Ilka Oliva Corado
De las dictaduras en América Latina se ha dicho que era muy difícil
reproducir la información debido a la represión y las limitaciones
técnicas y que lo tenían que hacer los periodistas extranjeros con mil
malabares para que se lograra sacar del país, darse a conocer y, que por
esa razón se quedó tanto en el silencio y el olvido.
Los tiempos en cuanto a tecnología han cambiado, vemos hoy en día a la
propia población haciendo uso de sus teléfonos celulares y reproduciendo
en tiempo real lo que acontece en sus países, las imágenes se
reproducen a nivel mundial en cuestión de segundos. Tiempo que se le
gana a los medios de comunicación corporativos que pierden tiempo
maquillando la información para manipular a la sociedad. Pero nada pasa,
el mundo sigue guardando silencio y volteando para otro lugar, porque
no se trata de que la información no llegue, es que la ven y prefieren
ser tan culpables como los que ordenan las masacres y como los que las
llevan a cabo, porque con el silencio se solapa, con la pasividad
también. No involucrarse es involucrarse avalando la opresión. No
pronunciarse es pronunciarse a favor del genocidio, en este caso en
Palestina.
El genocidio palestino lleva décadas realizándose y la atrocidad es
incapaz de tocar las fibras más profundas de nuestro ser. Las imágenes
son desoladoras: robo de tierras, destrucción de escuelas, hospitales,
casas. Genocidio constante. ¿Qué necesitamos para reaccionar? ¿Cómo es
posible que permitamos que le hagan esto a un pueblo sin siquiera
pronunciarnos? ¿Y si fuera a nosotros? Sin importar condición social,
que llegaran a destruir nuestras casas, a destruir nuestras huertas, que
las escuelas donde estudian nuestros hijos fueran bombardeadas, los
hospitales y no existiera un lugar seguro dónde cubrirse. ¿Gritaríamos
al mundo por ayuda? ¿Lucharíamos como lo hace el pueblo palestino? ¿Le
exigiríamos al mundo que se pronunciara?
Porque se puede tener una ideología, no estar de acuerdo con las
políticas de Estado de los países, pero se debate con ideas, con
propuestas no con masacres, no robando el alimento a una población, no
derrumbando hospitales. No con la imposición. Ningún país tiene derecho a
imponerse sobre otro. Ningún ser humano contra otro, ¡ninguno!
Y lo que llevamos viendo en Palestina es el robo de tierras, secuestros,
encarcelamientos de décadas por un pronunciamiento, por alzar la voz,
asesinatos masivos, destrucción de comunidades enteras. Un gobierno que
ha sido tomado por corruptos y genocidas pueden avalar el abuso, porque
al final son bandas de criminales sin nacionalidad, que trabajan para
un solo fin: enriquecerse a costillas de los pueblos. Pero los pueblos,
¿por qué no se pronuncian? ¿Les pesa la religión, las palabras de la
biblia? Escritas por hombres para la opresión de los pueblos y de las
mujeres. ¿El raciocinio propio en dónde queda? ¿Y si en la biblia dijera
que también es ley de Dios que destruyan nuestras casas, violen a
nuestras hijas y nos maten también nos cruzaríamos de brazos como lo
hacemos con Palestina?
Nos dicen que los musulmanes son violadores y asesinos por su religión,
pero no nos hablan de los verdaderos criminales, a estos los cubren, los
llenan de loas, los hacen parecer los grandes humanistas y
contribuyentes y aunque nosotros sepamos que esto es falso preferimos
estar del lado de la manada porque ahí hay sombra y comodidad. No hacer
uso de nuestra voz y de nuestro propio raciocinio. O usarlos para estar
del lado de los impostores. No atrevernos a decir esto está mal, esto es
injusto porque tememos perder contactos, que ya no nos inviten a las
fiestas y también perder negocios y trabajos, que nos cierren los
beneficios del futuro de golpe. Porque qué es la dignidad sin dinero,
mejor tener dinero que dignidad. Lo que vive Palestina es una
imposición y el pueblo israelita lo solapa y se beneficia de este robo y
genocidio. Porque debió haberse pronunciado contra la atrocidad que su
gobierno realiza a la nación vecina. No tiene nada que ver con religión
ni con el Holocausto ni memoria histórica, es el genocidio de una banda
de criminales sin credo ni nacionalidad, que tiene como único fin
enriquecerse y mostrar su superioridad al mundo. Un mundo entelerido,
cagón y manipulable.
En nuestras narices se lleva a cabo el genocidio palestino y sin
escrúpulo alguno cerramos la puerta al llamado de ayuda de un pueblo que
ha tenido las agallas de resistir. Se habla del genocidio armenio, pero
se avala el genocidio palestino. Somos unos grandes cobardes.
Escritora guatemalteca. https://cronicasdeunainquilina.com/
cronicasdeunainquilina@gmail.com @ilkaolivacorado
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