jueves, 12 de noviembre de 2020

Vector de las relaciones ruso-estadounidenses tras elecciones presidenciales en EE.UU.

 Por Rosalba Lo Bue Antico

Con la espera necesaria para declarar con los resultados definitivos de las elecciones presidenciales estadounidenses, realizadas el 3 de noviembre, donde hasta el momento, de quien fuera el vicepresidente de Barack Obama y ahora como candidato demócrata Joe Biden, se acerca a la victoria con el 50,5% de los votos; frente a un 47,8% de votos a favor del republicano Donald Trump, actual inquilino de la Casa Blanca.

En este escenario, están por definirse sólo dos opciones para el futuro: una “América Crece” que se desarrollará como una superpotencia imperialista que dicta la agenda global, pensando solo en sí mismo a expensas de los demás. O “Devolver el Alma” a la nación, en este camino, Estados Unidos volverá a la política de las últimas décadas que lo debilitó como país para «disolverse» en el mundo global, con fronteras abiertas, acuerdos comerciales transnacionales, «valores modernos», hasta una transformación radical con la ayuda de las últimas tecnologías del propio hombre.

Ahora bien, al declararse la victoria definitiva de Biden, en Moscú, como en todas las demás capitales del mundo, siguen de cerca y con interés el curso de las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos.

En los círculos de expertos de Rusia, en particular, señalan que Trump inicialmente salió en la carrera electoral mejor de lo esperado. No tienen prisa por hacer predicciones sobre el resultado final de la campaña y creen que después de las elecciones el vector de las relaciones ruso-estadounidenses no cambiará en ningún alineamiento de fuerzas, teniendo en cuenta el consenso formado sobre una base bipartidista en el Senado.

En tal sentido, Rusia no se hace ilusiones sobre las relaciones con Estados Unidos después de las elecciones presidenciales, luego de las declaraciones del ministro de relaciones exteriores, Sergei Lavrov, quien dijo que Moscú respetará cualquier elección del pueblo estadounidense y aseguró que la parte rusa está lista para construir una cooperación constructiva con el ganador de las elecciones. Al mismo tiempo, el Kremlin, según el ministro de relaciones exteriores, no exagera el listón de las expectativas.

Asimismo, la Duma Estatal señaló que la personalidad del presidente estadounidense, sea Trump o Biden, no le importa a Rusia, ya que la política exterior estadounidense se basa en prioridades nacionales, en promover los intereses económicos del país en todo el mundo, en particular en la Unión Europea. Y en la lucha por el mercado europeo del gas, con fuertes enfrentamiento entre Moscú y Washington.

Con una presión sin precedentes sobre la construcción del gasoducto ruso Nord Stream 2, y esto continuará independientemente de quién ocupe el asiento en la Casa Blanca.

De igual modo, Rusia compite con Estados Unidos en el área económica, por lo que Washington no tiene la intención de levantar las sanciones contra Rusia, puesto que la política exterior de Estados Unidos es promover los intereses económicos del país en todo el mundo, en particular en Europa; por lo que se espera que se impongan sanciones personales específicas, restricciones a algunas empresas no sistémicas y al gasoducto Nord Stream 2.

En cuanto a los mercados globales, éstos perciben como positiva la victoria de Biden y en este caso crecerán, ya que es probable que Estados Unidos mejore las relaciones con China y Europa bajo el nuevo presidente. Rusia en tal situación seguirá siendo un forastero y los inversores que invierten en el país euroasiático temen posibles nuevas sanciones de Estados Unidos, se prevé que en primer lugar, los estadounidenses, comenzaron a retirarse de los activos rusos por adelantado, lo que podría debilitar aún más el rublo.

En el Congreso estadoun

idense, desde hace varios años, el proyecto de ley de «sanciones del infierno» está prácticamente inactivo, lo que implica, por ejemplo, la prohibición de operaciones en Estados Unidos de los mayores bancos rusos, restricciones a las operaciones con deuda rusa, y otras medidas. La consideración de este proyecto de ley se vio obstaculizada por la administración de Donald Trump.

Asimismo, el candidato presidencial demócrata Joseph Biden cree que el Kremlin representa la mayor amenaza para la Casa Blanca en el escenario internacional e intentará llevar a Rusia a un «campo de concentración digital» con el apoyo activo de las empresas de TI de Silicon Valley, la llamada «mafia de la silicona». Esto significa que, si gana un demócrata, la digitalización en el mundo, y lo más importante, en Rusia, será dictada por empresas de «silicona». De hecho, se intensifica la construcción de un «campo de concentración electrónico», que pretende el control digital total sobre el mundo en general y sobre el individuo en particular, donde uno de los elementos es el dinero digital, bajo el condicionamiento de solo una persona con buen comportamiento y buenos pensamientos podrá usar su cuenta con dinero que no sea en efectivo. Y los «malos» serán marginados.

Así, es necesario recordar en 2018, Estados Unidos anunció oficialmente que llevaría a cabo una guerra cibernética contra Rusia.

En cuanto al conflicto Rusia-Ucrania, si gana Biden, la política puede volverse más sistémica y menos vacilante, que como un «gran amigo de Ucrania» puede hacer de ella una «prioridad de nuevo» para la política exterior de Estados Unidos, prometiendo cualquier asistencia a Ucrania, incluidas las armas, para repeler la agresión rusa.

Ahora bien, aunque se presente esta perspectiva de las relaciones ruso-estadounidenses, se hará necesario considerar que después de las elecciones, Estados Unidos se verá envuelto en un enfrentamiento político interno, al tiempo que el mandato de Joe Biden podría durar aproximadamente uno seis meses, considerando que el demócrata tiene serios problemas de salud y hay mucha evidencia comprometedora sobre él. Y con ello, entregar la Presidencia del país a su compañera de fórmula para las elecciones presidenciales como Vicepresidente, la senadora Kamala Harris, convirtiéndola así en la primera mujer, además de ascendencia india y negra, como Presidente de los Estados Unidos.



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