en cada una de ellas encontramos claves para continuar avanzando en la construcción de la democracia participativa y protagónica.
USO DE CALIFICATIVOS PEYORATIVOS
1. Muchos líderes sociales y políticos han encontrado en la descalificación peyorativa de la disidencia una forma de control organizacional. En consecuencia suelen señalar que quienes discrepan por un punto de vista lo hacen porque son contrarrevolucionarios, anarquistas, trotskistas, oportunistas, escuálidos, golpistas disfrazados, etcétera, con la sola intención de aislar a los sectores críticos del colectivo comunitario y garantizarse el control de los grupos.
2. Estas prácticas contribuyen a dividir, a crear desconfianza; restan fuerza al compromiso y, a veces llegan a paralizar los proyectos.
3. Es necesario eliminarlas y, si no se logra, es necesario no elegir más a ese tipo de líder para ningún cargo de responsabilidad.
EXCESO DE PRAGMATISMO
1. El pragmatismo es una actitud y pensamiento que valora sobre todo la utilidad y el valor práctico de las cosas. Los pragmáticos consideran que el único criterio para juzgar si algo es verdadero o falso es la prueba de la práctica. Los pragmáticos sobrevaloran el hacer. Lo que importa es hacer cosas, no pensar cómo hacerlas; conseguir resultados poniendo de lado muchas veces los aspectos éticos comprometidos en dicha manera de actuar. Desdeñan la teoría. Mientras menos se piense, medite y analice sobre las cosas que se hacen, mejores resultados se obtendrán.
2. La lógica nefasta del pragmatismo apela a la eficacia y a la eficiencia como argumentos justificadores de su acción.
3. Contra este sistema de creencias deben operar las fuerzas creativas y transformadoras de los revolucionarios. Se puede hacer las cosas rápido y bien, sin dejar de lado la teoría, la ideología, la mirada estratégica. Toda acción humana merece una reflexión asociada a ella.
LAS BONDADES DE LA PARTICIPACIÓN
La participación permite que las comunidades crezcan y desarrollen valores y nuevas sensibilidades. Revisemos algunos de ellos:
ELEVA LA AUTOESTIMA POPULAR
A medida que las personas van participando en los asuntos que le son propios y logran, con su organización y lucha, resolver sus propios problemas, se produce un cambio cualitativo con respecto a lo que antes existía, las personas comienzan a recuperar la confianza y se ven a sí mismas como sujetos que aprenden, transforman y propician el cambio positivo. Constatan, al mismo tiempo, el poder de las comunidades organizadas.
Nuestra experiencia nos dice que los integrantes de las comunidades tienen potencialidades y experiencias que se liberan y se potencian en el encuentro con los otros, en espacios de participación compartida.
De allí, nuestro énfasis en cuidar cada una de las dinámicas que se llevan adelante en el proceso participativo, que van transformando a las personas de actores pasivos en actores o sujetos capaces de construir su propio destino.
RESPETO A LAS DIFERENCIAS Y SUPERACIÓN DE LAS DIVISIONES
En la medida que una comunidad organizada de base trabaja por alcanzar las metas consensuadas, se genera un proceso de reconocimiento de los “otros” como ciudadanos con iguales derechos. Ese proceso hace visible temas y agendas subterráneas como la del género, la diversidad sexual, las minorías étnicas o el respeto a la biodiversidad, enriqueciendo las prácticas comunitarias de base.
Por otra parte, un trabajo participativo en proyectos comunitarios facilita enormemente la articulación de todos los sectores progresistas y de la izquierda, tanto de los militantes de partidos como de los militantes sociales, como de gente sin partido porque permite hacer un tipo de convocatoria diferente. Para trabajar por un proyecto de esta índole no hay que adherir necesariamente a un partido, a un frente, a un movimiento. Por ejemplo, cuando la gente se involucra en instancias participativas en un gobierno local que se propone construir un proyecto de ciudad humanista y solidario; o cuando el estudiante participa en un proyecto de democratización de su federación estudiante; o cuando el campesino participa en la construcción de un asentamiento o polo de asentamientos de acuerdo a un modelo que prefigure la nueva sociedad.
3) POLITIZACIÓN
La participación popular protagónica en las distintas instancias de gobierno hace que las personas involucradas en ella crezcan en conciencia política.
a Hay que entender que la política no es propiedad de los partidos políticos. Tiene que ver con la preocupación y actuación sobre la sociedad. Viene del griego ‘polis’, que significa ciudad. Ya el filósofo griego, Aristóteles, decía que el hombre era un animal político.
