lunes, 30 de diciembre de 2024

45 FESTIVAL INTERNACIONAL DEL NUEVO CINE LATINOAMERICANO

 Luis Britto García

1

El arte lo invade todo. Lo que los hermanos Lumiére concibieron  como máquina para registrar el movimiento –el cinematógrafo- terminó convertido en nuevo arte. Total, porque incluye plástica, narración, movimiento, mímica, danza, música. Universal, porque la imagen es el lenguaje global accesible a todos antes de que nos aislara la Torre de Babel de las escrituras. En las cavernas de nuestros antepasados no aparecen letras, sino dibujos. Necesitamos que se nos traduzca Kafka: ninguna mediación requiere el ballet trágico de la escalinata de Odessa. Todas las cosas pueden ser reducidas a imágenes, pero las imágenes pueden convertirse en todas las cosas: testimonio, razonamiento, sentimiento, manifiesto, éxtasis, protesta.

2

En sus comienzos el Arte fue total. La experiencia cumbre de cada comunidad era la fiesta social, que amalgamaba mitos fundacionales, música, danza, mímica, pintura corporal, ornamentos, selección o transfiguración de un espacio. La división de la sociedad en clases separó las artes en oficios y especialidades diversas y dispersas, hermanadas apenas por el aire de familia del  Zeitgeist o espíritu de cada época. Pero siempre persistió el proyecto de recuperar la plenitud de la fiesta social en las manifestaciones del arte total: ceremonia religiosa, desfile,  teatro, ópera, en fin el cine, que reúne de nuevo la pluralidad de manifestaciones estéticas. Integrar las artes es reintegrar el ser humano.

3

Un film es ante todo una idea expresada en forma sensorial. Es registro de una realidad, pero de una realidad que surge de la concatenación intencional de los hechos fotografiados. Experimentamos  placer al reconstruir este silogismo porque al fin de la fiesta de los sentidos nos espera el sentido.

4

Tal revelación produce resultados contradictorios. La tecnología del cinematógrafo es hasta cierto punto universal. Sin embargo el resultado es idiosincráticamente local. Podemos hablar de una filmografía europea, estadounidense, china o japonesa, así como de otra  latinoamericana y caribeña, cubana, mexicana, brasileña, argentina, venezolana o boliviana.  Pero la difusión de estos lenguajes, como los de la literatura, depende de aduanas locales y distribuidoras transnacionales. El gran capital crea o cierra mercados e impone o clausura cinematografías. Difícil es ver una obra maestra boliviana en Venezuela o una paraguaya en Ecuador. Cinematecas y Festivales como el del ICAIC en La Habana   instituyen puentes sobre abismos invisibles que  impiden disfrutar y comprender la maravillosa unidad y diversidad de lo humano.

5

La imagen en movimiento  se decanta cada vez más por la aceleración y la brevedad. Tres días duraba una representación del Katakali; la Orestíada se toma una noche entera; representaciones teatrales y óperas de la modernidad requieren horas; el lenguaje fílmico cristaliza en la hora y media del largometraje y en los formatos cada vez más breves del mediometraje y el cortometraje. La pantalla televisiva impuso la media hora de la telenovela como coartada para el medio minuto de la cuña. Nuevas tecnologías permiten los instantáneos micro relatos del Tik Tok. La cinematografía, arte del tiempo, debe ir con los tiempos y explorar los nuevos formatos y tecnologías antes de que los grandes capitales los monopolicen. Un film maestro es la preparación de una epifanía visual poderosa y breve como un aforismo.

6

Al igual que el mundo que refleja, un buen Festival, como el de La Habana,  es inabarcable. Imposible ver y calificar todo.

La cocina,  (2024)  escrita y dirigida por el mexicano Alonzo Ruizpalacios a partir de un drama de Arnold Wesker, reivindica el tan vilipendiado realismo como omnipotente método fílmico. Narrada casi en tiempo real, en austero blanco y negro, revela el mundo del trabajo, usualmente desterrado de las pantallas y  de la fachada de los rascacielos y los pulcros restoranes estadounidenses de Manhattan. En los sótanos, se afana el submundo de los explotados,  los indocumentados, los desprotegidos, los subpagados, los discriminados, los menospreciados, los maltratados, los amenazados por la deportación. Percibimos guiños a la monumental Metropolis, de Fritz Lang: la ropa de trabajo uniforma a todos, las cadencias de trabajo son insoportables, prosiguen incluso en medio de una inundación periódica. Dolorosamente,  estos excluidos sueñan en convertirse en quienes los excluyen. Darían lo que no tienen por la Green Card que les evitaría ser expulsados; el protagonista anhela además casarse con una gringa rubia. El sueño revienta como una burbuja. Un gringo de venerable barba entra a la cocina a mendigar sobras, y recita la biografía de toda una clase obrera: Trabajé toda mi vida y no encuentro empleo. No tengo casa, pensión ni seguro médico. Un cocinero le da comida, un gerente lo veta, las sobras van a la basura. Desaparecen unos dólares, y ya se sabe quiénes van a ser acusados. La rebelión es anómica, individual, desesperanzada: pero pudiera ser organizada, colectiva, triunfante. Todo gran película expresa más de lo que dice.

El Jockey(2024)  dirigida y escrita por el argentino Luis Ortega, nos introduce al mundo de la explotación de los jinetes por las mafias que manejan el mundo hípico. Surrealista es que un deporte sea regido por el crimen organizado: surrealista es el film signado por la belleza de las danzas de entrenamiento de jockeys masculinos y femeninos, por la cotidiana incongruencia, por los asesinatos aleatorios, por la búsqueda individual de sentido en un mundo que ha dejado de tenerlo.

Farha, (2021) de la joven directora de Jordania Darin J. Sallan, reconstruye la historia real de una niña de catorce años encerrada en su casa por un padre que desaparecerá aniquilado por la Nakba, la invasión israelí a Palestina de 1948. En el oscuro encierro, Farha se entera del exterminio de sus amigas, de sus vecinos, de su patria por el estrépito de armas y la escasa visión que filtran algunas rendijas. La ausencia de diálogo y el anhelante rostro inquisitivo construyen una tensión magistral. La niña huirá a pie hasta Siria; de estar con vida hoy, seguramente emprende otro peregrinaje quién sabe dónde. Mientras los poderes fácticos puedan alimentarse del genocidio impune, todos somos palestinos.

TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO 

Gastón Parra Luzardo, valor nacional

 ALEXANDRA MULINO

Gastón Parra Luzardo nació en Maracaibo, el 9 de diciembre de 1933 y murió en Caracas, el 14 de diciembre de 2008. Este economista de izquierda fue un eminente académico, político y funcionario público de alto nivel profundamente comprometido con la liberación nacional de Venezuela.

Desempeñó el cargo de profesor titular de la Universidad del Zulia (LUZ, 1964-1998) y presidente del Banco Central de Venezuela (BCV, 2005-2008), entre otros ejercicios de relevancia político-administrativa.

En el año 2002, el finado mandatario nacional y líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías, lo nombró presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), ocupación que fue objetada por la nómina mayor de la industria por oponerse a la política de la apertura petrolera. Ante este escenario estos se sublevaron con un golpe de Estado, el 11 de abril del mismo año, encabezado por el ultraderechista Pedro Carmona Estanga. 

Escribió innumerables artículos y una veintena de libros, entre tantas obras encontramos: La inversión extranjera y sus efectos para los países de atraso económico (1973), La nacionalización petrolera: ¿Para quién y para qué? (1974), Economía minera y petrolera (1977), El desafío del cartel petrolero (1981), La economía venezolana, 1989-1993 (1994), La apertura petrolera. Conflictos y contradicciones (1999), La euforia neoliberal en Venezuela (1989-1993) (2003), etc.

Sobre la base de un estudio realizado por el autor en el año 2002, titulado: Condiciones y perspectivas del crecimiento económico en Venezuela, publicado por el BCV, el maestro Parra Luzardo explicó la razón del crecimiento sin-desarrollo en el país.

En ese trabajo desmitificó la visión reformista y de derecha propia de la economía política burguesa al subrayar que la región desde 1492 hasta la actualidad quedó atrapada bajo la racionalidad de las formas de acumulación de capitales de los centros metropolitanos.

En consecuencia, afirmó que la propiedad privada es la que predomina en las relaciones de producción lo cual debe considerarse como un rasgo estructural de la economía para la estrategia que conviene desarrollar en el país y, de esa manera, no cometer equívocos que puedan ser adversos para la búsqueda del genuino interés nacional.


El mundo de hoy

 

“Cristo sigue entre los escombros”: no habrá noches de paz en Gaza esta Navidad en medio de los continuos bombardeos israelíes

 




Amy Goodman y Denis Moynihan

La Navidad conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret, ocurrido hace más de 2.000 años en la ciudad de Belén, Palestina, en lo que hoy es el territorio de Cisjordania, ocupado por Israel. La celebración es a la vez solemne y festiva. La Basílica de la Natividad se erige en el sitio que se considera que fue el lugar de nacimiento de Jesús, un establo donde se cree que el niño recién nacido fue colocado en un pesebre, tal como se representa esa escena en los belenes de todo el mundo. “Cristo entre los escombros” es el nombre que se le dio a uno de esos pesebres, ubicado dentro de la Iglesia Evangélica Luterana de la Natividad de Belén, a pocos pasos de la antigua calle empedrada donde se cree que nació Jesús. En ese particular pesebre, el Niño Jesús, arropado con una kefia —el pañuelo tradicional palestino— reposa sobre una pila de escombros, como símbolo del incesante ataque de Israel contra la población de Gaza. En vísperas de la navidad de 2023, el pastor de esa iglesia, el reverendo Isaac Munther, pronunció un sermón llamado “Cristo entre los escombros”, que se viralizó en internet. A casi 450 días del inicio de los bombardeos israelíes contra la Franja de Gaza, en los que han muerto más de 45.000 palestinos, el sermón navideño que Munther pronunció este año ante los feligreses se tituló “Cristo sigue entre los escombros”.

En un fragmento del sermón, Munther expresó: “[El lema] 'nunca más' debería significar un 'nunca más' para todos los pueblos [del mundo]. [Sin embargo], el 'nunca más' se ha convertido en 'una vez más': una vez más la supremacía, una vez más el racismo y una vez más el genocidio. Una vez más, por desgracia, el uso de la Biblia para legitimar la guerra, una vez más el silencio y la complicidad de la Iglesia occidental, una vez más la Iglesia que se alinea con el poder y el imperio”.

La información que llega desde Gaza es desalentadora. Israel continúa atacando el devastado sistema sanitario del enclave asediado: ha detonado explosivos controlados a distancia en los alrededores del hospital Kamal Adwan y ha forzado la evacuación de pacientes enfermos y heridos del hospital Indonesio. Las fuerzas armadas israelíes también bombardearon el hospital Al-Awda, una de las principales maternidades de la Franja de Gaza. María, la madre de Jesús, tuvo la suerte de encontrar un establo tranquilo donde dar a luz. En Gaza, los bebés nacen actualmente sin las más elementales condiciones de higiene, sin acceso a agua potable ni a una atención médica apropiada. La mayor parte de la infraestructura agrícola del enclave palestino, incluidos establos y comederos para animales, han sido arrasados de manera sistemática, en lo que la organización Oxfam ha calificado como “las últimas etapas de la limpieza étnica”.

Munther continuó diciendo en su sermón: “Así que hoy, después de esta destrucción total, de esta aniquilación, Gaza ha sido erradicada […]. Millones de personas se han convertido en refugiados y personas sin hogar y decenas de miles han muerto. ¿Y por qué aún se sigue debatiendo si esto es o no es un genocidio?”.

Tras el sermón de Navidad, el reverendo Issac Munther habló también al respecto con Democracy Now!: “Seguimos viendo imágenes de niños y niñas que son rescatados de debajo de los escombros. Es increíble que hayan pasado más de 14 meses desde el comienzo de este genocidio y que sigamos viendo las mismas imágenes. Parece que estamos completamente desprotegidos y que el mundo se complace en permitir que esto continúe. Y aquí, en Cisjordania, al observar desde Belén lo que ocurre en Ramala o Hebrón, nos preguntamos: “¿Seremos los siguientes?’. Israel ha dejado claro que planea anexar Cisjordania el próximo año. ¿Qué significará esto en la práctica? En Belén tememos que no haya nadie que obligue a Israel a rendir cuentas por sus acciones”.

