lunes, 30 de septiembre de 2024

Vitrina de nimiedades | De la pantalla al papel

 Cuando se aprende a leer, se gana más que una habilidad. El tránsito por las vocales, las consonantes, las sílabas, las palabras, las oraciones, los párrafos y, finalmente, textos completos, representa un ritual de iniciación para el humano. Lo que ocurra en ese proceso puede anticipar si seremos lectores consumados o no. Y, aunque parece obvio, descubrir la lectura en papel o en pantalla puede crear una brecha gigante en gustos y usos.

Buena parte de los adultos y jóvenes que hoy pisamos la Tierra aprendimos a leer con un libro físico. Muy probablemente, era la herencia transitoria dejada por algún tío, primo, hermano mayor o vecino, que comenzó a descifrar las palabras escritas de la misma forma que uno: jornadas que fácilmente podían terminan en escenas de frustración madre-hijo. Casi todos tenemos algún relato “lacrimógeno” sobre aquellos días en los que pensábamos que M con la A se leía PA. 

Hasta la generación Z se inició en la lectura con los clásicos en papel. Mi Jardín, Mi AngelitoPasito a pasito: en casi todas las casas de este país hubo o todavía existe alguno de esos títulos. Su efectividad y su longevidad están a prueba de tecnologías. Se pueden descargar en formato PDF, listos para seguir en alguna tablet el ritual de aprendizaje, fiel a la tradición. Pero, si se hurga más, conseguiremos que estos textos no andan solos en su camino. 

Ahora, las nuevas generaciones aprenden con cartillas interactivas, juegos, canciones y otros recursos lúdicos, que simplifican aquello que costó horas/estrés a muchísimas familias. Podría pensarse que el papel está condenado a ser un gusto exquisito, una rareza o un recurso exclusivo; pero expertos en la materia no ven el final del libro físico, más bien observan el tránsito a nuevos modos de leer, que combinan las pantallas con los textos en papel. 

Por eso, el mundo editorial se mueve en dos aguas y ofrece posibilidades para la comunidad lectora. Eso está bien claro en la Fundación para la Comunicación Popular CCS, que presenta en la 15° Feria del Libro de Caracas estos títulos: De burro vizco a patriarca, de Pedro Vicente Chacín Espinoza;  Historia olímpica de Venezuela, de Julio Barazarte; Parroquia Adentro I, de Gabriel Torrealba y Julio González Chacín; Una y nos vamos, de María Eugenia Acero Colomine; Tinte polisémico II, de Héctor Aponte;   Bolivarianismo, corriente histórica, de Anabel Díaz Aché; Amor, dolor, alegría y revolución, de Santiago David Márquez Sánchez, y Vitrina de nimiedades, de quien firma esta columna.

En el caso de Vitrina de nimiedades, se trata de la edición impresa de la versión presentada en la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) 2022, originalmente en formato digital. Esta obra fue parida a la inversa: saltó de lo digital a lo físico. Agradecemos a todos quienes hicieron posible esta publicación. Esperamos que despierte el interés de algún lector amante del papel y de las nimiedades significativas.

Rosa E. Pellegrino 



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