No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado.
Bertolt Brecht
Neofascismo
En América Latina, el neofascismo1 surgió en el Cono Sur, impulsado por las agencias de inteligencia estadounidense e israelí, a través del plan Cóndor, operación de represión política y terrorismo de Estado que incluía procedimientos de inteligencia y asesinato de opositores. Fue implementado oficial y formalmente el 25 de noviembre de 1975 por los servicios de inteligencia militar de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, luego por las cúpulas de los regímenes dictatoriales impuestos por este plan y hasta por los gobiernos democráticos alineados con Washington. El objetivo era frustrar el acceso de los movimientos de izquierda de liberación nacional, ya fuera por la vía armada o por la vía electoral, al poder político, mediante la estrategia del terrorismo de Estado.
El plan Cóndor se constituyó en una organización clandestina internacional que instrumentó el asesinato y desaparición de decenas de miles de opositores a las dictaduras, la mayoría de ellos pertenecientes a movimientos de izquierda, organizaciones sociales, sindicatos, agrupaciones estudiantiles, docentes, periodistas, artistas, activistas de la teología de la liberación y movimientos de derechos humanos. Los llamados "archivos del terror" hallados en Paraguay en 1992 dan la cifra de 50 mil personas asesinadas, 30 mil desaparecidas y 400 mil encarceladas.2
La Escuela de las Américas formó a los cuadros altos y medios de los ejércitos nacionales bajo la doctrina de la seguridad nacional, proporcionó planificación, coordinación, formación sobre métodos de tortura y terrorismo de Estado, apoyo técnico y suministró ayuda militar a grupos golpistas y juntas militares, durante las administraciones de Nixon (1969-1974), Ford (1974-1977), Carter (1977-1981) y Reagan (1981-1989). Entre los años 1954 y 1976, tras una serie de golpes de Estado, se instaló una red de dictaduras en el Cono Sur que gobernó en algunas naciones hasta mediados de los ochenta: en Paraguay, el general Alfredo Stroessner llega al poder tras un golpe de Estado en 1954; en Brasil, los militares derrocan, en 1964, el gobierno democrático de João Goulart; en Bolivia, después de una serie de golpes de Estado, el general Hugo Banzer llega al poder en 1971; en Uruguay, se instala una dictadura cívico-militar en junio de 1973; en Chile, se instala una dictadura dirigida por el general Augusto Pinochet tras un golpe de Estado contra el presidente socialista Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973; en Argentina, la junta militar presidida por el general Jorge Rafael Videla toma el poder tras un golpe de Estado a la presidenta peronista María Martínez de Perón, en 1976. Venezuela se convirtió en uno de los principales destinos para los exiliados de las dictaduras en el Cono Sur, recibiendo aproximadamente a 9 mil exiliados uruguayos, alrededor de 15 mil argentinos y 80 mil chilenos.
Durante este período, el nivel de endeudamiento contraído por las dictaduras militares aumentó considerablemente respecto a los gobiernos anteriores. Bajo la propuesta de Ronald Reagan, definiendo que el Estado no es la solución, sino el problema, Estados Unidos, junto con el Fondo Monetario Internacional (FMI), llevó a cabo una táctica para implantar el modelo económico neoliberal en los países de Latinoamérica, ya que estos contaban con ingentes recursos, materias primas estratégicas y bienes nacionales que significaban una posibilidad de transferir capitales a las empresas privadas estadounidenses y pondrían a funcionar en todo el continente su modelo imperialista, donde el "norte vive del sur".
Después del triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, la estrategia usada en el plan Cóndor se traslada a Centroamérica, combatiendo los conflictos armados con terrorismo de Estado e intervención militar estadounidense, bajo el asesoramiento y financiamiento del sionismo. A inicios de la década de los ochenta, la llegada de Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos y el consecuente involucramiento cada vez mayor en el conflicto supuso un recrudecimiento en las guerras civiles de El Salvador y de Guatemala, además de la financiación y entrenamiento de los contra en Honduras, cuyo objetivo era derrocar el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Culminaron con el genocidio contra el pueblo salvadoreño y el etnocidio contra la población indígena en Guatemala, y uno de los mayores escándalos políticos de Estados Unidos, el conocido como Irán-Contra, que desestabilizó la presidencia de Reagan. La prolongada y brutal confrontación armada entre las fuerzas guerrilleras con retaguardia en Nicaragua y la violencia desatada por los gobiernos regionales convirtieron a Centroamérica en la región más volátil y convulsa del mundo en el marco de la Guerra Fría.
Hoy, los poderes fácticos del mundo intentan reeditar la Guerra Fría para justificar la arremetida contra las naciones Brics (rusofobia, sinofobia e islamofobia) y los pueblos que luchan por la soberanía plena de sus territorios y recursos en el sur global.
Anabel Díaz Aché
Fuentes consultadas:
1López Serrano, A. (1996, 16 de febrero). Fascismo y neofascismo: caracteres y circunstancias en que se desarrollan. Orientaciones para el tema 48 de las oposiciones a profesores de secundaria. Curso "El currículo de Geografía, Historia y Ciencias Sociales en la enseñanza secundaria". https://e-archivo.uc3m.es/rest/api/core/bitstreams/593482b4-fa32-4386-b0f1-410d6bec99e3/content
2Centro Internacional para la Promoción de los DD. HH. Archivos del Terror. (1992). Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (CIPDH) - Categoría II Unesco. https://www.cipdh.gob.ar/memorias-situadas/lugar-de-memoria/archivo-del-terror/
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