Israel viola abiertamente el derecho internacional, con el pleno apoyo, militar y diplomático, de Estados Unidos. Sudáfrica, a la que se le suman ya otros 14 países, ha presentado una demanda por genocidio contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia, mientras que el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional ha emitido órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su exministro de Defensa Yoav Gallant por crímenes de lesa humanidad. Gallant visitó recientemente la ciudad de Washington D.C., donde se reunió con funcionarios de alto rango del Gobierno de Biden, todos los cuales hicieron caso omiso de la orden de arresto.

Sin embargo, según se informa, Netanyahu ha decidido no asistir al evento que se celebrará en Polonia para conmemorar los 80 años de la liberación del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz, dado que el Gobierno de ese país ha declarado que cumplirá con su obligación de ejecutar las órdenes de arresto emitidas por la Corte Penal Internacional. El columnista israelí Gideon Levy escribió esta semana en el periódico Haaretz:

“Hace 80 años, a los judíos se les dio a elegir entre dos legados: 'nunca más los judíos volverán a enfrentarse a un peligro similar' o 'nunca más nadie en el mundo volverá a enfrentarse a un peligro similar'. Israel eligió claramente la primera opción, con un peligroso añadido: después de Auschwitz, a los judíos se les permite hacer cualquier cosa. Durante el último año, Israel ha implementado esta doctrina como nunca antes lo había hecho”.

En una singular coincidencia que ha sucedido muy pocas veces en el último siglo, la Navidad de este año coincide con el primer día de Janucá, la Fiesta Judía de las Luces. En ese mismo espíritu, que haya luz. Que haya vida. Que haya, sin más demora, un alto el fuego permanente en Gaza.


© 2024 Amy Goodman

Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.


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jueves, 26 de diciembre de 2024

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Fuentes: Página 12

Todo fue preparado para que los ciudadanos del mundo se sintieran aliviados y reconfortados con los resultados de la Cumbre del G-20 realizada en Londres. Las sonrisas y los abrazos colmaron los noticieros, el dinero afloró más allá de lo que estaba previsto, no hubo conflictos -del tipo de los que hubo en la Conferencia […]

Todo fue preparado para que los ciudadanos del mundo se sintieran aliviados y reconfortados con los resultados de la Cumbre del G-20 realizada en Londres. Las sonrisas y los abrazos colmaron los noticieros, el dinero afloró más allá de lo que estaba previsto, no hubo conflictos -del tipo de los que hubo en la Conferencia de Londres de 1933, también en tiempos de crisis, cuando Roosevelt abandonó la reunión en protesta contra los banqueros- y, como si no hubiese mejor indicador del éxito, los índices de las bolsas de valores, comenzando por Wall Street, se dispararon en estado de euforia. Por encima de todo, la cumbre fue muy eficiente. Mientras que una reunión anterior con objetivos similares duró más de veinte días -Bretton Woods, 1944, de donde surgió la arquitectura financiera de los últimos cincuenta años-, la reunión de Londres sólo duró un día.

¿Podemos confiar en lo que leemos, vemos y oímos? No. Por varias razones. Cualquier ciudadano con las primeras luces de la vida y la experiencia sabe que, con excepción de las vacunas, ninguna sustancia peligrosa puede curar los males que causa. Ahora, por sobre la retórica, lo que se decidió en Londres fue garantizar que el capital financiero va a continuar actuando como lo ha hecho en los últimos treinta años, después de ser liberado de los estrictos controles a los que antes estaba sometido. Es decir, en las épocas de prosperidad va a continuar acumulando fabulosas ganancias y, en las épocas de crisis, va a contar con la «generosidad» de los contribuyentes, los desempleados, los pensionistas estafados, las familias sin techo, con la garantía del Estado de Su Bienestar.

Aquí reside la euforia de Wall Street. Nada de esto es sorprendente, si tenemos en cuenta que los verdaderos artífices de las soluciones -los dos principales asesores económicos de Obama, Timothy Geithner y Larry Summers- son hombres de Wall Street y que ésta, a lo largo de las últimas décadas, financió a la clase política norteamericana a cambio de la sustitución de la regulación estatal por la autorregulación. Algunos incluso hablan de un golpe de Estado de Wall Street sobre Washington, cuyo verdadero alcance y daño se revelan ahora.

El contraste entre los objetivos de la reunión de Bretton Woods -donde participaron no 20, sino 44 países- y la de Londres explica la vertiginosa rapidez de esta última. En la primera, el propósito fue resolver las crisis económicas que se arrastraban desde 1929 y crear una sólida arquitectura financiera, con sistemas de seguridad y de alerta, que le permitiese al capitalismo prosperar en medio de la fuerte oposición social, la mayor parte de orientación socialista. Al contrario, en Londres asistimos a la pura cosmética, al reciclaje institucional, sin otro objetivo que el de mantener el actual modelo de concentración de la riqueza, sin ningún temor a la protesta social -asumiendo que los ciudadanos están resignados ante la supuesta falta de alternativas-, e incluso con un retroceso en relación con las preocupaciones ambientales, que volvieron a ser consideradas como un lujo para tiempos mejores.

Las instituciones de Bretton Woods -en especial, el FMI y el Banco Mundial- hace mucho que vienen siendo desvirtuadas. Sus responsabilidades en las crisis financieras de los últimos veinte años -México, Asia, Rusia, Brasil- y en el sufrimiento humano causado a vastas poblaciones con medidas después reconocidas como erróneas -por ejemplo, la destrucción de un día para el otro de la industria de la castaña de cajú en Mozambique, dejando miles de familias sin medios de subsistencia- llevaron a pensar que podríamos estar ante un nuevo comienzo, con nuevas instituciones o con profundas reformas de las existentes. Nada de eso ocurrió. El FMI se vio reforzado en sus recursos, Europa continúa detentando el 32 por ciento de los votos y los Estados Unidos el 16,8 por ciento. ¿Cómo es posible imaginar que los errores no se van a repetir?

La reunión del G-20 va a ser recordada por lo que no quiso ver ni enfrentar: la creciente presión para que la moneda de reserva internacional deje de ser el dólar; el creciente proteccionismo como prueba de que ni los países que participaron de la cumbre confían en lo que fue decidido -el Banco Mundial identificó 73 medidas proteccionistas tomadas recientemente por diecisiete de los veinte países participantes-; el fortalecimiento de las integraciones regionales sur-sur, en América latina, en Africa, en Asia, y entre Latinoamérica y el mundo árabe; la restauración de la protección social -los derechos sociales y económicos de los trabajadores- como factor insustituible de la cohesión social; el deseo de millones de personas de que las cuestiones ambientales sean finalmente puestas en el centro del modelo de desarrollo; la oportunidad perdida para terminar con el secreto bancario y los paraísos fiscales, como medidas para transformar la banca financiera en un servicio público a disposición de empresarios productivos y consumidores conscientes.

