No es posible construir un triunfo electoral extraordinario, como el de MORENA el pasado 2 de junio en México, sin un pilar económico sólido que apuntale ese resultado. La economía, por más exitosa que sea, nunca permitiría por si sola lograr una ventaja de 32 puntos como la que Claudia Sheinbaum tuvo con su inmediata contendiente. Pero sin la economía, no se puede construir un triunfo electoral de esta magnitud. AMLO construyó la aprobación política calando hondo en los surcos de la historia política mexicana[1] y obtuvo el triunfo electoral con el soporte de una economía que acompañó.
En esta nota listamos cuáles son las claves económicas que apuntalaron el triunfo electoral de AMLO.
Recomposición del salario mínimo
Uno de los aspectos más relevantes de la política económica de Morena fue el incremento del salario mínimo real. El sexenio de AMLO fue el primero en romper la trayectoria de caídas del salario mínimo real que comenzó en los inicios de la globalización neoliberal allá por 1977 y continuó sin interrupciones hasta 2018, último año de gobierno de la administración de Enrique Peña Nieto. En 2018 el salario mínimo tenía un poder de compra equivalente a una cuarta parte del salario mínimo de 1977. Al asumir AMLO, el salario mínimo era de apenas 88 pesos diarios en todo México (unos 5,2 USD) y en 2024 alcanzó 374.89 pesos diarios en la zona libre de la frontera norte (unos 22 USD), y 248.93 en el resto del país (unos 15 USD). En términos reales, el salario mínimo durante la gestión de AMLO aumentó un 110%, más que duplicando su poder de compra (según la Comisión Nacional de Salarios Mínimos). El poder adquisitivo del salario mínimo aún está lejos de los niveles salariales de mediados de los 70s y es por eso que un objetivo de Morena es continuar con esta recomposición en el próximo sexenio.
Reducción de la pobreza
Durante el gobierno de Felipe Calderón y Peña Nieto, la pobreza alcanzaba al 40,5% y 42,5% de la población respectivamente. Durante la presidencia de AMLO la pobreza bajó hasta el 35,8% registrado en el primer trimestre de 2024 de acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). Esto significa que unos 5,5 millones de personas salieron de la pobreza entre 2018 y 2024, una caída que destaca porque se produjo a pesar del impacto de la pandemia de 2020.
Regulación laboral
Con AMLO cambió la regulación de las vacaciones pagas de los empleados, permitiendo que México deje de ser uno de los países con menos descanso en la región. Con la nueva regulación, el trabajador disfrutará de 12 días de vacaciones continuos, como mínimo, y el número de días de vacaciones aumentará con la antigüedad. La nueva ley también regula la forma en que se distribuirá el período vacacional y también se definieron nuevas regulaciones sobre el trabajo, como la ley Silla, destinada a que los trabajadores no deban estar de pie todo el tiempo.
Austeridad republicana
Si bien la política de austeridad de AMLO fue cuestionada y resultó antipática a los funcionarios públicos, por el contrario, ha sido bienvenida por el conjunto de la sociedad y puede argumentarse que, a pesar de que ha sido menospreciada, es una de las claves del triunfo electoral de junio. La Ley de Austeridad Republicana de 2019, tuvo el objetivo de reducir el gasto público, aumentar su eficiencia, limitar los salarios de altos funcionarios, eliminar gastos innecesarios -como publicidad-, fiscalizar viáticos, compras y contrataciones, fortalecer la transparencia y combatir la corrupción[2] con medidas preventivas y sanciones. La austeridad no solo sirvió para reorientar el gasto hacia fines socialmente más útiles, como la salud, sino especialmente sirvió para desarmar preventivamente los discursos anti gubernamentales (anti casta en la terminología de Milei) que tanto cundieron a partir de la Pandemia en toda la región. El vademécum argumentativo de la derecha regional, destinado a defenestrar lo público, no encontró asidero en México, lo que permite destacar el acierto político de AMLO, en el sentido de que la mejor manera de proteger el Estado, es hacerlo eficaz.
