Para la generación del streaming por suscripción puede resultar insólito prepararse para recibir casi todos los días, a la misma hora, una dosis de un producto audiovisual. La libre demanda, sin horarios ni más restricciones que aquellas impuestas por la tecnología y el presupuesto, transformaron muchos ritos creados en torno a la televisión. Uno de ellos, que llevó por mucho tiempo el sello latinoamericano, es ver telenovelas, género cuestionado por vender finales felices. Cualquier atrevimiento más allá de los enamorados de distinta clase social podía ser una costosa osadía o una lucrativa salida.
Algunas producciones de este tipo van más allá de ese dilema para plantear nuevas discusiones. De eso saben quienes vieron Por estas calles, una treintañera que aún no consigue su sucesora.
Esta producción audiovisual, una hija libre y compleja nacida de la mente del recientemente fallecido Ibsen Martínez, supuso una relación distinta con las audiencias, el sentido usualmente reivindicador de la telenovela y la percepción de lo real. Invirtió los códigos acostumbrados: los televidentes conocían las líneas gruesas de la trama, podían predecirlas fácilmente, pero eso no mataba el interés. El gancho estaba justamente en descubrir cómo se contarían los hechos reales que terminaron redirigiendo el sentido original de la historia.
Esa relación selló el vínculo entre Por estas calles y las audiencias que siguieron los 591 capítulos de esta historia, que marcó las noches de la TV nacional entre 1992 y 1994. Tantas horas al aire, sin embargo, no destronaron a la versión venezolana de El derecho de nacer como la telenovela más extensa en la televisión nacional al relatar en más de seiscientos capítulos las desventuras y esperanzas de Alberto Limonta.
Podría pensarse que la realidad es una extraordinaria cantera de historias, especialmente si se tiene al frente a un país asqueado del bipartidismo. Pero la obra original de Martínez puso muchas cosas a prueba. La sostenibilidad de un relato alimentado por lo real, la pugna entre la denuncia social y el lucro a través del rating, el rechazo del propio autor a prolongar la trama más allá de su voluntad y la ruptura con la visión tradicional de los protagonistas para darle relevancia a un colectivo tan disímil, demostraron que detrás del éxito están las contradicciones y las paradojas de una sociedad que quiere combatir sus miserias con una mirada capitalista.
En esos elementos podrían estar las razones que impidieron convertir a Por estas calles en una fórmula replicable. Eso no opaca el interés que reviste como objeto de estudio en el plano sociológico, artístico y comunicacional. Revistas especializadas, libros y otros tipos de productos académicos incluyen análisis sobre el alcance de esta producción, que coincidió con eventos como la rebelión cívico-militar del 27 de noviembre de 1992, la destitución de Carlos Andrés Pérez como presidente de la República y la tormenta Bret.
Hoy, cuando las plataformas digitales ponen a disposición producciones estrenadas hace décadas, las nuevas generaciones pueden ver esta novela tan singular. ¿Cuál es el marco de lectura con el que se aproximan? Dependerá de la apertura y sentido crítico del entorno. Ojalá algún joven vaya más allá y aprecie las paradojas de una novela que terminó mimetizándose con la realidad.
Rosa E. Pellegrino
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