miércoles, 17 de septiembre de 2025

Convocar la fuerza multipolar

 ALEXANDRA MULINO

Donald Trump profundizó la racionalidad injerencista de la Doctrina Monroe y sus distintas expresiones jurídicas, económicas y militares, reelaboradas en el tiempo en contra de la autodeterminación de los pueblos.

Por lo tanto, la relegitimación de la tesis de “América para los americanos” ocurrió durante la aparente mediación del mandatario nacional estadounidense entre Putin y Zelenski; es decir, dejó en claro que se debe respetar el área de influencia rusa como la de EEUU. En efecto, para el imperialismo yanqui, América Latina se trata de su “patio trasero”. No reconocen la soberanía de un Estado nacional que ha decidido elegir su libre concepción económica, política y social.

En el caso venezolano, el proceso bolivariano optó por la vía al socialismo; en consecuencia, la lógica inherente a la política exterior estadounidense desató una guerra de baja intensidad con el intento, hoy en día, de desencadenar una guerra convencional por la vía de una invasión armada.

De esta manera, la división imperialista del trabajo no trata de una entelequia. Estados Unidos se define como el hegemón que establece la contabilidad hemisférica según sus intereses económicos, financieros y comerciales. Justamente, a partir de los años 70 del siglo XX, optaron por las inversiones inorgánicas de capital, privilegiando el campo de la nanotecnología. Este tipo de inversiones requiere el desmontaje del Estado interventor en detrimento de la soberanía de los Estados nacionales.

Las inversiones limpias requieren de Estados “mínimos”, máxime en el marco de la robótica y la inteligencia artificial. Por consiguiente, la Casa Blanca exige una macroeconomía global que garantice la destrucción de la economía real de los Estados bajo su influencia geopolítica.

Para ello, requieren la vuelta de los Estados “enclaves”, tipo factorías; por eso, una invasión armada sería lo ideal para la destrucción del Estado nacional en una situación de guerra que legitimaría el “todo vale” con la siembra de mercenarios con banderas nacionalistas, entre otras tácticas de caotización, a fin de desplazar el Estado por el mercado.

Por ende, en el caso venezolano, recurrir a China y Rusia, entre otras naciones, como freno militar a la apetencia belicista gringa, reforzaría el sentido de lo multipolar fuera de los intereses propios de las ZEE (especiales y exclusivas).



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