Tímidamente hemos hecho vida en espacios donde construimos lenguajes, códigos, la conciencia de saber qué, si bien no somos una cordillera, aunque nos creamos montaña; los espacios que habitamos tienen mucho de lo que somos como personas, como sujetos colectivos e individuales. O es ¿que no hay vida en aquello a lo que le dedicas más de la mitad de tus horas diarias?
La presencia, ese regalo vida que somos se vivifica cada vez que reconocemos que nuestro entorno esta hecho de la vida que aportamos para sumar y expandir el mensaje que nos da el propósito. En estos más de 30 años construyendo el camino de la Revolución, son muchos los nombres de hombres y mujeres que han hecho posible cada una de las piedras de las que se sostiene esta palabra que hoy verbalizamos como Patria y que se hace común en todo el cuerpo.
Si cerraras los ojos ahora, y te pidiera que recordaras a dos compañeros, a dos compañeras, camaradas que han hecho posible esta Patria, seguramente se te haría fácil recordar varios de los más visibles nombres, pero hay tantos y tantas invisibles que hoy no están, que hoy nos faltan y que sin ellas y ellos no podríamos habitar memorias, espacios físicos, espirituales que hoy forman parte de esta historia en tiempo presente que reconocemos. Justo a ellos y a ellas van estas líneas, a su memoria, a la gratitud de saber que cada acción invisible o no pertenecen a nuestra memoria tangible, que cada sonrisa, cada café compartido, cada conversación alimentó esto que hacemos hoy para revolucionar nuestra estancia en este espacio.
Somos mucha historia, muchas historias, muchas palabras, estamos concebidas y concebidos como sujetos que se proyectan desde aquello que somos capaces de recordar y en ese viaje está sin duda alguna la memoria de los hombres y mujeres que como tú y como yo, han decidido asumir los tiempos de Revolución como energía vital y espacio de sentires colectivos. Yo, hoy puedo decirles que mi agradecimiento infinito a esta inmensa capacidad de hacer por encima del decir, tiene que ver con la gratitud que me ha infundado el saberme parte de la vida de quienes hoy me acompañan, pero también de aquellas y aquellos que atisbaron la capacidad de entregar su vida a este canto común que nos revoluciona y que ya no están, al menos en el campo de lo físico, a cada una de ellas, a cada uno de ellos, vaya la gratitud de este tiempo-país que habitamos, para hacer posible el sueño bolivariano, chavista y feminista.
¡Viva la vida y la Patria siempre, nosotras y nosotros venceremos! Palabra de mujer.
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