miércoles, 13 de enero de 2021

La burguesía ni perdona ni negocia porque pretende mandar sola

  Roberto Hernández Montoya

Con solo el 1% de los ingresos Venezuela distribuye viviendas, previene con éxito la covid-19, entrega bonos y alimentos CLAP, repara templos y viviendas, reparte perniles, dispensa educación, vuelta a la patria, metro, vacunas, electricidad y telefonía. Y lo que no es gratis es tan barato que para todos los efectos prácticos no se cobra.

¿Cómo así con solo una centésima de los recursos? Para una mente adoctrinada por el capitalismo desmelenado, o sea, histérico, o sea, neoliberal, eso no es ni posible ni deseable. Según ese fundamentalismo capitalista la gratuidad nos lleva a la ruina. Porque todo eso tiene un costo y alguien lo tiene que pagar porque si no, se vuelve insostenible. Y encima desestimula la inversión privada, que es sacratísima, celestial y mayestática. Solo en la inversión privada hay salvación. Lo demás es Satanás, azufre, 5ª paila y muerte a las 5 en sombra de la tarde.

Es el lavado de cerebro que nos llega con el calostro, la primera leche materna. Es tan invasiva y pertinaz esta ideología que se nos revienta el cráneo si nos sacan de ella. Así son los paradigmas, el horizonte de lo concebible. Bolívar tuvo que batallar no solo con pólvora sino con el paradigma de que no podíamos gobernarnos sin monarca. Sin corona no hay nación. Igual que sin Iglesias tampoco hay salvación. Aquellas revoluciones tuvieron que guillotinar monarcas. Por eso en la Guerra Federal se cantaba: “Quisiera ver a un cura colgando de un farol/y a dos o tres monjitas con las tripas al sol./¡Oligarcas, temblad, viva la libertad!”. Como decía Fidel: “Las revoluciones de antes había que hacerlas contra Dios”. Derrotamos reyes y debilitamos iglesias, pero nos queda el capital, que es más recio que las coronas y los fetiches. Garantizar bebés con salud trae bombardeos, sicópatas, la mirada de Leopoldo López, bloqueos, desestabilizaciones, soponcios, locura colectiva, invasiones mercenarias, paramilitares, autoproclamaciones, sicariato, magnicidios y Carla Angola. Y más.

Y nadie ha dicho que no habrá capitalismo sino que la sola mención de una economía mixta les rechina en los oídos y se baten contra el piso con una pataleta. Porque exigen poder absoluto. Son el neoabsolutismo.

La burguesía ni perdona ni negocia porque pretende mandar sola


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