* Doctor en Sociología del Derecho; profesor de las universidades de Coimbra (Portugal) y de Wisconsin (EE.UU.). Traducción: Javier Lorca.

La teoría de la necesidad de Ágnes Heller es una herramienta política vital

 Por Razmig Keucheyan


Fuentes: Sin permiso [Imagen: la filósofa húngara Ágnes Heller]

Basándose en la obra de Karl Marx, la filósofa húngara Ágnes Heller desarrolló un marco para distinguir entre las necesidades verdaderamente esenciales y las artificiales. Sus ideas son más importantes que nunca ante la crisis ecológica mundial.

¿Cuántos de los bienes que posees considerarías indispensables? ¿Y cuántos son innecesarios? No se trata sólo de una cuestión personal, sino política.

Los bienes están hechos de cosas tomadas de la naturaleza. Con la crisis medioambiental, las materias primas son cada vez más escasas, y la contaminación resultante del proceso de producción tiene consecuencias desastrosas para los ecosistemas.

De ahí que sea crucial la tarea de distinguir entre bienes que satisfacen necesidades esenciales y bienes que satisfacen necesidades artificiales. Necesitamos una teoría que nos permita hacerlo. Afortunadamente, tenemos una, formulada por la filósofa húngara Ágnes Heller.

La escuela de Budapest

Heller nació en Budapest en 1929. Era de origen judío y parte de su familia murió en Auschwitz. Después de la guerra, mientras estudiaba y enseñaba filosofía en la Universidad de Budapest, pasó a formar parte de un grupo de pensadores conocido como la «Escuela de Budapest», uno de los más creativos del pensamiento marxista de posguerra. La figura tutelar del grupo era Georg Lukács, autor de Historia y conciencia de clase.

Las relaciones de Lukács y la Escuela de Budapest con el régimen comunista húngaro alternaron fases de represión y tolerancia. Durante el periodo que va desde el levantamiento de Budapest de 1956 hasta la Primavera de Praga de 1968 en Checoslovaquia, Heller se posicionó a favor del «socialismo con rostro humano». Se identificó en esa época con la Nueva Izquierda internacional que surgía a ambos lados del Telón de Acero, criticando tanto el imperialismo estadounidense como la degeneración burocrática de la Unión Soviética.

Durante la década de 1970, Heller se exilió en Australia y ocupó allí puestos docentes, así como en Alemania y Estados Unidos. Ahora rompía con el marxismo y defendía una forma de liberalismo político en el que las cuestiones éticas ocupaban cada vez más un lugar central. Hacia el final de su vida, Heller volvió a vivir a Hungría, donde se opuso al régimen autoritario de Viktor Orbán antes de morir en 2019 a los noventa años.

Teoria de Las Necesidades En Marx (Historia,...

Heller es autora de numerosos artículos y libros, entre ellos La teoría de la necesidad en Marx, escrito y publicado en la década de 1970. El libro es simultáneamente una interpretación de Karl Marx y un desarrollo de su propia teoría de las necesidades, que quedará como su principal contribución al pensamiento político del siglo XX. Al elaborar la distinción entre necesidades esenciales y artificiales, su planteamiento podría ayudarnos a encarrilar a la humanidad hacia un futuro sostenible y justo.

La dialéctica de las necesidades

Según Heller, las necesidades son el concepto más fundamental de Marx. Una mercancía satisface una necesidad, real o imaginaria. Por tanto, presupone la existencia de necesidades. La cuestión es: ¿Qué tipo de necesidades? ¿Son esenciales o artificiales?

Las necesidades se sitúan en la articulación de la naturaleza y la cultura. Mi necesidad de comer es una necesidad natural, incluso vital: si no como, moriré. Pero puede satisfacerse de innumerables maneras; basta con echar un vistazo a la historia de la alimentación para convencerse de ello. Como observó Marx, «el hambre es hambre; pero el hambre que se satisface con carne cocida comida con cuchillo y tenedor difiere del hambre que devora carne cruda con la ayuda de las manos, las uñas y los dientes».

Marx deja en suspenso una ambigüedad: ¿Es la necesidad la que evoluciona a lo largo de la historia o sólo las formas de satisfacerla? Depende del caso. Lo decisivo es que las necesidades están ligadas a la evolución de los modos de producción y, en particular, del capitalismo. En el capitalismo, «la producción produce, pues, consumo», según Marx. A través de las necesidades, la producción se plantea como instancia mediadora de las relaciones entre naturaleza y cultura.

La necesidad es un «concepto límite», dice Heller, que define la «frontera existencial» de la vida humana. Si no comes, mueres. Si los ecosistemas entran en crisis, las condiciones de la vida humana en la Tierra ya no están aseguradas. «La naturaleza» bien puede producirse y reproducirse socialmente, pero estas determinaciones de nuestra existencia se nos escapan en parte.

La necesidad designa a menudo una carencia o escasez de algo. Una población carece de agua potable; por tanto, la necesita. De este modo, el sentimiento de necesidad es potencialmente un vector de acción colectiva, destinada a compensar esta carencia.

Para Heller, una necesidad nunca debe considerarse de forma aislada. Es la «estructura global de las necesidades» la que debe considerarse. La aparición de ciertas necesidades depende de la satisfacción de otras: gracias a que no tengo que luchar a diario por mi supervivencia, mi necesidad de escuchar música o de viajar, por ejemplo, puede ocupar más espacio en mi vida. La satisfacción de las necesidades materiales da lugar al desarrollo de necesidades más «cualitativas».

La «estructura global de las necesidades» también se refiere al hecho de que en las sociedades modernas dependemos unos de otros para la satisfacción de la mayoría de nuestras necesidades. Este es el efecto de la división del trabajo, un proceso que se ha acelerado aún más con la globalización del capital en las últimas décadas del siglo XX. (Casi) nadie cultiva sus propios tomates o construye su propio ordenador.

Nuestras necesidades están socializadas. Esta socialización depende de la existencia de complejas infraestructuras materiales y logísticas. Comer requiere la posesión de un frigorífico donde se almacenan los alimentos comprados en el supermercado: esta simple observación banal implica a una miríada de actores humanos y no humanos cuya actividad debe coordinarse en el tiempo y el espacio.