Politización, por lo tanto, no es lo mismo que partidización. Una persona se politiza o adquiere conciencia política en la medida en que deja de centrar toda la atención en sus problemas individuales o de su pequeño grupo y empieza a ver los problemas en un contexto más global; una persona que es capaz de sobrepasar los estrechos límites de su localidad, sector, partido, gremio, grupo de opinión, tendencia, y asume como suyos los intereses globales de la sociedad de la cual forman parte. En este sentido es que la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos se constituye en uno de los caminos para su politización de los ciudadanos y para dar viabilidad a un proyecto de emancipación común.
Es el proceso de toma de conciencia de la población sobre su condición ciudadana, es decir, con derechos y deberes que se concretan en espacios sociales comunes.
Una de las tragedias de este país es que el ejercicio de la política ha sido sustraído del ejercicio cotidiano de la gente siendo arrebatado por un sector que se llama a sí mismo profesional de la política y que, en definitiva, es el único que se siente con derecho a opinar, a decidir. Se ha llegado a hablar de “la clase política”, porque de hecho este grupo de personas se ha ido separando de los intereses generales de la población y se ha ido profesionalizando en el ejercicio de la política, en el discurso de la política5.
Hay que recordar que los grandes problemas de Venezuela no eran debatidos con el país. Las decisiones sobre el destino del ingreso petrolero, sobre la deuda, sobre todas esas cosas, fueron tomadas siempre por los cogollos. Quienes participaban eran los secretarios generales de los partidos. El pueblo era el eterno ausente. Ese era uno de los paradigmas de la democracia representativa.
Y esa es una de las causas que explica el porqué se ha generado en la población una dinámica de rechazo hacia los políticos y la política en general, cuando, en realidad, una de las cosas que hay que reivindicar es el ejercicio de la función política como la más excelsa actividad de servicio a la comunidad.
Cada vez más la gente rechaza las prácticas partidarias clientelares, poco transparentes y corruptas, que sólo se acercan al pueblo en momentos electorales, donde se pierde energía en luchas intestinas, de fracciones y pequeñas ambiciones; donde las decisiones son adoptadas por las cúpulas partidarias sin una real consulta con las bases y donde prima el liderazgo unipersonal sobre el colectivo.
La gente repudia crecientemente los mensajes que se quedan en meras palabras, que no se traducen en actos.
El proyecto bolivariano está tratando de realizar un proceso de politización de la población. Pero, para lograr esto, uno de los obstáculos son aquellos políticos profesionales que no entienden el proyecto de democracia participativa y protagónica, que no dejan que la gente se exprese, porque tienen más facilidad de palabra, porque tienen precisamente más capacidad de andar engullendo y deglutiendo cosas, y con ello impiden que la gente, en su expresión más sencilla, vaya viendo y abordando problemas para irles dando soluciones.
Criticar estas actitudes no significa desconocer que, en el sistema político de democracia participativa y protagónica, los partidos electorales continúan jugando un papel importante, pero la participación no se puede reducir a los partidos, va mucho más allá, se expande a muchos otros sectores sociales y no se limita a las agendas electorales sino que se realiza en la diaria acción comunitaria.
Se trata de un proceso de rescate nacional, y en todo caso local, del ejercicio de la política, porque la involución de la democracia llevó a la despolitización general de la población. (Continuará...).
DOGMATISMO
1. Ser dogmático significa razonar con recetas prefabricadas frente a los procesos sociales y políticos, sin analizar la situación real del país que se quiere transformar.
2. El dogmático es aquel que se aferra a ideas fijas, para él nada cambia. La realidad no es dinámica, sino que se reproduce en ciclos reiterativos. Sus reglas son inalterables y se convierten en la única verdad.
3. El dogmatismo es un acto de fe, incapaz de comprender la riqueza del mundo real, su diversidad y naturaleza contradictoria.
4. El dogma se asume como una verdad absoluta, convertida en ley inalterable y declarada como cierta e incuestionable por quienes le siguen.
5. Son dogmáticos aquellos que repiten fórmulas y consignas revolucionarias que fueron válidas en situaciones históricas pasadas y en determinados países, pero que no pueden ser aplicadas a cualquier realidad sin más ni más.
6. Algunos dogmáticos suelen criticar a la revolución bolivariana por que no ha importado y adoptado las medidas que otras revoluciones asumieron. (régimen de partido único, persecución a la disidencia, etcétera). Dichos detractores no comprenden que nuestra revolución intenta construir un camino propio ni reproduce recetas, lo cual no implica que no se extrapolen experiencias exitosas de otras latitudes.
