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Nicolás Maduro, al enterarse de la llegada al país de dos portadores del virus los días 5 y 8 de marzo de 2020 en un vuelo de Iberia puso en cuarentena social al país con una celeridad maternal. Inmediatamente se unió a Rusia, China, Irán, Siria, Norcorea, Nicaragua y Cuba para solicitar ante la ONU el levantamiento total de las medidas coercitivas ilegales de Estados Unidos contra nuestros pueblos.
Luego puso en jaque al Fondo Monetario Internacional solicitándole tácticamente un préstamo: si se lo otorgaban lo reconocían como presidente y si se lo negaban, el FMI quedaba como el malo de la película por no ayudar a vencer la pandemia. Después desarticula una acción paramilitar en el norte de Colombia lo que hizo que Trump y su fiscal general William Barr perdieran los estribos poniéndoles, cuales sheriff de películas del oeste, precio a las cabezas de la vanguardia política venezolana. Los dueños de las grandes transnacionales, dice Simón Rodríguez, padecen “la enfermedad del siglo: una sed insaciable de riqueza”.
El Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de Venezuela ha enaltecido el gentilicio venezolano promoviendo la Patria Comunal como modelo civilizatorio alterno a la barbarie propia del neoliberalismo y ha demostrado un manejo trascendental de la guerra y la política para lograr un objetivo definitivo, hacer humana la humanidad, porque, como dice Simón Rodríguez, “vinimos al mundo a entreayudarnos, no a entredestruirnos”.
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