Flavia Riggione
Pues claramente me refiero a lo que acaba de acontecer en México, cuando este fin de semana se reanudaban las conversaciones entre el Gobierno venezolano y la Plataforma Unitaria (que de unitaria no tiene nada) que debían de empezar el pasado viernes, cuando la plataforma se quedó esperando a la delegación venezolana oficial, quienes muy dignamente nos representan en México.
Pero como ya todos deben saber, hace apenas días, ocurrió una muy infeliz declaración de la primera ministra de Noruega, ya saliente, Erna Solberg, cuando en su único discurso anual ante la Asamblea de las Naciones Unidas, usó parte de ese valioso tiempo para declarar que "hay graves violaciones de los Derechos Humanos en Venezuela".
La parte bolivariana que interviene en los diálogos, no podía menos que frenarse de golpe, y el Presidente Maduro pedirle explicaciones al Gobierno de Noruega, país que está sirviendo de facilitador justamente en esta nueva edición de los diálogos entre gobierno y oposición apátrida (importante no olvidar que se trata de ésa oposición extremista y radical).
Hace muy pocas horas, nos enteramos los venezolanos de las disculpas ofrecidas públicamente en México por el representante de Noruega Dag Halvor Nylander, y que, Jorge Rodríguez, representante plenipotenciario del Gobierno Bolivariano, consideró suficiente, declarando superado el "impasse".
Apreciados lectores, lógicamente se entiende que esta última declaración del presidente de la Asamblea Nacional, haciendo un borrón y cuenta nueva, es ciertamente un acto político, diplomático.
Y como yo no me considero ni diplomática ni mucho menos tengo alguna investidura política, permítanme la licencia de disentir, aunque solo sea en estas páginas, a título de tener una mejor comprensión de lo ocurrido.
Como me explica, profusamente, mi amigo secreto Diogenes, la primera ministra de Noruega, forma parte de un país, que, si bien no está asociado a la Unión Europea, si pertenece a la Organización del Atlántico Norte, OTAN, "cuya misión consiste en ayudar a los miembros a alcanzar acuerdos sobre cuestiones clave", pero se entiende, en realidad, como un instrumento agresor que utiliza los Estados Unidos, por aquellas latitudes.
Tanto que pertenece y se identifica Noruega con la OTAN que, su Secretario General, es el noruego Jens Stoltenberg. Pero no solo, Stoltenberg fue el primer ministro de Noruega por el partido Social Demócrata, antes de asumir Erna Solberg quien, luego de ocho años en el ejercicio, fue vencida por un candidato que anteriormente formó parte del gabinete del ex primer ministro.
Apreciados lectores, la primera ministra de Noruega llega a la Asamblea de la ONU a llenarse la boca muy preocupada por lo que ella piensa son graves violaciones de los Derechos Humanos. Y menciona seguidamente a Afganistán, sólo para indicar supuestos indicadores positivos durante la ocupación por Estados Unidos y la OTAN, que invadieron y sometieron ese país durante veinte años, retirándose hace apenas pocas semanas con las desastrosas consecuencias que ya hemos observado, y de las cuales se ha escrito mucho.
¿Se enfoca Erna Solberg en los Derechos Humanos en Venezuela cuando ignora de forma muy campante, las gravísimas violaciones ocurridas en Afganistán durante la ocupación militar? ¿Los asesinatos y masacres de cientos de personas, incluso civiles, muy bien documentadas por WikiLeaks? ¿Se olvida, al hacer su discurso en la ONU que, por ser Noruega parte de la OTAN, también es cómplice directo de que hoy en día Afganistán esté en manos de los talibanes? Y, siendo ella misma una mujer, ¿no siente vergüenza de que, gracias a políticas como las implementadas por la OTAN, dirigida por su paisano noruego, las mujeres no puedan ni asistir a la escuela?
¿Será que todo este cúmulo de evidencias, demostradas suficientemente, no constituyen una preocupación en la primera ministra de Noruega? ¿Será que ella sí tiene pruebas irrefutables de lo que está declarando en la ONU, contra nuestro país?
