Ana Teresa Gómez F.
VIAJAR EN METRO
En la mañana se insinúa una llovizna de esas que dicen que no moja pero empapa. Decido, después de algunos meses, tomar el metro. Ya ni siquiera venden tickets. Un servicio totalmente gratuito que no augura nada bueno. Desde la misma entrada nos recibe un vaho caliente y pestilente.
Llega el metro. Bueno, realmente no llega. Se arrastra como animal herido hasta pararse completamente. Igual para arrancar. Las caras y comentarios sugieren que ese es el pan (o el plan?) nuestro de cada día. El piso, surcado de mapas, miles de mapas que exaltarían la imaginación de los viajantes. Mapas, miles de mapas de sucio acumulado me salvan en ese breve espacio de tiempo para no gritar de impotencia ante el chirrido continuo de los rieles del metro. Imagino que viajo por países lejanos. Caminando me alejo del horror cotidiano en que se nos ha convertido la vida.
Ana T. Gómez (La Guara)
itza97@yahoo.com
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