Por Eduardo Rivero
El conflicto entre Palestina e Israel está rodeado por un sin fin de mentiras que hacen sumamente difícil su comprensión, además de ser parte de la narrativa de fuertes intereses coloniales que buscan invizibilizar el tema y orientarlo a sus fines, pero en sí, el conflicto tiene dos raíces principales, una de carácter político-religiosa histórica y la otra de carácter energético totalmente estratégico, más invilizada aún.
Por el lado político histórico se desprende de la estrategia de EE.UU. de insertar un enclave contra los países árabes para ejercer división y dominio, empleando la falsa creencia sustentada en la Biblia de la supuesta "tierra prometida" para el pueblo de Israel, pero ésta vez con profunda orientación fascista y sionista; ésta idea de crear un Estado de Israel surgió de sectores sionistas afines a EE.UU., Inglaterra y Francia durante la Primera Guerra Mundial y quedó evidenciado en el mismo tratado denominado "Sykes-Picot" donde se repartían los territorios con petróleo una vez derrotaran a los otomanos-turcos.
La idea fue materializada por EE.UU. dos años después de la Segunda Guerra Mundial en 1947, reuniendo para ello a todos los judíos desplazados por la persecución Nazi para trasladarlos al territorio de Palestina por la fuerza. Aún cuando estos judíos no son los originales, y de allí que afirme que es una idea falsa, ya que estos son de origen europeo principalmente alemán, y no los judíos originales que fueron exterminados por el imperio romano durante las 3 guerras judeo-romanas en los años 66, 115 y 132 después de Cristo.
Así mismo, la segunda raíz y la de más peso según mi criterio, es la de controlar los territorios de la franja de Gaza, los cuales contienen grandes riquezas expresadas en yacimientos gigantes de gas que no han sido explotados, sobre todo el campo conocido con el nombre de “Gaza Marine”, el cual dispone de un aproximado de 30 mil millones de metros cúbicos en reservas, lo que es un atractivo inmenso para el imperio gringo decadente y sus lacayos israelíes que no poseen reservas de petróleo ni gas propias. Todo ello sin mencionar que Israel está sumado como es lógico a la estrategia gringa contra Rusia de desplazarlo del mercado gasífero y petrolero europeo.
Una vez más vemos entonces, como los intereses de las élites y sus ansias por los hidrocarburos están en el centro de todo conflicto miserable para los pueblos. Desaparecer todo lo que signifique la existencia de Jesús también pudiera sumarse a una de las raíces. Es nuestro deber colocarnos del lado justo de la historia, respaldar las causas justas y de paso a nuestros hermanos palestinos que en sus tierras una vez vieron nacer al más grande entre los grandes líderes del mundo: Jesús de Nazaret.
Eduardo Rivero
Analista de Temas Geopolíticos
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