Pero si nos quedamos en nuestro hemisferio, en América del Sur, nos llama la atención que la primera ministra de Noruega no se preocupa por lo que está ocurriendo en Colombia. ¿No sabe de las masacres diarias que ocurren en esas tierras, ni de las fosas comunes con falsos positivos donde se reconoció responsable el Premio Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos? Ex presidente colombiano quien recibió, oh que casualidad, ese "honorífica" distinción, en la ciudad de Oslo, donde ella gobierna.
Pero tampoco, al representar a su gobierno ante la Asamblea Nacional de las Naciones Unidas, denuncia el asesinato en serie de los líderes guerrilleros de las FARC que fueron firmantes en el acuerdo de paz, donde Noruega, como ahora aquí en Venezuela, sirvió de facilitador de las negociaciones. ¿No es de sumo interés para Noruega denunciar esos hechos en la ONU? Evidentemente no.
Mi amigo secreto Diogenes, con su labor minuciosa de investigación, buscando indicadores relevantes para nuestro artículo, (él prefiere permanecer en el anonimato) me señala que Noruega está en el número catorce entre los productores de petróleo en el mundo, y en el número ocho de gas natural.
En 2011, Noruega, llegó a ser el número 9 de los países exportadores de petróleo refinado, lo cual ha representado el diecisiete por ciento de su PIB. En el 2015, cuando ya Venezuela empezaba a sufrir los embates del bloqueo, el cuarenta por ciento de las exportaciones de Noruega estaban representadas por petróleo y gas, y en el 2020, ese país aportó el veinte por ciento del gas que consume Europa.
Con todos estos números presentes, ¿cómo respondería Noruega si el cúmulo de sanciones que nos han aplicado a Venezuela, se hubiesen más bien dirigidas hacia ellos? ¿No afectaría toda su economía, sus exportaciones, sus intercambios comerciales, su muy defendido estado de bienestar?
Tal como Erna Solberg asegura en el discurso, objeto de nuestra atención, ¿sería igualmente Noruega en estas condiciones, una sociedad próspera y libre, equitativa y estable?
Pues creo que la primera ministra, representando a Noruega, país facilitador del diálogo en México, debería ponerse un momento en nuestros zapatos. Y leerse, antes de hablar de Venezuela, el Informe de la Relatora Especial de la ONU, Alena Dohuan quien en febrero 2021 concluye "reconociendo el efecto devastador de las sanciones unilaterales en el amplio ámbito de los derechos humanos, especialmente el derecho a la alimentación, el derecho a la salud, el derecho a la vida, el derecho a la educación y el derecho al desarrollo". ¿No son justamente éstas violaciones de los derechos humanos en Venezuela, producto del bloqueo, que la primera ministra Erna Solberg debe denunciar ante la ONU pidiendo su pronta finalización?
Por último, nos preguntamos: ¿cuál es la razón de que Noruega, un país que cuenta hasta la fecha con un gobierno (saliente) conservador, se está prestando para facilitar el diálogo en Venezuela? Aparte de reconocerse como un país que se vanagloria de su alto grado de diplomacia, casi una tradición ya, no será que, al considerarse un país muy civilizado, por allá ubicado en la Europa septentrional, regidos por una monarquía constitucionalista, que aparece frecuentemente en la muy chic revista HOLA, ¿desean llevar un poco de sus brillantes luces a estos países del Sur que, de pronto (solo un malicioso pensamiento), consideran bárbaros?
Como me sugiere Diogenes, detrás del meta mensaje emitido por la primera ministra, ¿no estará ella asegurándoles a los noruegos, o a otros inconfesables actores, que, si bien están facilitando el diálogo en México, Noruega no estaría alcahueteando a un país demonizado a nivel mundial, como el nuestro?
Todo este discurso ante la ONU, inevitablemente me llevó a recordar aquellos pocos ganadores de los premios Óscar, cuando en algún año reciente, en plena agresión imperial, aprovechaban su momento de gloria con la coletilla "salvemos a Venezuela" o algo así. Ellos, los premiados, que ni sabían seguramente, donde quedaba ubicado geográficamente nuestro bello país.
Como leo en un twittero, el diálogo actual que se está desarrollando en México, recibió desde la Asamblea General de la ONU, un ataque terrorista, (similar a la invasión de la OTAN de Libia o la misma Afganistán). Buen título que no me atreví a plagiar.
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