7. Son dogmáticos aquellos que no distinguen entre cuestiones de principios y cuestiones de orden táctico. Rechazan, por ejemplo, cualquier acuerdo con la burguesía, sin analizar antes la coyuntura política y la correlación de fuerzas.
8. La superación del dogmatismo se fundamenta en la comprensión de la singularidad de los procesos. No hay recetas, todo proceso es único.
9. Frente a la fraseología dogmática exijamos análisis concreto de la situación concreta.
10. La participación encuentra en el dogmatismo un obstáculo a las iniciativas creadoras. El dogmático no reconoce la riqueza de caminos y propuestas que nutren la transformación social que emprende la gente, siempre busca moldes para calzar la realidad a ellos.
11. En lugar de que el dirigente piense que sabe todo, es importante que entienda que hay mucho que aprender de los otros. Y no sólo de las más complejas y abarcadoras sino también de las pequeñas. Nadie puede subestimar una u otra experiencia, todas cuentan y en cada una de ellas encontramos claves para continuar avanzando en la construcción de la democracia participativa y protagónica.
USO DE CALIFICATIVOS PEYORATIVOS
1. Muchos líderes sociales y políticos han encontrado en la descalificación peyorativa de la disidencia una forma de control organizacional. En consecuencia suelen señalar que quienes discrepan por un punto de vista lo hacen porque son contrarrevolucionarios, anarquistas, trotskistas, oportunistas, escuálidos, golpistas disfrazados, etcétera, con la sola intención de aislar a los sectores críticos del colectivo comunitario y garantizarse el control de los grupos.
2. Estas prácticas contribuyen a dividir, a crear desconfianza; restan fuerza al compromiso y, a veces llegan a paralizar los proyectos.
3. Es necesario eliminarlas y, si no se logra, es necesario no elegir más a ese tipo de líder para ningún cargo de responsabilidad.
EXCESO DE PRAGMATISMO
1. El pragmatismo es una actitud y pensamiento que valora sobre todo la utilidad y el valor práctico de las cosas. Los pragmáticos consideran que el único criterio para juzgar si algo es verdadero o falso es la prueba de la práctica. Los pragmáticos sobrevaloran el hacer. Lo que importa es hacer cosas, no pensar cómo hacerlas; conseguir resultados poniendo de lado muchas veces los aspectos éticos comprometidos en dicha manera de actuar. Desdeñan la teoría. Mientras menos se piense, medite y analice sobre las cosas que se hacen, mejores resultados se obtendrán.
2. La lógica nefasta del pragmatismo apela a la eficacia y a la eficiencia como argumentos justificadores de su acción.
3. Contra este sistema de creencias deben operar las fuerzas creativas y transformadoras de los revolucionarios. Se puede hacer las cosas rápido y bien, sin dejar de lado la teoría, la ideología, la mirada estratégica. Toda acción humana merece una reflexión asociada a ella.
LAS BONDADES DE LA PARTICIPACIÓN
La participación permite que las comunidades crezcan y desarrollen valores y nuevas sensibilidades. Revisemos algunos de ellos:
ELEVA LA AUTOESTIMA POPULAR
A medida que las personas van participando en los asuntos que le son propios y logran, con su organización y lucha, resolver sus propios problemas, se produce un cambio cualitativo con respecto a lo que antes existía, las personas comienzan a recuperar la confianza y se ven a sí mismas como sujetos que aprenden, transforman y propician el cambio positivo. Constatan, al mismo tiempo, el poder de las comunidades organizadas.
Nuestra experiencia nos dice que los integrantes de las comunidades tienen potencialidades y experiencias que se liberan y se potencian en el encuentro con los otros, en espacios de participación compartida.
De allí, nuestro énfasis en cuidar cada una de las dinámicas que se llevan adelante en el proceso participativo, que van transformando a las personas de actores pasivos en actores o sujetos capaces de construir su propio destino.
RESPETO A LAS DIFERENCIAS Y SUPERACIÓN DE LAS DIVISIONES
En la medida que una comunidad organizada de base trabaja por alcanzar las metas consensuadas, se genera un proceso de reconocimiento de los “otros” como ciudadanos con iguales derechos. Ese proceso hace visible temas y agendas subterráneas como la del género, la diversidad sexual, las minorías étnicas o el respeto a la biodiversidad, enriqueciendo las prácticas comunitarias de base.
