María Alejandra Díaz
Una forma de entender la historia universal es concebirla como la
historia de la lucha entre las potencias marítimas contra las
terrestres, la ballena, el Leviatán; contra el oso, Behemot, según
relata Job. Desde los griegos, pasando por Venecia, Holanda, España
hasta llegar a Inglaterra, todas naciones/símbolos del dominio del mar y
de la riqueza fundada en el comercio marítimo. “Espumadores de toda
laya, piratas, corsarios aventureros, filibusteros y brutales bucaneros
atraídos por el comercio marítimo, constituyeron, junto a balleneros y
navegantes a vela, la avanzada del giro hacia el mar, que tiene lugar
entre los siglos XVI y XVII” (Schmitt).
Inglaterra se convirtió en el hegemon como sucesora universal del
esfuerzo europeo sobre los mares, venciendo a sus rivales y creando un
Imperio mundial, transfiriendo su existencia de la tierra al elemento
marítimo: una revolución espacial. Dominio del agua en su totalidad, lo
que implica a la vez someterse a ella, fluir con ella, pues no se la
puede sujetar ni retener.
Cientos se hicieron “corsarios capitalistas” participando del reparto
del botín, inmensas posesiones de ultramar, riqueza a borbotones
fundamentados en el dominio del mar y las rutas de comunicación. La
Commonwealth, posesiones y dominios ultramarinos, países y territorios
bajo su soberanía, constituyeron el Imperio británico y la Mancomunidad
de Naciones. Hoy, la monarca británica es el "símbolo de la libre
asociación" de 54 miembros de la Mancomunidad de Naciones.
“Ius Atlanticum” de la Alianza Atlantista talasocrática, que busca
imponerse y desnaturalizar al Derecho Internacional Público que rige las
relaciones entre Estados Nación. Realidad geopolítica actual en
tensión, mutante entre dos concepciones estratégicas hegemónicas: la
unipolaridad, como “imperium mundis” reinos que se identifican en una
unidad superior, a la que Dante llama «monarquía temporal» y la
pluripolaridad, grandes espacios de poder, única posibilidad de
sobrevivencia de los Estados Nación.
Bolívar lo avizoró y para oponerse al peligro que representaba para las
naciones recién liberadas la visión plutocrática imperial (Santa
Alianza), formula la idea geopolítica de la conformación de una sola
nación Suramericana: “es una idea grandiosa pretender formar de todo el
Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes
entre sí y con el todo, grandes espacios de poder como garantía de un
nueva organización (nomos) equilibrada del mundo".
Cagni expone que la base primaria del orden internacional será el
espacio, y plantea que frente al universalismo del derecho internacional
británico y del imperialismo del estado profundo ucrónico, se hace
urgente un derecho regional, derivado de un equilibrio de los grandes
espacios económicos y pluriculturales capaces de reorganizar un sistema
jurídico justo y equilibrado.
Ayer fue la conquista y colonización, antecedente de la globalización
para dominarnos, someternos, saquearnos e impedir nuestro desarrollo,
independencia y soberanía. Hoy, frente a la mutación del sistema
imperial desterritorializado, conformado por los intereses del polo
corporativo mundial -bucaneros globales anglosionistas- (The Big Four:
Vanguard Group, Black Rock, State Street y Fidelity, definidos así por
Jalife) junto a las multilaterales de la ONU -CIJ, OMS, entre otras-
nuevas amenazas se ciernen.
El proceso de concentración del capital virtual, necesita controlar
territorios, recursos y vías marítimas, para destruir y desfigurar a
los Estados Nación.
Apresurado, la corporatocracia presente en la Guayana Esequiba
venezolana, busca hacerse vía pseudo jurídica de nuestro territorio por
la importancia de éste pues “quizás no haya en el continente
sudamericano una posición más valiosa, sea desde el punto de vista
militar, político o comercial, que el de Barima Esequibo. Domina la boca
principal del Orinoco y en consecuencia el comercio del noble río y sus
grandes tributarios el Apure y el Meta que unen el Occidente de la
República y las provincias orientales de Nueva Granada. Gran Bretaña,
que ya es señora de Trinidad y Guyana Británica parece que necesita del
Barima para completar sus posesiones en esta parte del mundo" (O´leary).
Con ello controlarían las hidrovías suramericanas lo que les
facilitaría, el comercio a escala global (Brexit y ruta de la seda
coincidiendo en objetivos) abaratando costos, controlando las cuencas de
Suramérica: Amazonas, Orinoco, Paraguay/Paraná y el Tocantins, así como
el lago Titicaca, el bloque del río Magdalena/Andino y del Caribe, las
lagunas Merín/Patos, el Atlántico Noreste y el cono sur del continente.
Región geoestratégica que anhelan los viejos poderes marítimo y
continental dado que presenta grandes espacios con características
influyentes sobre todo el globo, en función del comercio y dominio
cultural e ideológico (enfoque talasocrático): Angloamérica y el Caribe,
Europa marítima y Magreb, Asia extra costera y Oceanía y Suramérica. El
mundo continental eurasiático que comprende el triángulo
industrializado ruso y en el que se diferencian dos regiones
geopolíticas: Tierra Corazón Rusa y Europa Oriental, Este de Asia
(Fernández Oliva)
La acción de la Pérfida Albión, para perpetuar su dominio marítimo es a
través del rediseño del sistema normas y alcabalas marítimas globales:
Cobros, bloqueos, obstrucción de puertos y vías, cerrando posibilidades
de abastecimiento de nuestros países, robo, saqueo y despojo de
recursos minerales, financieros, incluyendo territorios, usando
instancias internacionales y tribunales para perpetrarlos: Leviathán
pirata en el Caribe, voraz e incontrolado.
Frente a la globalización, estrategia del “imperium mundis” le oponemos
la implementación de la idea de Bolívar, referida a la unidad en la
identidad del espíritu Republicano, libertad, justicia, igualdad,
dignidad humana, como motores de la integración, construcción de mega
espacios.
Geopolítica Bolivariana de los grandes espacios de poder como
alternativa al pensamiento único globalista totalitario universalista y
atemporal (teopolítica religiosa deslocalizada).
Una Suramérica, como parte de un espacio cultural mayor que es
Iberoamérica; los pueblos que van desde el Río Grande hasta Tierra del
Fuego, con un destino que está dado por el esplendor solar de la Virgen
encinta -símbolo de fertilidad de la madre- arcano de la gran política
que debe darse, el nuevo katéchon que tiene que ser Nuestra América
(Duguin).
Invocamos entonces, el Katéchon (principio de contención 2da tesalónica 2
al 6) que representa la lucha por la pertenencia a un espacio
territorial determinado por la conservación y defensa de nuestros
suelos, clima y paisajes. Hoy, frente al misterio de iniquidad que es la
idolatría hacia el monoteísmo del libre mercado, generando el
individualismo y el nihilismo social; oponemos aquello “que lo detiene”:
quid detineat (to katechon) resistencia cultural, ética y espiritual
que en el interior del sistema de globalización neoliberal llevan a cabo
las personas, los grupos y los pueblos que quieren seguir manteniendo
su identidad, su ipse, su “sí mismo” (A. Buela).
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