Necesidades normativas

Además de ser un concepto descriptivo, que describe un estado de cosas, las necesidades son también un concepto normativo. Lo normal, en las sociedades modernas, es disponer de un frigorífico, pero también de la casa o el apartamento en el que se encuentra, de ropa para protegerse del frío y de la capacidad de moverse en el espacio mediante transporte privado o público, por no hablar de una educación, medios de comunicación, buena higiene y acceso a medicamentos en caso de enfermedad.

Así pues, la vida moderna se basa en un conjunto de «normas» que definen los contornos de lo que se considera una vida «decente». Una gran parte de la población del planeta vive por debajo de esos estándares, mientras que una minoría situada en la cúspide de la estructura social de los países del Norte (y cada vez más también de ciertos países del Sur) vive muy por encima. Como ya sabía Marx, «en nuestra época, lo superfluo es más fácil de producir que lo necesario».

Heller somete a crítica la «dictadura sobre las necesidades» que a sus ojos constituían la URSS y los países del Bloque del Este. (En el momento en que ella escribía, por supuesto, estos sistemas de estilo soviético seguían muy vigentes en toda Europa del Este). En ellos, una casta de burócratas aislada de la sociedad civil decide qué necesidades deben satisfacerse, ejerciendo así una «dictadura» sobre ellas. Las «preferencias» de los individuos no cuentan casi nada en las decisiones productivas.

En este marco, las necesidades se definen y satisfacen «desde arriba». Esta dictadura resulta cada vez más disfuncional con el paso del tiempo, debido a los desajustes crónicos entre la oferta y la demanda. Su legitimidad política es casi nula, ya que los ciudadanos no participan en las decisiones que les conciernen.

Contra esta dictadura, Heller desarrolla la visión de un marxismo «individualista». El objetivo de Marx, en última instancia, es el pleno desarrollo de la persona, es decir, su emancipación tanto de la dictadura del mercado como de la «dictadura sobre las necesidades» al estilo soviético.

Ciertamente, Heller no es individualista en el sentido de suscribir el liberalismo. No sostiene que los individuos deban poder cultivar sus necesidades al margen de cualquier restricción colectiva. Afirma que el comunismo consistirá en un libre juego de necesidades, en el que las necesidades de cada persona sólo estarán limitadas por las necesidades de los demás.

La alienación y su opuesto

Heller desarrolla una original teoría de la alienación, que adopta la forma del concepto de «necesidades radicales». El capitalismo aliena las necesidades. Lo hace en primer lugar porque, dentro de sus límites, la definición y satisfacción de tales necesidades se logra a través del mercado. Si no se tiene «poder adquisitivo», si el mercado considera que la necesidad que se desea satisfacer no es rentable, sencillamente no se abordará.

El capitalismo también impone su dictadura sobre el tiempo individual y colectivo. Una persona que se pasa la vida generando plusvalía no tiene ni tiempo ni energía para cultivar sus necesidades. El resultado más probable es que sus necesidades sean «pobres», argumenta Heller. Llega a decir que el trabajador es un «ser sin necesidades», es decir, sin necesidades reales, sin sus necesidades. El capitalismo se dedica a «manipular» las necesidades, sobre todo a través de la publicidad.

Como resultado, asistimos a una «homogeneización» de las necesidades. Este proceso afecta no sólo a las clases trabajadoras, sino también a las clases dominantes, que se ven atrapadas en las redes de la alienación, aunque tengan más margen de maniobra que los trabajadores. Sin embargo, la situación no está exenta de esperanza. Gracias a las luchas que aprovechan las contradicciones inherentes a la dinámica del capitalismo, surge la posibilidad de otro mundo.

Los individuos toman conciencia de la alienación. Esta conciencia de alienación es lo que Heller, siguiendo a Marx, llama una «necesidad radical». Como dice Marx, «sólo una revolución de necesidades radicales puede ser una revolución radical». Una necesidad radical es una necesidad que ha surgido en el capitalismo, pero que el capitalismo es incapaz de satisfacer. Su satisfacción requiere, por tanto, la trascendencia del capitalismo.

El ocio, el tiempo libre, es una necesidad radical por excelencia. Existe una tendencia histórica a la reducción del tiempo de trabajo en el capitalismo. Sin embargo, el capitalismo sólo puede reducir el tiempo de trabajo hasta cierto punto.

La valorización del capital depende del trabajo, de la plusvalía. Se trata de un límite fundamental que, sin embargo, suscita en la mente de los trabajadores la idea de que, yendo más allá del capitalismo, el tiempo de trabajo podría reducirse aún más, hasta abolir por completo el trabajo asalariado. La conciencia de la alienación produce su contrario: la emancipación de los trabajadores. La necesidad radical es el operador que permite pasar de una a otra.

¿Un marxismo del decrecimiento?

Heller comprende claramente el vínculo entre la cuestión de las necesidades y las cuestiones medioambientales. Siguiendo a Marx, insiste en el hecho de que si el trabajo asalariado -la plusvalía- está en el origen del valor capitalista, toda verdadera riqueza procede de la combinación de trabajo y naturaleza. El comunismo implica, por tanto, construir una nueva relación entre ambos.

«El despilfarro» es un tema importante en su obra. Por despilfarro entiende lo que se produce sin necesidad, sin corresponder a una necesidad, a una necesidad real. En la segunda mitad del siglo XX, en los países capitalistas, el problema de los residuos ha pasado a formar parte cada vez más de la conciencia ecológica. La constatación de que está en la naturaleza de este sistema despilfarrar los recursos y destruir los ecosistemas ha ganado terreno.

También podemos observar el desarrollo de esta conciencia en los países del bloque soviético durante sus últimas décadas. Una de las consecuencias de la «dictadura de las necesidades» era que los burócratas no sabían si las calidades y cantidades de bienes que producían correspondían a la demanda real. Por lo tanto, a menudo producían demasiado o demasiado poco.

En el (verdadero) comunismo, las necesidades materiales ocuparán un lugar secundario en la estructura general de las necesidades. Estarán «relativamente estancadas», dice Heller. Si efectivamente hay fórmulas productivistas que podemos encontrar en los escritos de Marx, como en los de la mayoría de los pensadores del siglo XIX, también hay una clara conciencia de los «límites» naturales. Marx está en contra del «exceso».

