A raíz de la muerte de la Reina Elizabeth II del Reino Unido, han aparecido varios artículos en castellano acusándola de una serie de delitos como guerras, hurtos, racismo, hasta genocidio. Los poco ilustrados críticos convenientemente han dejado de comentar sobre el profundo dolor del pueblo británico por su muerte evidenciado por las colas kilométricas de sus súbditos quienes querían dar un último saludo a su féretro. Era conveniente ignorarlo o achacarlo a una especie de histeria colectiva.
Quizás así dirían muchos cuando murió el Comandante y Presidente Chávez y el pueblo se volcó a atender su funeral. Pero allí cesan las semejanzas entre la reina y Hugo Chávez porque él fue todo un presidente con poder ejecutivo, quien tomó importantes y decisivas decisiones para su país, su pueblo, incluso para su región. Fue un hombre que ejerció verdadero y realmente, extraordinario, poder político, que además se ganó el amor de su pueblo.
No así la Reina Elizabeth quien, por ley, tenía escaso poder político, no podía tomar ninguna decisión gubernamental, pero se ganó la estima y amor de su pueblo al cumplir a la letra, el papel en cual la constitución británica restringía su función y su vida misma. Ella constituía una casta social y política en sí misma. Se le prohibía tomar parte en cualquier acto político, no podía votar, no podía asociarse con ningún partido, no debía dar ninguna opinión política o administrativa, no podía realizar ninguna transacción comercial, no podía asistir a ninguna sesión del Parlamento sin la expresa invitación de éste, y cuando daba el ritual “Discurso del Trono” al comienzo de la sesión parlamentaria, éste era escrito enteramente por el primer ministro, no por ella.
Hay personas quienes tienen una convicción republicana y se oponen a toda monarquía – y tienen todo derecho de pensar de este modo. Si se oponen porque los reyes son un símbolo de desigualdad y desean una sociedad más igualitaria, eso es algo que se comprende y se respeta. Sin embargo, se debe reconocer también que actualmente hay diferentes tipos de monarquías en el mundo, que van desde un monarca que tiene absoluto poder -como son algunas de las monarquías árabes- a uno en que el poder de la realeza es nominal o simbólico, como las monarquías escandinavas y la inglesa.
El pueblo ingles tuvo su revolución mucho antes que la Revolución Francesa, se le conoce como la Guerra Civil Inglesa que duró del 1642 al 1651. Fue una pugna compleja y sangrienta, entre los Parlamentarios, que apoyaban la supremacía del Parlamento, y los Realistas, que defendían el derecho divino del Rey Charles I. También fue una pugna entre los que apoyaban un gobierno protestante y los católicos que deseaban la supremacía del Papa. El Parlamento ganó la muy sangrienta batalla, culminando escandalosamente cuando a Charles I, con gran ceremonia, le cortaron la cabeza. Desde ese entonces en Gran Bretaña hubo una separación legal y autentica, entre el Parlamento y la monarquía, teniendo la supremacía el Parlamento, la cede del gobierno, quien controla todos los ingresos estatales, donde todas las decisiones políticas importantes se llevan a cabo.
La monarquía desde ese entonces le fue designada un papel netamente nominal, sin autoridad ejecutiva, con escasa autoridad política y siempre subordinado a las decisiones del Parlamento. Y así sucesivas leyes y costumbres a través de los años fueron restringiendo aún más el papel del monarca. No es que lo menospreciaran, sino que lo aislaron del poder, lo convirtieron en un representante de la nación, del estado, del pueblo mismo – pero tan “puro” que no se inmiscuía en los asuntos políticos del día.
En cuanto a la Reina Elizabeth II, ella supo bien como debía conducirse, ejerció gran diplomacia dentro y fuera de su país, y ejerciendo durante tantos años esa función, se convirtió en una especie de ancla para su pueblo, de serenidad, que daba la impresión de que todo saldrá bien al final porque ella estaba allí, símbolo de la ecuanimidad y persistencia de su nación.
Cuando se critican los males que han sufrido el pueblo británico, los pueblos que el Reino Unido colonizó, y las guerras y conflictos en que ellos han participado, es un error garrafal achacárselos a la Reina y la Monarquía misma, pues pueden estar absolutamente seguros que las verdaderas decisiones en esos asuntos estaban completamente fuera de las manos reales. Y de este modo no se toma consciencia de quienes han sido los verdaderos culpables de tantos males: los gobiernos de Westminster, particularmente los gobiernos dirigidos por el partido Conservador (llamados Tories), y la elite recalcitrante, educada Eton, Cambridge y Oxford, quienes desde siglos han sido quienes han ejercido el verdadero poder en ese país. Desde la época de la Primera Ministro Margaret Thatcher –quien es responsable de la guerra de las Malvinas contra Argentina- han ejercido con fanatismo el neo-liberalismo. Incluso el gobierno de Tony Blair, del Partido Laboral, no se alejó mucho de los principios neo-liberales de los Conservadores.