Crecimiento económico
Tras un retroceso del 8,5% del PIB durante la pandemia, en 2021 el crecimiento fue del 5,7%, seguido por incrementos de 3,9% en 2022 y 3,2% en 2023, y para 2024 se espera un incremento del 2,8% de acuerdo al Banco de México. El crecimiento mexicano superaría el crecimiento de Centroamérica en 2023 y 2024 y duplicaría el registro de crecimiento del promedio de América del Sur. Naturalmente, el sexenio de AMLO no podrá lucir tasas elevadas de crecimiento debido a que la Pandemia generó una contracción de casi el 9% de la economía en 2020, sin embargo, aislando el efecto de la pandemia y la recuperación de 2021, es decir, poniendo el foco en los tres últimos años, los registros de crecimiento de México se ubicarían en el 3,3% anual, por encima del crecimiento que en durante la misma etapa consiguieron Peña Nieto y Felipe Calderón (2,7%).
Desempleo
El desempleo se ubica en un 2,3% en marzo de 2024, uno de los más bajos de América Latina y 1,1 punto porcentuales por debajo de la tasa de desempleo con la que terminó el gobierno de Peña Nieto (3,4%) y también por debajo de la tasa de desempleo al finalizar el gobierno de Calderón (4,8%).
Inversión
México está atravesando un boom de inversiones, tanto extranjeras como domésticas. La inversión extranjera directa tuvo en 2023 el máximo registro alcanzado por la serie, con más de 36 mil millones de dólares, del cual, un 50% corresponde al sector manufacturero. Esta es una muy buena noticia habida cuenta que la Inversión Extranjera que más contribuye al crecimiento es la orientada a actividades industriales.
En cuanto al conjunto de la inversión, después de la caída en 2020 y 2021, la recuperación de la inversión continuó hasta ubicarse en el máximo histórico en el primer trimestre de 2024, logrando una tasa de inversión con respecto al PIB superior al 24%, del cual, apenas un 3% (el 12% del total de inversión), corresponde a la inversión pública. Con este registro, la inversión en México se coloca muy por encima del promedio regional de inversión (20%) y alcanza a los países más dinámicos de la región. En otras palabras, el sector privado, doméstico y extranjero, están liderando un proceso de inversión sin precedentes en el país, que en gran medida responde a las inversiones preparativas para el Nearshoring[3], tales como los parques industriales que están en desarrollo.
Estabilidad de precios
Un sexenio de inflación bajo control, a pesar de la concurrencia de eventos inflacionarios, como la pandemia y la inflación global generada por el corte de las cadenas de abastecimiento y el impacto de la guerra en Ucrania sobre los productos primarios, es algo que se pondera positivamente en todos los ámbitos. De hecho, la distancia entre la inflación mexicana y la estadounidense ha sido la menor de la historia reciente, lo que explica, no solo la valorización del peso, sino también, la percepción ciudadana favorable acerca de la estabilidad de precios.
Fortaleza del peso
El mercado financiero y bancario le han dado un voto de confianza al gobierno de Morena y ha convalidado el fortalecimiento del peso mexicano. Entre el inicio del gobierno de AMLO y las elecciones del 2 de junio pasadas, el peso acumulaba una apreciación del 17% frente al dólar, por lo que la devaluación del peso post electoral, de un 8%, podría considerarse una corrección para nada incómoda para la economía mexicana que así puede mejorar la competitividad de su producción.
Infraestructura
El gobierno apostó por la creación de megaproyectos de infraestructura, en especial, el Tren Maya, que conectará los estados más rezagadas del sureste del país, el aeropuerto internacional de Tulum, el ferrocarril interoceánico, que conecta el golfo de México con el Pacífico y por lo tanto representa una alternativa estratégica al canal de panamá para el comercio interoceánico, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), construido en una antigua base militar al norte de la Ciudad de México que evitará la saturación de las terminales aéreas en el centro del país y el tren interurbano México-Toluca.