Esto es lo que Heller llama el «modelo de saturación» en Marx. ¿Saturación de qué? De las necesidades materiales. Una vez satisfechas – «saturadas»- las necesidades siguen evolucionando. Siempre surgen nuevas necesidades, porque la especie humana es creativa. Pero ya no son necesidades materiales: son de otro orden.

¿Qué orden? Hay una tendencia a la «intelectualización» de las necesidades. No es que todo el mundo se convierta en un «intelectual» en el sentido actual del término, pero a medida que las necesidades materiales pasan a ser secundarias, las necesidades «cualitativas» adquieren mayor importancia.

Su carácter cualitativo implica una mayor reflexividad por parte de las personas que las experimentan. Estas necesidades son sociales, en el sentido de que su aparición presupone a menudo una intensificación y diversificación de las interacciones sociales. Están «orientadas hacia otros hombres», afirma Heller.

La creciente importancia de las necesidades cualitativas reduce la presión sobre los ecosistemas. A diferencia de las necesidades materiales, no son intensivas en recursos naturales. La sociedad gana control sobre los procesos productivos y deja de ser prisionera del productivismo.

Heller anticipa las teorías del «postcrecimiento»: no un decrecimiento inmediato, sino un periodo transitorio consistente en una primera fase de inversión en infraestructuras y energía «verde», que permita el decrecimiento en una segunda fase, y finalmente una economía «estacionaria», que ya no crece en el sentido de expansión del PIB.

Con la «automatización total», la ciencia, el «intelecto general», se convierte en un factor central de la producción, una tesis tomada de los Grundrisse de Marx. La satisfacción de las necesidades materiales está ahora cada vez más garantizada «automáticamente», lo que libera tiempo de trabajo para el desarrollo de las necesidades cualitativas. Heller no era consciente entonces de que esa «automatización total» implicaría unos costes energéticos exorbitantes, pero ese es otro problema.

¿Quién decide?

Aún no hemos planteado la pregunta más importante: «¿Quién decide?» ¿Quién decide qué necesidades deben satisfacerse o no? Si hay que combatir la «dictadura sobre las necesidades», el poder de los burócratas, ¿con qué debemos sustituirla, tanto para respetar las necesidades de cada persona como para cumplir los objetivos de justicia social y sostenibilidad establecidos colectivamente?

La lógica de la competencia implica que el capitalismo produce primero y luego se pregunta qué necesidades satisfarán los bienes (sobre)producidos, de ahí la importancia dentro de esta estructura de la publicidad y la obsolescencia programada. Las necesidades alienadas y el despilfarro son el resultado de este proceso.

En la sociedad de «productores asociados» (comunismo), en cambio, se tratará primero de pensar en las necesidades y luego de poner el aparato productivo al servicio de su satisfacción. La definición y la satisfacción de las necesidades no se dejarán en manos del mercado: se controlarán democráticamente.

Pero, ¿qué forma concreta adoptará esta deliberación sobre las necesidades? En sociedades complejas como la nuestra, con una fuerte división del trabajo, donde los individuos y los grupos sociales tienen intereses y trayectorias diferentes, la respuesta a esta pregunta dista mucho de ser evidente. Una posible respuesta que explora Heller son las cooperativas. Marx define a veces el comunismo como la generalización de las cooperativas a toda la economía. Dentro de ella, los trabajadores controlan tanto la herramienta de trabajo como las decisiones productivas.

Pero este argumento tiene un límite importante. La forma cooperativa se refiere a lo que ocurre en la empresa, pero no entre empresas. Podemos imaginar fácilmente una economía en la que las unidades de producción fueran totalmente autogestionadas por los trabajadores, pero en la que el mercado siguiera rigiendo las relaciones entre productores, y entre productores y consumidores. Algunas variantes del «socialismo de mercado» se acercan de hecho a este modelo.

La autogestión de los trabajadores será, por supuesto, un elemento central del comunismo. Pero romper con el capitalismo exige imaginar no sólo un modo alternativo de gestión, sino también de coordinación de la economía. Este modo alternativo de coordinación es lo que históricamente se conoce como planificación económica. Lo que queda por diseñar es la arquitectura institucional que le corresponde. Esta es una cuestión que los marxistas en general, y Heller en particular, apenas han abordado.

La arquitectura institucional de la deliberación democrática sobre las necesidades debería adoptar la forma de un federalismo ecológico, basado en una relación dialéctica de centralización y descentralización. Según un principio enunciado por Heller, la definición de las necesidades debe realizarse lo más cerca posible de los individuos, para respetar al máximo sus subjetividades. Así, cualquier cuestión que pueda tratarse al nivel político más bajo debe abordarse allí.

El proceso de ampliación – centralización – resulta de una doble necesidad. En primer lugar, se produce cuando la definición y satisfacción de una necesidad afecta a una población y un territorio más amplios. Todos los ciudadanos afectados tienen entonces voz y voto. También interviene para determinar las normas en cuyo marco tiene lugar la deliberación sobre las necesidades.

Por supuesto, esta deliberación no puede dar lugar a la satisfacción de necesidades contaminantes, alienantes o que aumenten las desigualdades. En cada nivel federal, la deliberación sobre las necesidades tendrá lugar, por tanto, bajo restricciones: restricciones medioambientales y de justicia social. Esta arquitectura institucional le ayudará a responder a la pregunta ¿Cuántos de los bienes que posees considerarías indispensables?

Razmig Keucheyan es profesor de Sociología en la Universidad de Burdeos y miembro del Centro de Filosofía, Epistemología y Política (Philépol). Sus trabajos se inscriben en la tradición marxista clásica y contemporánea. Es miembro del consejo de redacción de la revista Actuel Marx. Es autor de The Left Hemisphere: Mapping Critical Theory Today (Verso, 2014), Nature is a Battlefield: Towards a Political Ecology (Polity, 2016), y Les Besoins artificiels: Comment sortir du consumérisme (La Découverte, 2019).

