Esa fue la declaración de Trump para Univisión, en su visita de campaña electoral al estado de Florida. Y seguidamente agregó: “Estados Unidos estará involucrado en lo que suceda”. Nuevas noticias amenazantes para Venezuela, de parte del ¿”Jefe del Imperio”?
José Vasconcelos, el famoso pensador mexicano de la “raza cósmica” decía que “Pobrecito México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, aunque hay quienes aseguran que sólo estaba repitiendo un estribillo que siempre andaba en los labios de Porfirio Díaz, longevo dictador azteca algo parecido al “prehistórico” Juan Vicente Gómez.
Vasconcelos o “Don Porfi”, tenían razón. En pleno siglo xix, Estados Unidos le arrancó a México la mitad de su territorio original, algo más de 2 millones de kilómetros cuadrados, que décadas después devino en el bastión petrolero de John D. Rockefeller y la Standard Oil.
Ya habían acabado con Sitting Bull, Crazy Horse, Gerónimo, Soux y Comanches, en la disque “conquista del oeste”. Y habían ordenado al “fanático” William Walker que se adueñara de la América Central, un “week end” que este orate pagó con el fusilamiento.
México llegó tempranamente a las turbulencias de la revolución en 1910. Y en el brevísimo lapso de 15 años (1913-1928), cayeron asesinados sus cinco mayores jefes revolucionarios (Madero, Zapata, Carranza, Villa y Obregón). Sólo se salvó Calles ¿Casualidad?
Y 100 años antes (1817), Luis Brion capturó las goletas norteamericanas Tigre y Libertad, repletas de armas y pertrechos para los realistas, navegando plácidamente por el río padre Orinoco, violando el bloqueo ordenado por el hombre de las dificultades Simón Bolívar.
Este fue, por cierto, el origen de la dura polémica entre Bolívar e Irvine. El Libertador nunca devolvió esas naves. Y desde esos años, se hicieron frecuentes sus calificativos sobre los norteamericanos: “egoístas”, “codiciosos”, “los peores”, que tienen “una conducta aritmética de negocios” y que “son capaces de vender a Venezuela por un real”.
Hoy Estados Unidos ha infectado con mil bases militares de todos los calibres al planeta y con cien de ellas al continente americano. Nadie, en su sano juicio, puede creer que eso ha sido preparándose para “tomar el té”. Son bases para “la guerra sin fin”, denunciada durante décadas por los brillantes Leo Huberman, Howard Zinn y Paul Kennedy entre otros especialistas.
Torrijos los “sacó” del Canal de Panamá y ya lograron 5 nuevas bases con Martinelli, quien para más “aliño” las concedió en los mismos sitios donde estuvieron. Correa los “corrió” de Manta y se ubicaron en Colombia, aparte de que Alan García les concedió otra sede de “consolación” en el Perú. Y después se plantaron “cerquita” en las “Islas ABC” (Aruba, Bonaire y Curazao).
No olvidemos, además, Guantánamo (Caimanera) en Cuba. Ni Roosevelt Road en Puerto Rico (Borinquen). Y recordemos también la base Soto Cano (Palmerola) en 2009, Honduras, contra Mel Zelaya y la Mariscal Estigarribia en Paraguay, 2012, contra Fernando Lugo.
El discurso de guerra del Imperio se centra especialmente en las bases militares.
En Venezuela no “va a suceder algo”. Ya está sucediendo desde 1999. Y es que Chávez relanzó el Proyecto Bolivariano de Independencia. Y aquí vamos, crecidos frente a los desafíos, “desfaciendo entuertos” como quijotes y de victoria en victoria.
No nos van a detener robándonos el oro, Monómeros o Citgo. Tampoco con las “trochas” infectadas de Covid 19. Ni con Gedeón y Silvercorp. Ni con batallas de los puentes. Ni con drones. Ni atacando al Sistema de Guri. Ni al Seguro Social. Ni al Consejo Electoral.
Por lo demás, es muy “cuchi” que Estados Unidos siga “involucrado”. Porque van a salir con las “tablas en la cabeza” como en Vietnam en 1975. Y ahorita nuestros pueblos están de regreso con Lula, Correa, el “jefe indio” Evo Morales y otros líderes mencionados.
194 mil millones nos han robado, según Pasqualina. Pero, imposible producir dólares “inorgánicos” eternamente, aunque tengas una máquina “celestial”. Y el “supremacista” Trump tiene 2/3 de rechazo, cascado por la pandemia y la ofensiva bendita de los afrodescendientes.
Con “Occupy Wall Street” (Ocupa Wall Street) en 2008, fueron 50 capitales movilizadas; ahora con “Black Lives Matter” (Las vidas negras importan) han sido 5 mil grandes urbes. Antes se movilizaron 5 millones de personas; ahora entre 15 y 25 millones. Un claro salto cualitativo.
Trump no va a poder con nuestra unión civil-militar-policial triunfante. Y en medio de la crisis “amorosa” con Guaido, el candidato “elitista” perece que “no va pa’l baile”. La batalla prosigue al “rojo vivo”. Y con o sin coronavirus, nosotros seguiremos venciendo.
(Ver Francisco Pividal Padrón. Bolívar, pensamiento precursor del antimperialismo. Caracas, Ateneo de Caracas, 1979; y Alfredo Serrano Mancilla. América Latina en disputa. Caracas, El perro y la rana-Bandes, 2015).
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