El filósofo George Monbiot,[1] ha hecho una lista de los desastres que en estos últimos 12 años de gobierno del partido Conservados ha causado a Gran Bretaña. Han favorecido, no a la industria, sino a las finanzas, a los bancos, al hacer dinero para hacer dinero. Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial, está hoy en día prácticamente des-industrializada, gobernada por una plutocracia cuyos más altos representantes han trabajado para los grandes bancos. En los últimos 30 años 2/3 de la manufactura británica se ha reducido, la más fuerte de-industrialización de todas las más poderosas naciones.[2] En fin, hoy el Reino Unido es una plutocracia neo-liberal. La crisis económica que sufre el pueblo se nota en la creciente alza de los alquileres e hipotecas, tal que hay crisis de alojamiento en las ciudades. Los salarios y beneficios han sido congelados, y los precios de la alimentación y energía suben constantemente.
Fueron los Conservadores fanáticos los que sacaron a Gran Bretaña de la Unión Europea. Y desde entonces, en los últimos 4 años han tenido nada menos que 4 primeros ministros – tal es el desequilibrio político que han causado. El último primer ministro, Sunak es un multi-millonario que gana más ingresos que el mismo rey, que trabajaba antes para el banco Goldman Sachs, tiene una fortuna estimada en 730 millones de libras esterlinas, y es dueño de 4 casas en Londres. Ningún ciudadano ha votado por él. El sistema británico de elecciones indirectas hace posible que pequeñas minorías controlen el gobierno, otra señal del déficit democrático de esa nación – nación que no obstante se atreve a criticar la democracia directa venezolana.
Los servicios públicos están a punto de colapso pues los neo-liberales consideran que el estado no debe proveerlos, sino el mercado. El servicio de salud, que una vez fue un estupendo modelo, lo han dejado deteriorar para el beneficio de la medicina privada. El periódico Financial Times ha reportado que desde el 2015 no han incrementado el número de médicos, a pesar de un incremento en la demanda. [3] Estiman que el 90% de las escuelas públicas en Gran Bretaña ya no tendrán fondos el próximo año. [4]
En cuanto a democracia, en la administración pública hay corrupción general, el fraude casi ni se castiga, y con aparatos de monitoreo, a los ciudadanos se les vigila incesantemente además de que han pasado una serie de regulaciones que restringen el derecho de protesta. Amnesty International ha declarado que el derecho humano de protesta está seriamente amenazado en el Reino Unido a la vez que el gobierno apoya las protestas en otras naciones cuando les conviene.[5]
Un renglón que es altamente preocupante es como los Conservadores han desbaratado leyes de protección del medio ambiente. Los ríos se han vuelto cloacas, y hasta la Unión Europea se ha quejado que los mares que rodean al Reino Unido son pestíferos por los desechos que echan al mar sin ningún procesamiento.[6]
La última vez que visité al Reino Unido, antes de la pandemia, estaba muy cansada de caminar por las calles principales de una ciudad mediana, y entré a una biblioteca pública para sentarme un rato y leer algún libro o periódico. No pude. No habían sillas y no se permitía al público ver y escoger libros, y las dos personas que atendían no tenían el menor interés en atender al público. Que tristeza me dio ver lo que queda de lo que una vez fue un sistema bibliotecario excelente. Y así, poco a poco, pero implacablemente, los servicios públicos del pueblo británico han sido deteriorados por los neo-liberales que no creen que es cosa del gobierno ofrecer servicios a su pueblo porque “la mano invisible” del mercado lo hace todo.
Quizás el pueblo trabajador británico, sintiendo que sucesivos gobiernos los han defraudado y empeorado sus vidas, vieron en la Reina la persona que si estuvo a su lado, quien a la edad de 21 años les prometió servirles toda su vida y cumplió su promesa – no como tantos políticos que los han traicionado. No es mucho lo que ella pudo darles, pero les dio su palabra y la cumplió.
Murió la reina.
Peor aun, ha muerto el sistema de bienestar británico en manos de una arrogante plutocracia anti-democrática, depredadora, anti-ambientalista, e infundida de fanatismo neo-liberal.
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