Texto original: https://jacobin.com/2024/12/agnes-heller-philosophy-marxism-needs

Traducción: Antoni Soy Casals

Fuente: https://sinpermiso.info/textos/la-teoria-de-la-necesidad-de-agnes-heller-es-una-herramienta-politica-vital

PERSPECTIVAS PARA EL INICIO DEL AÑO 2025 BALANCE POLÍTICO Y ECONÓMICO DE VENEZUELA EN 2024

 


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Venezuela se aproxima a un fin de año 2024, sin conmociones y caos, tal como se planteó a mediados de año (Foto: AVN)
PERSPECTIVAS PARA EL INICIO DEL AÑO 2025

BALANCE POLÍTICO Y ECONÓMICO DE VENEZUELA EN 2024

El año 2024 en Venezuela culmina con importantes logros y desafíos para el desarrollo de la vida política y económica del país.

Los procesos de conducción del gobierno venezolano y de las instituciones nacionales se caracterizaron por su afianzamiento, lo que configuró las condiciones y la acumulación de nuevos saldos económicos que han repercutido de manera integral y favorable sobre la cotidianidad nacional.

VÉRTICE POLÍTICO

El 28 de julio el chavismo se consolidó como la primera fuerza política-electoral del país al lograr la escogencia de Nicolás Maduro para un nuevo periodo presidencial. Este proceso estuvo caracterizado por diversos hechos significativos. Uno de ellos consiste en que se trató de una fecha electoral cuyos mecanismos políticos fueron desarrollados en línea con el Acuerdo de Barbados, firmado entre el chavismo y algunos segmentos de la oposición.

Previo a los comicios, un sector de la oposición había elegido a María Corina Machado como abanderada aunque estaban conscientes de su inhabilitación para participar el 28 de julio. En consecuencia, se sumieron en una crisis de representación y disputa interna que devino en el surgimiento de Edmundo González Urrutia como candidato "unitario".

Sin embargo, a pesar de que el chavismo logró la mayoría de los sufragios en las elecciones presidenciales, factores de la oposición venezolana lograron fabricar condiciones para una crisis de deslegitimación interna al divulgar actas sin verificación como supuestos resultados, lo que repercutió en el reconocimiento internacional a los comicios. El Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), concretamente la Sala Electoral de la máxima corte, respaldaron los resultados, lo cual afianzó y complementó su acción institucional para preservar las garantías políticas, correspondientes a la defensa del resultado del proceso.

La oposición venezolana impulsó protestas violentas, focos de violencia armada y llamó a la insurrección militar, en una nueva, pero estrepitosamente fallida operación de cambio de régimen. Pero el país preservó la paz política e institucional, situación que debilitó los vectores de la conmoción.

El 2024 finaliza con una nueva ratificación del chavismo en la dirección del Ejecutivo Nacional que será efectiva desde el 10 de enero del año entrante, mientras que, en el ámbito de la oposición venezolana en conjunto, sus orgánicas políticas se diseminaron a causa de un acumulado de convocatorias que resultaron cada vez más débiles, estrategias fallidas, promesas triunfales de liderazgos mesiánicos que no se materializaron en resultados tangibles, dirigentes que se han dividido de cara a las elecciones de cargos en 2025 y mediante debates y diatribas internas sobre la estrategia de abordaje del cuadro político.

Hay un frente externo dividido sobre el nuevo periodo presidencial. Edmundo González Urrutia se ha autoproclamado presidente electo en el exilio y, hasta ahora, solo un puñado de países, entre ellos Estados Unidos, lo han declarado como tal. Si bien la mayoría de los Estados con los que Venezuela tiene relaciones diplomáticas ha reconocido la reelección del presidente Maduro, el año 2025 podría marcar el inicio de una reedición de la agenda de sanciones ilegales y "máxima presión" sobre la economía del país.

Uno de los ámbitos donde el chavismo logró avanzar con mayor consistencia fue en el de la gobernanza política interna, la cual se desarrolló desde múltiples vectores que favorecieron la articulación social e institucional.

El gobierno venezolano logró maximizar los atributos políticos ofrecidos por la recuperación del chavismo del parlamento nacional, desde la elección del 2020, y así se facilitó la cohesión institucional al concretar nombramientos en el Poder Ciudadano.

El despliegue de diversos mecanismos de diálogo y trabajo, en varias bandas, con los sectores económicos, con factores políticos opositores, con aliados internacionales y con la multiplicidad de agrupaciones políticas y sociales intrínsecas al chavismo permitieron la consolidación de un terreno fértil para el gobierno bolivariano.

En el frente internacional, este año el presidente Maduro acudió a Kazán como invitado en la Cumbre de los Brics, y su gobierno realizó visitas al más alto nivel a China, India, Argelia y otros países. Uno de los hitos de las relaciones internacionales venezolanas fue la realización en Caracas de un nuevo encuentro de la Comisión Interministerial de Alto Nivel Venezuela-Rusia. También en Caracas se realizó una nueva Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la ALBA-TCP. Estos elementos fueron característicos de la agenda de relaciones internacionales en varios ejes, con las cuales se generaron acuerdos efectivos.

Este conjunto de acciones permitieron al gobierno bolivariano maniobrar y construir políticas, avanzar en medidas efectivas y construir agendas de mediano plazo en aras de superar algunos condicionantes del bloqueo ilegal, además de que en el ámbito de la gestión siguió desarrollando credibilidad en la conducción —castigando corruptos— y materializando acuerdos de amplio alcance.

La gobernanza, como factor denominador de la estabilidad, fue un componente de la solidez política con la que el país superó los intentos de conmoción inducidos a finales de julio, especialmente instrumentando los pilares de la seguridad interna, luego de un difícil pero sustancioso proceso de construcción de consensos políticos y sociales transversales, con el fin de preservar la paz y la estabilidad.

VÉRTICE ECONÓMICO

Durante 2024 la economía venezolana se fortaleció basada en la estabilidad política e institucional, la cual trascendió hacia diversos sectores. Este año la sinergia entre el gobierno y los actores económicos fue virtuosa y congruente con las necesidades de una economía bajo sanciones coercitivas, hasta generar resultados positivos.

De acuerdo con datos divulgados por el Banco Central de Venezuela (BCV), el Producto Interno Bruto (PIB) de los trimestres 1 y 2 de este año creció 8,4% y 8,7%, respectivamente.

En el caso de las actividades por sector, tal como fue en el caso del petrolero, se situaron en 15,8% y 11% para los mismos periodos, mientras que las actividades no petroleras crecieron 5,5% y 6,5%. El BCV no ha actualizado datos sobre el PIB del tercer trimestre del año.

En cuanto a la inflación, Venezuela cerraría este año con los niveles más bajos en más de una década. El índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) correspondiente a octubre pasado refirió una inflación intermensual de 4%, hasta ahora el mes más inflacionario del año.

