En el marco de los actos conmemorativos del 4 de febrero, el presidente Nicolás Maduro exhortó al pueblo venezolano a repensar el Estado burgués a favor del Estado comunal. Para ello, propuso la tan necesaria reforma constitucional a fin de “democratizar hasta el infinito la vida política y social de Venezuela”.
Para ello, es de suma importancia ideológica y cultural implosionar, por la vía de una profunda revolución curricular, lo no-venezolano de las relaciones sociales como valores aún vigentes a pesar de los grandes avances políticos.
La cultura colonial y neocolonial legitimaron la estructura económica y social del antidesarrollo. Justamente, sus características socioculturales alienantes configuraron los substratos dominantes que niegan y ocultan lo venezolano que puja por expresarse. Bajo la sombra de la cultura del latifundio (del terrateniente, oligarca, capataz y peón) y, tiempo después, de la cultura del petróleo, la cultura venezolana forcejea por visibilizarse.
Ese instante debe pesquisarse con la finalidad última de consolidar una identidad (única y múltiple), que supera las propias expectativas de la tesis del mestizajismo. Los esfuerzos sociolingüísticos de Lisandro Alvarado y de Julio César Salas, las compilaciones del cancionero popular venezolano de Adolfo Ernst y José Eustaquio Machado, las reflexiones en contra del evolucionismo unilineal de José Gil Fortoul y de Pedro Manuel Arcaya, la novelística de Miguel Eduardo Pardo y Manuel Díaz Rodríguez, entre otros esfuerzos por el estilo, entrevieron que lo venezolano es un asunto inconcluso.
Desde la creación del Ministerio de Instrucción Pública (en 1881 por el régimen de Antonio Guzmán Blanco) hasta el Ministerio de Educación, en el marco del proyecto del Estado docente, las distintas reformas curriculares desestimaron estallar las bases culturales del no-desarrollo.
Mensaje sin destino de Mario Briceño Iragorry, Angustia social de Domingo Maza Zavala, La cultura del petróleo de Rodolfo Quintero, Vida de los esclavos negros en Venezuela de Miguel Acosta Saignes, etcétera, confirmaron la búsqueda de lo venezolano, fuera de todo chovinismo, en la espesura de lo antinacional que lo oculta.
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