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La deforestación tropical en todo el mundo y sobre todo en la Amazonía, tiene una causa primordial y silenciada: la ganadería extensiva, seguida a cierta distancia de los cultivos de soja, también para ganado (un término especista que reduce al animal a objeto de explotación y que aquí se utiliza como referencia solo a dicha actividad de explotación) tanto intensivo como extensivo, y, muy lejos de estos, la minería y resto de impactos.
El 72% de la deforestación amazónica en Brasil es para pastos que alimentan a los animales destinados al matadero.
Desde el colectivo Rebeldes Indignadas desmontan los bulos del Lobby Ganadero para justificar la «limpieza de monte» y su uso para pastoreo.
Arde Brasil. Este verano de 2024 está siendo especialmente devastador en la región amazónica debido a que una ola de incendios forestales sin precedentes está asolando una gran extensión de este ecosistema. Durante el mes de agosto se han descrito más de 28.697 focos, lo que indica que estamos ante fuegos provocados, que, actualmente, avanzan sin control hacia Bolivia.
La cuenca amazónica está formada por el río que le da nombre y los cursos fluviales que vierten en él. A través del cielo circulan los llamados “ríos atmosféricos” o “ríos voladores” cuya función consiste en transportar la humedad generada en el bosque tropical amazónico a otras regiones del continente, donde originan lluvias; la magnitud de los incendios es de tal calibre que estos corredores celestes se han transformado en un inmenso flujo de humo y partículas en suspensión visible desde el espacio.
La quema intencionada de la Amazonia no es algo nuevo, solo se intensifica en su destructiva magnitud. Las razones son eliminar la vegetación para facilitar el desarrollo de actividades humanas como la minería, la ganadería extensiva o el cultivo de soja, utilizada básicamente para la producción de biocombustibles y de pienso que servirá para cebar a los animales domesticados que acaban en los mataderos.
La realidad oculta tras los incendios
La devastación de este bioma tiene lugar a lo largo de la zona conocida como el Arco de Deforestación del Amazonas, una franja del territorio que incluye las infraestructuras relacionadas con la industria alimentaria de la explotación animal. Según un informe de la organización Mighty Earth, “…el incentivo para la destrucción proviene de compañías internacionales de carne y soya a gran escala como JBS y Cargill, y las marcas globales como Stop & Shop, Costco, McDonald’s, Walmart / Asda y Sysco que les compran a estas y les venden al público. Son estas empresas las que crean la demanda internacional que financia los incendios y la deforestación. Tanto la demanda nacional e internacional de carne como de cuero han impulsado la rápida expansión de la industria ganadera en la Amazonía. De 1993 a 2013, el rebaño de ganado en el Amazonas se expandió en casi un 200%, llegando a 60 millones de cabezas de ganado. Si bien la deforestación causada por la actividad ganadera se había reducido gracias a la acción del sector privado y del gobierno, la nueva ola de deforestación de este año muestra que las grandes compañías internacionales de carne y cuero y sus clientes y financieros continúan creando mercados para el ganado proveniente de la deforestación. Los efectos de esta demanda se pueden ver en la concentración de áreas deforestadas cerca de los mataderos y las carreteras que tienen acceso a los mataderos.”
“Las cadenas de suministro de soya funcionan de manera diferente al ganado. Gran parte de la ola actual de deforestación ha ocurrido cerca de BR-163. Los grandes productores de soya la transportan por la autopista BR-163 hasta el puerto principal de Cargill en Santarem, donde la embarcan y se envía a todo el mundo para alimentar al ganado en Europa, China y otros lugares.”
El destino de la soja amazónica no solo son las macrogranjas o las explotaciones calificadas como industriales; en las instalaciones de ganadería extensiva también se utiliza pienso convencional cuando la falta de lluvias o cualquier otra circunstancia provoca escasez de pasto, lo que ocurre prácticamente todos los años. De hecho, en la industria de la explotación animal no hay una diferencia clara entre lo intensivo y lo extensivo, siendo lo habitual una mezcla entre ambos modelos. En consecuencia, la destrucción amazónica, que tanta lástima e indignación despiertan en las redes sociales, y que es uno de los mayores problemas ecológicos del planeta, fuente primordial de extinciones masivas y cambio climático, está estrechamente relacionada con el consumo de productos de origen animal.