Los datos del BCV refieren que la inflación acumulada en el periodo enero-octubre de 2024 fue de 16,6%, mientras que la anualizada (octubre de 2023 a octubre de 2024) fue de 23,6%.

Uno de los componentes de la considerable desaceleración de este fenómeno en Venezuela durante 2024 fue la variación, sumamente menor, del Tipo de Cambio oficial o de referencia, publicado por el BCV. Según la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez, la variación en el periodo enero-septiembre 2024 llegó a 2,68%. Para verlo en términos comparativos, en 2023 fue de 96,84%, mientras que en 2021 fue de 260% para el mismo lapso.

Sin embargo, los meses de octubre y noviembre sufrieron alzas en el tipo de cambio de referencia BCV, así como también en el marcador no oficial (dólar paralelo), lo que creó una significativa brecha cambiaria de hasta 26% entre ambos valores, hecho que ocasionó desajustes que fueron corregidos hasta finales de noviembre. Lo que quiere decir que, probablemente, esto impactará el INPC de los meses noviembre y diciembre, los cuales suelen ser de los más inflacionarios del año.

Gran parte de las actividades económicas se han visto impulsadas por el incremento de la actividad crediticia. En este aspecto, la banca venezolana presentó un crecimiento interanual de 103,96% al cierre de septiembre de 2024.

Según el gremio empresarial venezolano Conindustria, durante el periodo enero-septiembre de 2024 la expansión de la producción industrial fue de 15,9%. Agregaron que para el tercer trimestre la producción industrial privada creció 7,6% al compararlo con el mismo periodo de 2023.

Por su parte, la patronal del comercio y servicios, Consecomercio, estima que cerrarán el año con un crecimiento de entre 2,5% y 3%. El gremio ha informado que el sector ha experimentado un crecimiento de 2,8% en el primer semestre de 2024 en comparación con el año anterior.

Estos avances en materia económica tienen puntos cardinales vinculados con la política. Uno de ellos es el mejoramiento del clima de las actividades económicas en un contexto donde la desestabilización interna fue replegada.

En segundo lugar, las hojas de ruta de trabajo que el gobierno venezolano logró consolidar mediante la construcción de políticas, desde la Agenda Económica Bolivariana, desarrollaron vértices extensivos a los actores privados nacionales e internacionales que han invertido en el país.

Seguidamente, es destacable que luego de la coyuntura política que se intentó posicionar a partir del 28 de julio, la mayoría de los actores del sector privado venezolano no suscribió agendas de desestabilización de manera abierta y, según las investigaciones, solo en el estado Zulia un actor específico participó en actividades insurrectas, a contracorriente de la mayoría de gremios y factores.

Además, diversos grupos se han inscrito en iniciativas para fijar postura adversa al recrudecimiento de sanciones, refiriendo con ello las necesidades del sector privado con vistas al desarrollo de condiciones de normalidad para el desenvolvimiento de la vida económica.

PERSPECTIVAS PARA 2025

El futuro de Venezuela para el próximo año podría estar delineado por la conjugación de la política interna y el desarrollo de agendas de la política exterior en el país, cuyo despliegue se podría colateralizar sobre la economía.

Por un lado, las acciones destituyentes de factores radicales de la oposición venezolana, quienes han propuesto una "parálisis" de la política, instando a diversos actores políticos opositores a no "pasar la página", en función de un pretendido e ilegal ascenso de Edmundo González a la presidencia el 10 de enero, tal como él lo ha prometido incesantemente desde España.

Dichas afirmaciones solo tienen asidero en la posibilidad del uso de la fuerza, que en este caso tendría que desarrollarse mediante mecanismos foráneos, irregulares y difusos, bajo el auspicio de actores políticos venezolanos fuera del país, tal como es el caso de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia.

En el caso de la nueva Administración Trump en la Casa Blanca, hay considerables posibilidades de que los métodos de asedio a la economía venezolana puedan recrudecerse, pero diversos análisis en Estados Unidos se inclinan por la probabilidad de una relación difícil, pero con distensiones —especialmente en materia energética y migratoria—, entre Washington y Caracas. No hay escenarios definitivamente claros de lo que puede ocurrir.

Tanto las matrices de desestabilización a lo interno, como las medidas foráneas adversas a las actividades de hidrocarburos de Venezuela, podrían converger negativamente sobre las dinámicas económicas del país.

Dicho de otra manera, el futuro de diversos agentes de la economía venezolana, tanto en los sectores petroleros como no petroleros, tanto en empresas públicas como privadas, podría ser perturbado por factores externos al país, quienes intentarían hacer retroceder los logros alcanzados y destruir la articulación y esfuerzo de estos años.

Pero Venezuela ha desarrollado capacidades de resiliencia, y la composición de su economía en 2024 dista mucho de la que existía en el periodo 2017-2019, pues ha habido un metabolismo menos dependiente de la renta petrolera y, al mismo tiempo, evasivo del bloqueo, que podría contener los alcances de una nueva "máxima presión".

Para 2025, nuevamente, podrían apreciarse en el contexto externo las posiciones divididas sobre Venezuela. Pero el país podría continuar desarrollando sus ejes de relación con los bloques emergentes y países del Sur Global con los cuales ha construído sinergias positivas que han permitido desmantelar las narrativas predominantes de "aislamiento" y la "comunidad internacional" en contra.

Sobre las palabras claves para definir las perspectivas del año 2025, una de ellas es "incertidumbre", pero esta recae sobre el desarrollo de agendas externas a las dinámicas en el país y sus involucrados.

Mientras que el directorio del chavismo se inclinará por una estrategia de "consolidación" y "afianzamiento" sobre los logros de 2024 y sobre la experiencia y vectores de maniobra que ha desarrollado en los últimos años.

En el 2025 Venezuela elegirá cargos al parlamento nacional, gobernadores y alcaldes en todo el país. Serán comicios en los que se producirá una coincidencia de diferentes sujetos políticos y organizaciones, pues la elección de estos cargos implica la disputa de cuotas de poder en diversas proporciones. 

El ala dura de la oposición probablemente reedite la estrategia del boicot y el señalamiento a los partidos y dirigentes que decidan participar, mientras que el chavismo y otras partes disputarán espacios de gobierno en medio de un posible contexto de nuevas presiones externas, como elemento integrante de la diatriba.