viernes, 5 de enero de 2024

La Batalla Cultural:Reflexiones críticas para una Nueva Derecha

 Alguno se pregunta cómo se explica que Milei haya dicho en su discurso inaugural que muchos argentinos serán carneados en los próximos meses y, lejos de ser linchado por la multitud en la plaza por decirlo, haya sido aplaudido.


“Todos Uds. morirán”, gritaba Milei. Y lo aplaudían a rabiar los futuros fiambres.


La explicación no es compleja, es una simple cuestión de sustitución. En Argentina hace rato han reemplazado la política de representación por la política identitaria.


Eso significa que hoy los de a pie no se enrolan como militantes y simpatizantes de un proyecto político porque dicho proyecto representa sus intereses objetivos, no es así. Hoy uno se identifica exclusivamente con los símbolos del proyecto político.


Y en consecuencia ignora los contenidos del proyecto, por supuesto. Los mileístas no están interesados en las políticas de Milei, solo en que Milei gane y los demás pierdan. Son mileístas identitarios.


¿Eso empezó con Milei? Claro que no, el kirchnerismo en un determinado momento de su desarrollo (tal vez en 2008, al calor de la 125) se volvió identitario. Y a partir de allí la política argentina iba a ser toda así.


En un principio los identitarios eran los menos. La mayoría de los kirchneristas estaba realmente interesada en el proyecto de país, en la lucha contra las corporaciones, contra los buitres, en la reivindicación de la soberanía nacional, etc.


Los que tengan algunos añitos de más van a recordar las consignas de esa época, como “patria o corporaciones”. Eso era representación de intereses colectivos.


Pero después todo eso fue perdiendo fuerza y un buen día, probablemente después de las elecciones de 2013, el kirchnerismo abrazó de lleno lo identitario. Hasta que terminó siendo básicamente solo eso. Es decir, dejó de tener un proyecto político, un programa.


Y como la identidad de un grupo es sólo de ese grupo, lo más natural es que los demás grupos se asocien por simple oposición con identidades opuestas a esa. Es aquello de la dialéctica, la tesis y la antítesis, afirmación y negación, etc.


Entonces, por ejemplo, el kirchnerismo optó por ser pañueludo verde y automáticamente los pañueludos celestes van a ser mileístas por simple oposición. A ninguno le interesa la cosa en sí, solo plantarse de un lado de la grieta y oponerse a los gritos al identitario de enfrente.


Y así con todo. Si el kirchnerismo es identitario del “Estado presente”, los mileístas van ser identitarios de la supresión del Estado, aunque la consecuencia objetiva de esa supresión sea la supresión social de los propios mileístas.


El identitario no entiende lo que apoya y eso es todo. Los kirchneristas no entendieron que se estaban enterrando al apoyar las maldades de Alberto Fernández y los mileístas tampoco entienden que la van a tener adentro por apoyar las maldades de Milei.


Y lo mismo puede decirse de los macristas, claro.


La conclusión es que la política no representa a nadie y los dirigentes están chochos, porque pueden sentarse ahí a darse la gran vida con el dinero público sin tener la obligación de trabajar en representación de los intereses del pueblo. Lo único que tienen que hacer es simular grieta.


Mientras eso siga así es al divino botón discutir el supuesto color ideológico del títere. La democracia del demos y el cratos, del gobierno del pueblo, es una entelequia.



No hay comentarios: