Aurora Lacueva
El Fondo Mundial para la Naturaleza (conocido por sus siglas en inglés, WWF) acaba de publicar su informe “Planeta Vivo 2020”. Señalan que entre 1970 y 2016 las poblaciones de vertebrados en el mundo han disminuido en un 68%, considerando peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Y en Latinoamérica el problema es aún mayor: ¡hasta un 94% de reducción! A esta conclusión llegan luego de monitorear con tecnologías avanzadas casi 21.000 poblaciones salvajes, tomadas como muestra. En la investigación se refieren no al número de especies sino al número de individuos de cada especie, que se hace cada vez menor.
Esto puede llevar eventualmente a la extinción, además de que al haber menos animales salvajes cambia la dinámica de la Tierra: los ciclos de nutrientes y de energía, las redes de relaciones entre seres vivos, los equilibrios de aire, agua, suelos y vida…
No se trata meramente de que sea una lástima que desaparezca el mono tití que es tan simpático o el flamenco que tiene un plumaje tan hermoso. Es que para que haya vida sana en la Tierra, incluida la nuestra, debe haber amplios espacios naturales, habitados por plantas y animales silvestres en números adecuados. Debemos proteger y extender los espacios naturales no alterados. ¿Cómo hacerlo? Una de las principales medidas es que cambiemos nuestras formas de cultivar y de consumir alimentos. Actualmente en Venezuela parte importante de la población no se está alimentando lo suficiente, pero en otras regiones del mundo -como Europa y Norteamérica- las personas consumen demasiada carne y tienden a desperdiciar mucha comida.
Todas y todos en el planeta merecemos gozar de una dieta sana y completa, mas la misma debe centrarse en frutas, hortalizas, granos, tubérculos y nueces, reduciendo mucho la carne, leche y huevos. Incluso, el vegetarianismo sería la mejor opción.
Porque a fin de cultivar alimentos para más animales de cría se están destruyendo demasiados bosques. Comer solo vegetales reduce la destrucción. También, hay que avanzar en el uso de técnicas de cultivo ecológicas, minimizando los fertilizantes y plaguicidas industriales. Por otra parte, la minería –como la del oro en Guayana- daña ecosistemas, al igual que los derrames de una industria petrolera mal conducida.
(@AuroraLacueva)
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