Por otra parte, un trabajo participativo en proyectos comunitarios facilita enormemente la articulación de todos los sectores progresistas y de la izquierda, tanto de los militantes de partidos como de los militantes sociales, como de gente sin partido porque permite hacer un tipo de convocatoria diferente. Para trabajar por un proyecto de esta índole no hay que adherir necesariamente a un partido, a un frente, a un movimiento. Por ejemplo, cuando la gente se involucra en instancias participativas en un gobierno local que se propone construir un proyecto de ciudad humanista y solidario; o cuando el estudiante participa en un proyecto de democratización de su federación estudiante; o cuando el campesino participa en la construcción de un asentamiento o polo de asentamientos de acuerdo a un modelo que prefigure la nueva sociedad.
3) POLITIZACIÓN
La participación popular protagónica en las distintas instancias de gobierno hace que las personas involucradas en ella crezcan en conciencia política.
a Hay que entender que la política no es propiedad de los partidos políticos. Tiene que ver con la preocupación y actuación sobre la sociedad. Viene del griego ‘polis’, que significa ciudad. Ya el filósofo griego, Aristóteles, decía que el hombre era un animal político.
Politización, por lo tanto, no es lo mismo que partidización. Una persona se politiza o adquiere conciencia política en la medida en que deja de centrar toda la atención en sus problemas individuales o de su pequeño grupo y empieza a ver los problemas en un contexto más global; una persona que es capaz de sobrepasar los estrechos límites de su localidad, sector, partido, gremio, grupo de opinión, tendencia, y asume como suyos los intereses globales de la sociedad de la cual forman parte. En este sentido es que la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos se constituye en uno de los caminos para su politización de los ciudadanos y para dar viabilidad a un proyecto de emancipación común.
Es el proceso de toma de conciencia de la población sobre su condición ciudadana, es decir, con derechos y deberes que se concretan en espacios sociales comunes.
Una de las tragedias de este país es que el ejercicio de la política ha sido sustraído del ejercicio cotidiano de la gente siendo arrebatado por un sector que se llama a sí mismo profesional de la política y que, en definitiva, es el único que se siente con derecho a opinar, a decidir. Se ha llegado a hablar de “la clase política”, porque de hecho este grupo de personas se ha ido separando de los intereses generales de la población y se ha ido profesionalizando en el ejercicio de la política, en el discurso de la política5.
Hay que recordar que los grandes problemas de Venezuela no eran debatidos con el país. Las decisiones sobre el destino del ingreso petrolero, sobre la deuda, sobre todas esas cosas, fueron tomadas siempre por los cogollos. Quienes participaban eran los secretarios generales de los partidos. El pueblo era el eterno ausente. Ese era uno de los paradigmas de la democracia representativa.
Y esa es una de las causas que explica el porqué se ha generado en la población una dinámica de rechazo hacia los políticos y la política en general, cuando, en realidad, una de las cosas que hay que reivindicar es el ejercicio de la función política como la más excelsa actividad de servicio a la comunidad.
Cada vez más la gente rechaza las prácticas partidarias clientelares, poco transparentes y corruptas, que sólo se acercan al pueblo en momentos electorales, donde se pierde energía en luchas intestinas, de fracciones y pequeñas ambiciones; donde las decisiones son adoptadas por las cúpulas partidarias sin una real consulta con las bases y donde prima el liderazgo unipersonal sobre el colectivo.
La gente repudia crecientemente los mensajes que se quedan en meras palabras, que no se traducen en actos.
El proyecto bolivariano está tratando de realizar un proceso de politización de la población. Pero, para lograr esto, uno de los obstáculos son aquellos políticos profesionales que no entienden el proyecto de democracia participativa y protagónica, que no dejan que la gente se exprese, porque tienen más facilidad de palabra, porque tienen precisamente más capacidad de andar engullendo y deglutiendo cosas, y con ello impiden que la gente, en su expresión más sencilla, vaya viendo y abordando problemas para irles dando soluciones.
Criticar estas actitudes no significa desconocer que, en el sistema político de democracia participativa y protagónica, los partidos electorales continúan jugando un papel importante, pero la participación no se puede reducir a los partidos, va mucho más allá, se expande a muchos otros sectores sociales y no se limita a las agendas electorales sino que se realiza en la diaria acción comunitaria.
Se trata de un proceso de rescate nacional, y en todo caso local, del ejercicio de la política, porque la involución de la democracia llevó a la despolitización general de la población. (Continuará...).
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