Flavia Riggione
Fernando, un completo desconocido para mí, no sabía de él, pero hoy veo su foto, su franca sonrisa sosteniendo y ondeando la bandera de Venezuela, sobre un río de nuestra geografía, y duele adivinar de sus esperanzas, su ánimo elevado, su fluido vital a millón, todos sus proyectos, queriendo dar todo lo mejor de sí. Un joven que, seguramente, nunca pensó irse del país, que abrazó la revolución, a pesar de haber sido aún demasiado joven para aprender de Chávez cuando estaba vivo. Un joven, como muchos otros que se fueron del nuestro país, y pasan necesidades afuera, siendo maltratados, despreciados, y humillados.
Un bello joven venezolano, al igual que mi hijo menor, de la misma edad, y que ese mismo domingo fatal, el de ayer, terminando el mes de enero, también viajaba por carretera al estado Bolívar, a la selva que se codea con las sabanas y montañas de ese bello estado, sin saber si lograría surtirse de gasolina en la carretera. MI hijo que se iba a trabajar, por él, por nosotros, por el país, enfrentando todas las dificultades de este presente. Imagino al igual que Fernando recién electo diputado, iba con sus compañeros de partidos enfrentando tantas limitaciones y obstáculos.
Y qué coincidencia, ayer domingo también Xoan Noya, hijo de mi mejor amiga, cumpliría la bella edad de 35 años, una edad que no alcanzó porque la vida se le escapó de sus manos un triste día de octubre de 2018. Xoan recordado no sólo por sus seres queridos, sino celebrado por muchos que lo llevan como ejemplo de joven revolucionario, sensible, inteligente, estelar, dedicado en cuerpo y alma a su Patria, así como Fernando Ríos.
Todos ellos, plenos de ilusiones, de esperanzas, de fuerza creadora, de un don especial que muestra su juventud en todo su esplendor, una juventud bien vivida, encaminada, determinada. Y ese ejemplo es el que debe perdurar, para a los que se han ido, mantenerlos vivos en el corazón de los venezolanos que amamos a nuestra gente, ¡nuestra juventud bonita de la cual esperamos tanto!
Ayer, le pedía a la Virgencita vigilara el camino de mi hijo, y lo hiciera llegar sano y salvo, atravesando alcabalas, matracas, carreteras peligrosas, choferes inescrupulosos. También recé por Xoan y lo recordé recién nacido, niño, luego joven y adulto, trabajando como vice canciller, y casándose con una mujer especial.
Apreciados lectores, dediquemos una cálida oración por Fernando Ríos, no lo conocí, tal vez muchos de ustedes no lo conocieron, pero su bella sonrisa, ya me contó de todo lo bueno que había en su alma.
Ve con Dios Fernando, hacia el Cielo Infinito donde seguirás siendo revolucionario, y gracias por todo tu esfuerzo esperanzador que será un gran y necesario ejemplo para otros jóvenes como tú.
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