Yrayma de las Nieves Castillo Liendo
En este artículo se analiza la crisis del modelo rentista venezolano, y sus efectos en la participación ciudadana.
En Venezuela, durante la década de 1970, se comienzan a evidenciar los desequilibrios del modelo rentista, produciéndose un absoluto despilfarro de los cuantiosos ingresos petroleros generados por el alza de los precios del barril, llegando a poseer una de las tasas de ingreso por exportación petrolera más altas del mundo.
En efecto, de acuerdo a cifras oficiales, los precios del barril pasan de cuatro (4) a doce (11) en el año 1974, y alcanzan a un promedio de 30$ en el año 1979. Rodríguez (2010).
No obstante, en el periodo comprendido desde 1973 hasta 1983, en Venezuela, el ingreso petrolero creció 350%, y los gastos ascendieron 540%; mientras que la deuda externa a corto plazo incrementó 2000%, alcanzando al cierre del periodo aproximadamente 29 millones de dólares, de los cuales 60% vencían entre 1983 y 1984. (Rodríguez, 2010). En consecuencia, a inicios de la década de 1980, Venezuela afronta dos (2) problemas fundamentales, por una parte, la caída de los ingresos petroleros, y por otra parte, la deuda externa. De tal manera que, resultaba imposible seguir manteniendo el gasto público de la década de los setenta. Sin embargo, había una fuerte resistencia a admitir la crisis del modelo rentista y del populismo. Por ello, las medidas económicas aplicadas en el periodo comprendido desde 1983 hasta 1988, fueron de corto plazo y de carácter coyuntural, no estando dirigidas a lograr un cambio estructural en el modelo económico rentista. Resaltando que, ese modelo permitió al Estado mantener controlada a la sociedad, en una condición de participación ciudadana pasiva, a la cual acudían en los procesos electorales, obteniendo un bajo índice de abstención.
Desde la perspectiva más general, la década de 1980, denominada en América Latina "la década perdida", surgió la duda de que el crecimiento pudiera equipararse con desarrollo, debido a que tanto el estado de bienestar como el modelo de sustitución de importaciones estaban colapsados, y los países de América Latina, incluyendo a Venezuela, estaban en crisis y no podían pagar las obligaciones del servicio de la deuda externa.
Por consiguiente, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, con fundamento en las corrientes neoclásicas, y en sintonía con la neomodernización liberal transnacional, dirigieron el diseño de las políticas económicas de los países del Tercer Mundo, surgiendo la Doctrina del Ajuste Estructural, que no valora la heterogeneidad cultural de los países, ni sus diversas historias, y según la cual, el crecimiento económico es el motor del progreso social y del desarrollo, estando por encima de las exigencias sociales de la población. En tal sentido, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, con la finalidad de lograr el ajuste y la estabilización económica, para asegurar el pago de la deuda externa impusieron las Políticas de Ajuste Estructural (PAE), de austeridad, tales como: la cancelación de subsidios y la reasignación de gastos de subsidios solo hacia educación y salud, lo que generó el deterioro de la calidad de vida de las clases medias y populares.
Con la crisis del modelo rentista, en Venezuela, se hicieron públicos los más escandalosos casos de corrupción, se intensificó la pobreza, y se tornó deficiente la masificación de la educación y del servicio de salud. Todo ello, conllevó a una obligada evolución del pensamiento y de la cultura política.
De ahí que, la sociedad comenzó a reavivarse movilizándose y reclamando reivindicaciones sociales y reformas profundas al Estado. Sin embargo, el poder político recurrió al populismo para hacerle frente. Así pues, en el año 1984, el liderazgo político organizó la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE), bajo la premisa de instaurar un Estado moderno, eficiente y más democrático; cuyas propuestas se dirigían a la descentralización política-administrativa, la profesionalización de la gerencia, la simplificación de los procesos administrativos, la privatización de empresas pública y la reorganización del aparato central. En tal sentido, se introdujeron aspectos del modelo de gestión pública tecnocrática, en consonancia con las directrices internacionales en materia de reforma del Estado. Todo ello, con la finalidad de impulsar la economía de mercado, privilegiando a la empresa privada, bajo la premisa de la eficiencia de los servicios prestados, sin tomar en cuenta las posibilidades de la población, en consonancia con las exigencias de la economía liberal para la instauración de un Estado tecnocrático.
Importa y por muchas razones que, el proceso de transformación, de la sociedad venezolana, de una participación pasiva a una cativa, se consolidó en el año 1989, con la movilización espontanea de vastos sectores populares, en repudio al paquete de medidas de liberación económica, anunciado por Carlos Andrés Pérez, a los 15 días de haber asumido, por segunda vez, el cargo de Presidente de la República.
En el año de 1989 con el Consenso de Washington, se establecieron diez (10) reformas de política económica, que sustituían las estrategias de planificación centralizada y de sustitución de importaciones, para ser aplicadas en América Latina, con la finalidad de lograr: crecimiento económico, menor inflación, reducción de la deuda externa, y presupuestos equilibrados. Sin embargo, en muchos países, la aplicación de esas políticas generó crisis económica y financiera, con el consecuente deterioro de la calidad de vida, incremento del desempleo, y aumento generalizado de la pobreza. Tal situación, provocó el descontento de las clases medias y populares, a tal punto que, en algunos países cayeron los gobiernos, como sucedió en Venezuela. Con lo cual se evidenció, el fracaso de la imposición de dichas políticas económicas neoclásicas, y de neomodernización liberal transnacional, en América Latina.
En función de lo planteado, se concluye que la crisis del modelo rentista petrolero propició la evolución del pensamiento y de la cultura política de los venezolanos, transformado la participación ciudadana de pasiva a activa.
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