Cifras apabullantes y silenciadas, tendencias al alza
La ganadería es, con enorme diferencia, la principal fuente de deforestación tropical. Según el estudio de Pendrill et al 2019, el 41% de toda la deforestación tropical mundial es para crear pastos de ganadería extensiva, 2.1 millón de hectáreas anuales, equivalente a la mitad de Holanda, cada año. Pero el porcentaje sube en la Amazonía: un 60% del total, y aun más en Brasil, con un 72% de toda la deforestación y 1,2 millones de hectáreas por año, siendo para pastos de ganado que, en muchos casos, se exporta a países ricos del Norte Global. Además, afirman que en países como Argentina o Paraguay, el otro tercio de la deforestación tropical es para cultivos de soja, de los que, según el estudio de Fraanje y Garnet, un 76% también es para alimentar animales no humanos explotados (en avicultura, ganadería intensiva y extensiva, acuicultura y otros). (Ver gráfico adjunto de Ourworldindata con datos de dichos informes y mapa de Globalforestwatch, en rosa el suelo deforestado).
También en Colombia, según el estudio de Murillo-Sandoval et al, la ganadería extensiva es, con enorme diferencia, la principal fuente de deforestación tropical, con 3 millones de hectáreas deforestadas para ganado, lo que representa nada menos que 60 veces más superficie que la dedicada a la siguiente principal actividad asociada a la deforestación en el país: los cultivos de coca. Gran parte de dicha actividad es ilegal y en otros casos, se usa como blanqueo para ganancias de la coca o conversiones de actividades ilegales a legales. Así como los cultivos de coca están estabilizados, la conversión de suelos para pastos de ganado ha experimentado un aumento exponencial y se espera que siga haciéndolo. Según el estudio del SINCHI en 2023 entre 2,1 y 4,3 millones de hectáreas más de selva colombiana podrían perderse hasta 2040, en solo 17 años. En Perú la situación es similar, como lo es en el resto de países con selva amazónica
De este modo, sumando pastos y cultivos de soja, la casi totalidad de la deforestación amazónica es para alimentar ganado.
Colonialismo europeo ecocida: viejo y nuevo
Por otro lado, la ganadería en América Latina es una de las más problemáticas herencias española y colonial: «El ganado llegó a América con los españoles en el siglo XVI como un producto indispensable para la alimentación de los conquistadores, consumidores de carne y trigo. Los indígenas no tenían animales domésticos y las proteínas de su dieta las proveían de la caza de especies silvestres y la pesca, suficientes para el sustento de poblaciones limitadas por su hábitat». Gran parte de la dieta de dichas comunidades se ha basado históricamente en la recolección y en una relación respetuosa y profundamente conocedora de los ecosistemas, siendo dichas comunidades reconocidas por los informes del IPCC o el IPBES de la ONU como guardianes de la biodiversidad y ejemplo a seguir ante la crisis climática. Sin embargo, ahora cada vez más, el ganado es una amenaza para dichos pueblos y sus tierras ancestrales, que habitan sin explotar.
Esto es especialmente grave teniendo en cuenta que la selva amazónica podría estar al borde del colapso, con consecuencias planetarias catastróficas, siendo uno de los más preocupantes puntos de inflexión inminentes del cambio climático. Además, siendo el lugar con más biodiversidad de la tierra, esa deforestación está suponiendo una amenaza y extinción para miles de especies, muchas de ellas probablemente sin catalogar. La deforestación y el cambio de uso de suelos es la principal fuente de emisiones de CO2 y de destrucción de reservas para absorber carbono, en plena escalada exponencial de la crisis climática.
La principal causa de esta destrucción es alimentar a miles de millones de animales explotados para alimento de humanos, sobre todo en países ricos. Lo cual es especialmente inverosímil si se tiene en cuenta que la dieta basada en explotación animal es la principal causa de enfermedades humanas.
Hasta hace poco casi toda la soja importada por Europa procedía de la deforestación. Y la nueva ley europea que prohíbe la importación de productos de la deforestación como la soja tiene varios coladeros que permiten que los países europeos sigan importando animales alimentados con pastos y cultivos de la deforestación. Esto demuestra una vez más la falacia del Pacto Verde europeo, siempre interesado en satisfacer a las industrias y aplacar sus ánimos. Se sigue expandiendo el modelo colonial por el que Europa se lleva el ecocidio fuera de su territorio pero lo sigue alimentando. Todo ello podría suponer crímenes de lesa humanidad y contra el total de la vida por parte de los Estados.