Es la geopolítica, estúpido
El desarrollo de los acontecimientos económicos actuales en México no es independiente de los imperativos geopolíticos de EE. UU. y es necesario ponerlos en contexto. Así como en los 70s, en plena Guerra Fría Kissinger inició su política de acercamiento a China con el propósito de que le sirva de contrapeso frente a la Unión Soviética (tras la crisis de los misiles cubanos de 1962),[4] en la actualidad, y con el mismo objetivo de debilitar a un contendiente proveniente del Pacífico, EE. UU. ha decidido enfrentar a China. Una consecuencia inmediata de estos movimientos estratégicos con respecto a China, fue la dirección de las inversiones directas norteamericanas en el mundo, de hecho, un buen análisis de la dirección de las inversiones estadounidenses nos permitiría distinguir las prioridades geopolíticas de este país. En los 60s esta inversión había comenzado a fluir hacia América Latina, dirigida en especial al sector manufacturero. En los 70s se orientó prioritariamente a países asiáticos como Corea del Sur, Taiwán y Hong Kong, por su rol en la contención de la amenaza roja y después de las reformas de Deng Xiaoping a fines de los 80s, la inversión comenzó a dirigirse masivamente hacia China. Por el contrario, una vez que el anabólico de la inversión extranjera hizo crecer a China en demasía, hasta el punto de que pasó a ser una amenaza para la seguridad de EE. UU., nuevamente la orientación de la inversión estadounidense ha cambiado y comienza a dirigirse a nuestra región, en especial a México en su carácter de socio del T-MEC.
El dato más relevante de 2023 ha sido que México pasó a ser el principal proveedor de EE. UU. en 2023, con exportaciones por USD 480 mil millones, por delante de China (USD 448 mil millones) y Canadá (USD 430 mil millones). En los 3 años que van desde 2021 hasta 2023, las exportaciones chinas a EE. UU. cayeron en un poco más de 100 mil millones de dólares, mientras que las de México aumentaron en casi 100 mil millones.
El “nearshoring”, una nomenclatura cándida proveniente de la literatura empresarial más reciente, no es más que una manifestación inmediata de este cambio de prioridades geopolíticas de EE. UU. en el camino de retorno al proteccionismo del MAGA, que encuentra a México en la posición de socio estratégico, porque su mano de obra abundante puede servir como palanca para fortalecer la competitividad estadounidense en la competencia con China y por la conveniencia de blindar la frontera sur creando en México un estado tapón a la inmigración ilegal que es un asunto prioritario de la política doméstica de EE. UU.
Reflexiones finales
Los salarios de mexicanos se resintieron más que los estadounidenses con el formato de globalización neoliberal que impulsó y predicó EE. UU. desde los 70s. Esta fue la razón principal detrás del desplome desde un salario de 350 pesos por día en 1977 a menos de 90 en 2018 (a valores constantes de 2018) y, asimismo, la reversión de esta tendencia fue el principal hito del cambio de época que se inició con AMLO. El fin de la globalización y el proteccionismo iniciado por Trump con el fin de desarmar el precoz desafío chino a la hegemonía estadounidense, está abriendo nuevas oportunidades para los países de la región que sean capaces de desprenderse del paradigma globalista. A juzgar por los resultados, esta oportunidad no fue desaprovechada por AMLO en beneficio de los trabajadores mexicanos.
[1] https://www.celag.org/los-surcos-profundos-de-la-politica-mexicana/
[2] Y las cifras indican una mejora relativa en el rubro de control de la corrupción. En 2019, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental, elaborada por el Inegi, señalaba que la tasa de la población que había tenido contacto con algún servidor público y experimentado al menos un acto de corrupción era de 15.732 por cada 100.000 habitantes. Para 2023, esa tasa bajó a 13.966.
[3] Nearshoring o deslocalización cercana; definida habitualmente como la práctica de trasladar procesos empresariales, como las manufacturas y servicios empresariales, a un país geográfica o culturalmente cercano. El término se define por contraste con el “offshoring”, o la provisión distante de servicios y bienes desde cualquier lugar del planeta donde los costos ofreciesen alguna ventaja económica. El offshoring está asociado al modelo globalizador de estilo neoclásico mientras que el nearshoring, por el contrario, es un resultado inevitable del proteccionismo creciente, al cual se le comienzan a percibir ventajas como, la reducción del costo y tiempos de viaje, seguridad y proximidad en la cadena de abastecimiento y eficiencia logística.
[4] China comparte 4.250 km de frontera con Rusia, y existen varios puntos de disputa activa vinculados a los “tratados desiguales” firmados en 1858 y 1860, que no solo fueron denunciados por Mao, sino que siguen siendo reclamos activos por parte del nacionalismo chino.