En España parecido: incendios para pastos
Pero esta misma causa, el consumo de productos de origen animal, también tiene que ver con los incendios provocados en muchos otros países, incluido el Estado Español. A modo de ejemplo y según publicación del periódico “La Voz de Asturias”, “El 67,5% de los incendios forestales investigados en Asturias en 2022 fueron provocados por pastores y ganaderos para regenerar y favorecer el crecimiento del pasto y menos del 1,8 se debió a quemas controladas, según refleja el plan de prevención, vigilancia y extinción de incendios forestales de 2024. El plan, publicado en el Boletín Oficial del Principado, incide en que la regeneración de pastos mediante prácticas ganaderas ha sido la causa de mayor superficie quemada intencionalmente.” Sin embargo, lo que nos venden es que el monte está sucio y la ganadería extensiva es imprescindible para prevenir los incendios forestales, premisa que sigue la máxima del bombero pirómano: crear un problema y presentarse como solución.
Los bulos del lobby ganadero para intentar justificarlo
Existe la creencia, ampliamente extendida, de que la abundancia de matorral es perjudicial para el bosque porque contribuye a la propagación de los incendios forestales, provocados o no; en consecuencia, es conveniente “limpiar” el monte de maleza mediante el pastoreo, el mismo pastoreo que necesita eliminar ese estrato de vegetación para favorecer su actividad.
Un bosque no es un conjunto de árboles, sino un complejo ecosistema constituido por una gran variedad de especies vegetales y animales relacionadas entre sí: el dosel, o estrato arbóreo y las formaciones de matorral, sotobosque o estrato arbustivo, conforman el hogar de numerosas especies animales.
Constituido por una mezcla de plántulas y árboles jóvenes, arbustos y plantas herbáceas, el sotobosque reviste una importancia fundamental en el desarrollo y mantenimiento del espacio forestal.
El dosel vegetal reduce la radiación solar, evitando así un rápido calentamiento del suelo y ralentizando la evaporación. Como consecuencia, la humedad en el sotobosque es mayor propiciando el florecimiento de hongos y otros organismos descomponedores, lo que, a su vez, favorece el reciclado de nutrientes y proporciona microclimas adecuados para muchos animales y plantas. Además, las especies botánicas que conforman el estrato arbustivo facilitan el enterramiento de semillas y la germinación de plantas, protegen el crecimiento de nuevos árboles, contribuyen a mantener el balance hídrico, mejoran la sujeción de suelo, representan el hábitat de numerosas especies: pequeños reptiles, insectos, etc., y son importantes productoras de frutos que suponen la base alimenticia de aves residentes y migratorias. El bosque es un sistema complejo; sin embargo, se tiende a simplificar este sistema transformándolo en un parque de árboles espaciados sobre un suelo desprovisto de vegetación. Al eliminar el estrato arbustivo, cambian las condiciones propias del bosque, alterando todo el ecosistema.
En realidad, la eliminación del matorral nada tiene que ver con la protección del ecosistema forestal. Por el contrario, si el pastoreo no es suficiente para despejar el bosque, se quema, o bien se provoca un incendio para sustituir el espacio forestal por alimento para los animales domesticados y que será habitualmente complementado con la soja amazónica.
La última ocurrencia para justificar la explotación animal ha sido combinarla con los polígonos industriales fotovoltaicos que arrasan el suelo rural; los animales harían el trabajo de prevención de incendios consumiendo la vegetación herbácea que crece bajo las placas. Esta iniciativa se llevó a cabo por parte de Iberdrola en el polígono fotovoltaico ubicado en Ceclavín (Cáceres), que ocupa 765 ha mediante el uso de 600 ovejas. El lamentable resultado ha sido que, efectivamente, el riesgo de incendio se materializó en un fuego que calcinó 200ha bajo las placas, al parecer debido a que el pasto era excesivamente alto y duro, poco apetecible para los animales. Una vez más, la arbitrariedad humana asume que la naturaleza y sus habitantes existen para obtener el mayor beneficio económico posible aunque se trate de experimentos delirantes.
Arde Brasil, arde el bosque mediterráneo y la escasa vegetación que logra crecer en instalaciones industriales.
Los incendios no se apagan en invierno.
Los incendios se apagan en tu plato.
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rebeldesindignadas@gmail.com
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